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El presupuesto nacional es otro campo de batalla entre demócratas y republicanos

Para las personas mayores, especialmente en comunidades pobres y de color, uno de los puntos más importantes en el presupuesto presentado esta semana por la Casa Blanca es su compromiso de apuntalar la solvencia de MediCare – el programa federal de seguro médico para 65 años o más – al menos hasta 2050. En la actualidad el fideicomiso de esta institución podría quedarse sin fondos en tan solo cinco años. Es parte de la problemática económica donde la deuda nacional supera todo récord.

Para ello, el presidente Biden propone subir los impuestos para quienes ganan más de $400,000 al año de 3.8% a  5%. 

Esta iniciativa, no solo ayuda a la población a la que se deben los gobiernos, sino que al prevenir la desestabilización del sistema social refuerza la economía nacional. 

La meta principal de la propuesta es la reducción del déficit, que se catapultó durante los años de regalos impositivos de Trump. En ese lapso, la deuda nacional subió en  $7.8 billones (trillions en inglés) y no solo por la pandemia del coronavirus. Lo logró con sus irresponsables recortes de impuestos para los más ricos, programas de estímulo, aumento del gasto público y disminución de los ingresos fiscales. En relación a la producción nacional, sólo fue superado por Abraham Lincoln por la Guerra Civil y George W. Bush por sus incursiones bélicas en el mundo. 

Como candidato Trump prometió en 2016 anular la deuda en ocho años. Como presidente, firmó en 2017 la nociva Ley de Empleos y Reducción de Impuestos. Sus años de gobierno se caracterizaron por la falta de restricción de gastos. El déficit del presupuesto federal, que era menos del 2% del producto Interno Bruto en 2017, subió a 4.6% cuatro años después. El año pasado llegó a 5.4% y se calcula que al final del corriente bajará a 4.5%.

Complica aún más la situación la falta de acuerdo en el Congreso sobre el aumento del techo de la deuda, sin el cual el país podría entrar en una potencialmente catastrófica suspensión de pagos.  

Sabemos por declaraciones desde el comité presupuestario de la Cámara Baja – bajo control republicano – que los republicanos quieren imponer requisitos de trabajo para cupones de alimentos, recortes profundos a la Agencia de Protección Ambiental, rescindir remanentes del fondo de rescate de COVID-19, reducir los subsidios de Obamacare y detener el plan de Biden para perdonar la deuda de préstamos estudiantiles. También quisieran reducir los beneficios de MediCare, Social Security y otros servicios sociales, pero no se atreven a enunciarlo. Lo niegan a gritos. Quizás. Pero harán todo para no tocar los ingresos de los que más tienen. 

Es improbable que el nuevo presupuesto sea aprobado por el Congreso. 

Pero el país necesita un plan coherente de inversiones y fuentes de ingreso. Es hora que los republicanos piensen por el bien común, que se pongan de acuerdo entre ellos mismos, que presenten su plan, y que inicien la negociación. Una solución que debe incluir un reparto equitativo de las obligaciones, la corrección de una injusticia histórica en la que quienes pueden no pagan impuestos, y la preservación y ampliación de los programas sociales existentes.

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