Teniendo concluido el 2023, la perspectiva del año electoral 2024 aparece aún con claroscuros. Deja, con mucho, abiertas algunas posibilidades tanto en el campo republicano como en el demócrata. No obstante, se pueden identificar tendencias.
La presencia de Trump y una lucha jurídica que no termina
Por una parte, la fortaleza de Trump se mantiene. Es de recordar que su derrota en el otoño de 2020 implicó, no obstante el revés electoral, contar con cerca de 75 millones de votos. El Presidente Biden ganó con casi 81 millones de boletas favorables. Es decir que el margen no fue tan dramático como podía haberse esperado.
Con su personalísimo estilo, Trump mantiene presencia entre el electorado y ser ganador no sería un escenario descabellado para noviembre de 2024. Uno de los problemas más importantes para que esta situación se concrete sería -como todos sabemos- sobreponerse al factor legal. La lucha jurídica continúa.
Las críticas más mordaces al expresidente gustan en reiterar que “bien podría despachar desde la cárcel, las cuestiones del ejecutivo”. Ya los circuitos de Arizona habrían indicado que no es legal incluir su nombre en las papeletas. Estamos en plena reyerta de abogados y la controversia anima a alquilar balcón. Nuevos amaneceres traerán nuevas perspectivas. De momento la lucha continúa y no se vislumbra en el campo republicano otro contendiente capaz de una efectiva disputa de la candidatura a Trump.
Biden y la difícil búsqueda por la reelección
Por otra parte, en el campo demócrata la situación no es menos compleja. Biden buscaría la reelección, pero sus aspiraciones no son totalmente del agrado de muchos demócratas reflejando con esto el sentir de buena parte de la población.
Un aspecto relevante que se puntualiza sobre el actual presidente ha sido su actuar errático, fenómeno derivado quizá de su avanzada edad. No es que Trump sea demasiado jovencito, pero aparentemente posee mayor dinamismo, energía y lucidez que el actual ocupando de la Oficina Oval. Biden, el Presidente No. 46 de Estados Unidos, cumplió 81 años el 20 de noviembre de 2023. Por su parte, Trump tiene 77 años de edad.
Otros factores comparativos entre los dos líderes incluyen el manejo de la pandemia del Covid-19. Es de recordar que Estados Unidos, en nombre de proteger a como fuese su economía, pagó el precio social de casi 1.1 millones de muertos debido a efectos directos o indirectos del virus detectado en noviembre de 2019.
Entre los propios demócratas se tienen opiniones opuestas a las aspiraciones de reelección de Biden. En una reciente encuesta -fines de 2023- de la que se hace eco The Economist, cerca de un 40% de integrantes del ahora partido oficial estadounidense se muestran favorables a que el actual presidente se retire y deje las alternativas abiertas a otros contendientes. Esto refleja un sentimiento más general del electorado, donde un 55% desaprueba en general el desempeño de Biden al frente del Ejecutivo.
Al establecer comparaciones en las opciones de voto, tanto el actual presidente como Trump tienen, ya sea, empate técnico o bien el republicano le aventaja por pequeño margen. En todo caso, ahora es prematuro formular conclusiones más definitivas. Uno de los grandes cuestionamientos es saber hasta que punto los demócratas se mantienen comprometidos con el 46 presidente, o bien abren posibilidades.
Existen casos históricos en donde esta situación se ha presentado, específicamente en el campo demócrata: Harry Truman y Lyndon B. Johnson buscaron permanecer en sus cargos. En ambas ocasiones terminaron sin cumplir sus aspiraciones.
Las enseñanzas de estas experiencias sugieren que, de no presentarse a reelección, el anuncio de esta definición debe hacerse con suficiente antelación -quizá para inicios o mediados de 2023, hubiese sido oportuno. Mientras más tarde se haga el anuncio y se abran posibilidades de renovación, mayor puede ser el costo de una fresca y hostil lucha intra partidaria. Eso repercutiría en la votación general, favoreciendo al grupo republicano.
Las primarias y los recursos financieros
En un sentido más específico, debe tomarse en cuenta que hay primarias relativamente tempranas en varios Estados, tales los casos de Carolina del Sur, Michigan y Nevada. Candidatos que entran tarde a la contienda pierden la oportunidad tanto de ganar delegados a la Convención partidaria, como fondos que ayuden a las campañas.
Tal y como se reconoce, los recursos financieros pueden operar ahora con mayores techos de recaudación. Esta liberación de límites es vital. Tales procedimientos comprometen incluso la esencia democrática de los comicios. En un sentido más amplio se podría tener la perspectiva de que grandes grupos corporativos paguen el “concurso de popularidad” y así, el Ejecutivo y Legislativo electos respondan a sus intereses.
Una situación amenazante para noviembre del 2024
Definir un candidato -especialmente si no fuese Biden- en el campo demócrata es una variable absolutamente esencial. Es de considerar que las primarias comienzan el 23 de enero de 2024 y se extienden hasta junio. En agosto será la convención. Y si alguno todavía tenía la esperanza de ver en la competencia a la vicepresidente Kamala Harris, que reconsidere: las encuestas la colocan incluso con niveles más bajos de aceptación que los de Biden.
La inercia tanto para los demócratas como para los republicanos tenderá a imponerse. Con todo, los efectos remanentes de la pandemia y una situación económica amenazante, son factores decisivos para la contienda de noviembre próximo.
Desde luego también afectarán, aunque menos, las tragedias de Ucrania y la Franja de Gaza. Las condiciones políticas de Washington son las propias, todavía, de una de las locomotoras productivas en el planeta; con una influencia notable en otras regiones, en particular en Latinoamérica y el Caribe