Latinos que victimizan a la comunidad afroamericana

Hace falta mucho trabajo y educación para acercar a los dos grupos

No es la primera vez en los últimos 30 años que se escucha que pandillas o jóvenes escolares de la comunidad latina atacaron a jóvenes afroamericanos o pandilleros, ya sea para acosarlos o para expulsarlos del área donde viven.

La violencia entre las pandillas y el miedo en la comunidad

En 2016, el diario LATimes publicó una nota donde argumentaba que en 2014, siete miembros de una pandilla latina atacaron con bombas Molotov varias casas de familias afroamericanas en los proyectos de vivienda de Boyle Heights. Su objetivo fue intimidarlos y obligarlos a abandonar el vecindario de mayoría latina.

Situaciones de violencia y asesinatos similares parecían tener el mismo objetivo desde la década de los 90 a la fecha en zonas como Florence y Fireston, en el distrito Harbor Gateway de LA y en Highland Park.

Recientemente en la videoconferencia sobre los delitos de odio de Ethnic Media Services, Connie Alexander-Boaitey, presidenta de la Organización de los Derechos Civiles (NAACP) en Santa Barbara, subrayó que los incidentes y delitos de odio contra la comunidad afroamericana seguían siendo más altos en promedio que cualquier otra comunidad.

Connie señaló que en el reporte de delitos de odio de la fiscalía general de California del 2021 al 2022, el incremento de crímenes de este tipo había subido en forma general un 20%; pero los delitos contra la comunidad afroamericana se habían incrementado en un 27% y contra la comunidad LGBTQ afroamericana, los delitos habían subido en 29%.

 La violencia constante con el uso de la palabra «N»

Un dato en el reporte que muestra la gravedad de la situación es que la comunidad afroamericana conforma un solamente 6% de la población estudiantil de las escuelas públicas en el estado, pero termina siendo uno de los grupos más afectados por los delitos de odio. Esto incluye la intensidad de violencia que se utiliza en dichos ataques y el constante uso de la palabra ‘N’ sin ningún reparo por parte de los atacantes, que son en su mayoría latinos.

“Los reportes sobre la violencia en las escuelas es lo que más recibe cualquiera de las unidades de NAACP en el estado”, subraya Connie. “Especialmente contra los estudiantes afroamericanos”.

Agrega que lo triste de todo esto y uno de los retos que no se ha podido enfrentar es lo que pasa entre las comunidades afroamericanas y latinas.

“Desafortunadamente esta violencia de odio, en la mayoría de los casos se ha perpetrado por los estudiantes hispanos y no hemos sido sinceros para hablar del tema entre ambas comunidades”, expresó.

“Cómo te puedes enfocar en la escuela cuando has sido golpeado y cuando te ofenden con la palabra N”, agrega. “Si las comunidades no hablan del tema entre ellas mismas, muy difícilmente se podrá llegar al fondo del problema”.

Se estima que un gran porcentaje de reportes de situaciones o crímenes de odio no son reportados por falta de información o miedo, así que Connie se preguntó si entonces, el número reportado por la comunidad afroamericana no debería de ser más alto.

Un maestro latino que creció en el sur de Los Ángeles y que ahora da clase en una de las secundarias de la zona, dijo que desafortunadamente las nuevas generaciones no respetan y no conocen el peso discriminatorio que tiene la palabra N. Es más, se le ha cambiado el significado y la forma en que se deletrea.

“Ahora los jóvenes dicen Nigga sin la letra r al final, pero lo dicen como diciendo camarada, guey”, explica el profesor que prefirió conservar el anonimato. “Los jóvenes de ahora no creo que sepan el peso discriminatorio y ofensivo que significa para la comunidad afroamericana la palabra ‘N’”.

La enorme tarea de entendimiento entre las comunidades

El profesor estuvo de acuerdo con la activista Connie en la falta de trabajo entre ambas comunidades para que haya un mejor entendimiento entre las nuevas generaciones ya que los afroamericanos no saben casi nada sobre los latinos y viceversa. Especialmente que, en gran medida, ambos son víctimas del mismo sistema económico y educativo en el que crecen.

El profesor explicó que de sus tres grupos de secundaria que tiene, como máximo tiene 10 alumnos afroamericanos y el resto son latinos.

Nayi Al-Ali, activista afroamericano en el Sur de Los Ángeles, explicó que en el pasado, en la década de los 70 y 80, cuando los latinos iban llegando a zonas tradicionalmente de afroamericanos, generalmente los grupos mayoritarios terminaban abusando a los recién llegados, y lo mismo pasa ahora que los latinos son mayoría. No es nuevo el tema, y ha pasado durante muchos años. Los grupos dominantes terminan atacando o sometiendo a los grupos minoritarios.

“Los latinos y los afroamericanos estudiamos juntos, trabajamos juntos y crecemos juntos, pero todavía no nos conocemos lo suficiente para, lejos de atacarnos, ayudarnos para juntos salir adelante”, explicó Al-Ali. “Deberíamos de dejar de pelear por migajas y unirnos para trabajar por el bien de ambos grupos, pero para eso nos hace falta conocernos mutuamente”.

Al-Ali ha trabajado con varios activistas latinos, pero subrayó que hacen falta más líderes latinos y afroamericanos que busquen trabajar en equipo, “mientras no trabajemos juntos y nos conozcamos mejor, será difícil dejar de pelear”.

Al igual que Connie y el profesor latino, Al-Ali estuvo de acuerdo en la necesidad de educación, trabajo y conocimiento entre ambas comunidades; pero también en el problema de la falta de liderazgo para enfrentar los retos.

Chamba Sánchez, profesor en el Colegio del Este de LA, explicó que esas divisiones entre ambas comunidades se extienden más allá de las calles; ya que es clara la división, inclusive a nivel político, a causa del control y poder de determinadas zonas y distritos donde tradicionalmente los afroamericanos eran mayoría, pero ahora son minoría, no obstante, en algunas zonas su liderazgo se mantiene y eso a algunos no les gusta.

Reportar los delitos de odio es trabajar para una solución

Reconoció que hay una lucha constante de recursos en los niveles más altos y suena contradictorio y fuera de toda lógica esperar que los jóvenes se entiendan y dejen de pelear, cuando los adultos, aunque no se golpean, no terminan de luchar por los mismos recursos.

Sánchez también subrayó la importancia de más y mejor educación para que ambas comunidades se conozcan mutuamente.

La videoconferencia: Línea directa multilingüe de California para ayudar con el odio. ¿Un año después cómo está funcionando?, fue organizada por Ethnic Media Services (EMS),  el pasado 15 de marzo en forma virtual. En ella se mencionó que en lo 10 meses que ha trabajado la línea directa de California, 823 reportes de odio se han recibido.

Para reportar una situación o delito de odio, las personas pueden visitar el sitio https: https://calcivilrights.ca.gov/ca-vs-hate-page/

Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

Agustín Durán

Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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