Cirugías forzosas en campo de detenidas migratorias
En septiembre, Dawn Wooten, enfermera en el centro de detención privado del condado de Irwin, Georgia, denunció que se practicaban allí cirugías forzosas, procedimientos ginecológicos invasivos e innecesarios, especialmente histerectomías.
La primera denuncia
Las víctimas fueron mujeres migrantes de habla hispana, a quienes se operó sin su conocimiento ni consentimiento, por parte de un médico, Mahendra Amin.
Las acciones de Amin, dijo, son parte de una serie de violaciones legales y éticas en materia de salud contra las detenidas.
Como se sabe, la histerectomía es la extracción del útero, lo que previene que la mujer operada dé a luz en el futuro. La acción de Amin se relaciona directamente con la acusación demente de que mujeres migrantes vienen a Estados Unidos para dar a luz a niños que serán ciudadanos y facilitarán su propia regularización migratoria.
Las mujeres detenidas están a merced del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
La denuncia llevó a una demanda por parte de varias de las damnificadas por las cirugías forzosas, así como al anuncio de una investigación del departamento de Justicia y otra por el departamento de Seguridad Interna bajo cuya jurisdicción y contrato funciona el centro privado.
Pasaron varios meses y no hubo conclusión de las investigaciones. Un abogado de Amin negó las acusaciones. Poco parece haber cambiado, con la excepción, dice la demanda, de los intentos de ICE y los propietarios del centro de encubrir los hechos.
Nueva demanda colectiva
Esta semana, unas 40 reclusas y exreclusas del centro presentaron una demanda colectiva adicional en una corte federal contra el centro de detenidos en Irwin y el ginecólogo por las cirugías forzosas efectuadas en sus cuerpos sin su conocimiento ni consentimiento.
Las mujeres que se atrevieron a quejarse en el pasado recibieron un duro trato que incluyó deportación o intentos de deportación y privación de derechos. Esto ha sido corroborado por las autoridades de México, donde fueron deportadas varias de estas mujeres.
La ejecución de operaciones en el cuerpo de mujeres, sin necesidad médica y sin su conocimiento ni consentimiento constituye un horrible crimen. No podemos sino compararlo con los experimentos horrendos realizados en el cuerpo de mujeres judías en los campos de concentración de la Alemania nazi.
Pocas de ellas sobrevivieron al martirio (entre ellas una familiar de quien firma) pero alcanzaron para alertar al mundo de los asesinatos que se pueden cometer en nombre de la ciencia médica y la investigación.
Cirugías forzosas aberrantes
El silencio, la inacción de las autoridades en este horrible caso de abuso, en lugar de actuar rápidamente para alejar al médico y cerrar el centro, señala no solamente su indiferencia al sufrimiento de estas mujeres, a quienes por querer emigrar a Estados Unidos las tratan como subhumanos. Peor aún, la tolerancia a estos crímenes parece ser parte de un patrón de intimidación para hacer que las mujeres desistan de intentar venir al país.
Hasta hace pocas décadas había leyes en 21 estados que permitían esterilizaciones forzadas e involuntarias a mujeres que en teoría no eran aptas para reproducirse. Unas 60,000 sufrieron ese horrible procedimiento.
Parece increíble que en Estados Unidos y en nuestros días se someta a mujeres a un destino similar y someterlas a cirugías forzosas. Que se haga peligrar su salud y sus vidas innecesariamente. Que se las humille y que las traten como si fuesen ganado.
Las autoridades deben actuar esta vez con celeridad para detener estos crímenes contra inmigrantes y castigar a los culpables. Y si bajo Trump es imposible pedir justicia, la deben exigir de la próxima administración Biden.