DESDE HONDURAS: Una semana más de resistencia
La sociedad hondureña está mostrando una dosis de paciencia muy grande, mientras se cansa y cada vez sigue menos las noticias políticas. El partido de fútbol contra Costa Rica, para la clasificación del mundial, estuvo haciendo que la gente libere en buen grado la tensión y deje a un lado la política. Hasta Radio Globo ha perdido un punto de dramatismo y los locutores muestran cansancio. Esta mañana estaba escuchando la radio de los “golpeados”, y todo estaba tranquilo hasta que llamó un ciudadano, demandando que por cada manifestante muerto, debía matarse un policía; más tarde un líder sindical señalaba que si los padres de familia trataban de impedir que un director de escuela mantuviese la escuela cerrada, el sindicato actuaría legalmente porque se afectaban los derechos de afiliados a su “colegio sindical”.
Un poquito después la emoción se incrementaba un punto cuando la mamá de un policía, seguramente de origen humilde, llamaba llorando preguntando que cómo podían pedir que mataran policías si su hijo era uno de ellos y le dolería mucho verlo muerto. El locutor con cariño la recogía un poquito señalándole que no podía controlar las llamadas que le llegaban, y que dejaba platicar a los oyentes para que liberasen tensiones, le instaba a no preocuparse porque seguramente la situación no llegaría a mayores, para a continuación recordarle que era la policía y el ejército los que estaba matando ciudadanos que también tenían madres que lloraban.
Sí se ha cumplido en esta “semana extraña” las amenazas de muchos maestros que por sus paros van a hacer perder el curso escolar de forma definitiva a sus estudiantes. También el virus de la influenza que se está extendiendo en el país y golpeó a 25 escuelas que han debido cerrar temporalmente las clases contribuye a este objetivo. Por otra parte se han “tomado” algunas instituciones públicas para que éstas no pudieran laborar de formal cotidiana y se planificaron dos grandes marchas pacíficas, que se dirigían a pie, una hacia Tegucigalpa, y otra hacia San Pedro Sula, que debían coincidir con la llegada de los cancilleres de la OEA.
Por La Ceiba , camino a San Pedro no hay noticias de que pasara ninguna marcha a pie, pero supongo que las intensas lluvias de los últimos días han dificultado ese proceso y la gente ha preferido viajar en carro o autobús; en San Pedro y Tegucigalpa padres de familia se quejaron de que diferentes escuelas van a servir de albergue para los manifestantes (de hecho los maestros pidieron comida y otros enseres a los estudiantes para apoyar a sus compañeros).
O las tomas y las manifestaciones en Tegucigalpa de esta semana que califico de “extraña” no han sido importantes, los medios no han informado mucho sobre ello, o la policía y el ejército han moderado su actuación, porque no tengo noticias de que haya habido choques violentos desde los que se produjeron en la Universidad. Ya comenté que la gente en La Ceiba hace vida absolutamente normal. La gente está trabajando, no es temporada de vacaciones, pero también los balnerarios están concurridos (les recomiendo unas aguas termales espectaculares que están a minutos de La Ceiba, y otros muchos sitios muy agradables que rodean esta ciudad). Califico de esta forma la semana porque había sido anunciada como una con posibilidades reales de ser explosiva y sin embargo no pasó aparentemente nada en la superficie. En los subsuelos sin embargo las cosas se fueron moviendo de forma discreta.
Ayer apareció la noticia de que la policía había detectado una fuerte entrada de dólares en el país, que se cambió al por menor en bancos y el mercado negro durante la semana. El canciller López Contreras calificó que alrededor de una cantidad de tres millones de dólares fueron cambiados estos días para apoyar la tarea de “resistencia” (lo que cobra visos de ser cierto cuando se recuerda la libreta que se le incautó al hijo de Reina cerca de la frontera de Nicaragua en la que se encontraban recibos de cobros en dólares por parte de determinados líderes populares).
También se informó que unos 200 extranjeros habían sido detenidos desde el inicio del proceso por cuestiones calificadas de “políticas”. Finalmente varios funcionarios públicos han sido amenazados de muerte, y algunos han renunciado a sus cargos; en este sentido una noticia sorprendente ha sido que la antigua diputada del Partido Liberal Orfilia de Mejía, madre del vicepresidente Arísitides Mejía, en la actualidad negociador en Costa Rica, puso “precio a la cabeza” de su correligionaria Linda Coello, regidora del ayuntamiento de San Pedro Sula. Mientras tanto los organismos judiciales hondureños se mueven lentamente abriendo causas judiciales contra maestros y funcionarios públicos que dejaron sus funciones para integrar “la resistencia” calificada de popular.
En relación a los nombramientos de funcionarios públicos, durante la época de Zelaya, destaca con nombre propio la esposa de Flores Lanza, que voy conociendo que no sólo fue presentada por el ex presidente como candidata a la presidencia de la Corte Suprema , donde había servido como integrante durante siete años y por tanto debía ser removida sin excusas, sino que también éste trató de integrarla como magistrada del Tribunal Supremo Electoral, donde se desempeñó como presidente el hijo de Orfilia de Mejía antes de ser nombrado ministro de Defensa.
Zelaya perdió esta batalla de compadrazgos característico del perverso sistema autoritario hondureño y por ello ahora critica a dos órganos que no pudo manipular: la Corte Suprema de Justicia, y el propio Tribunal Supremo Electoral que es el responsable de conducir el proceso de las próximas elecciones de noviembre. La funcionaria en cuestión finalmente fue nombrada, como ya se señaló, representante de Honduras ante el Banco de Integración Centroamericana, en donde se identificó con los “golpeados” sin ningún pudor, defendiendo entre otros los intereses de su esposo y el ex presidente (no como Hillary Clinton que quiere que la respeten como Secretaria de Estado), no defendiendo a Honduras, sino demandando que ésta castigada por el banco centroamericano. El estilo de toma de decisiones sobre la selección de funcionarios públicos, sobre todo de los que deben garantizar el funcionamiento democrático de la nación actuando con imparcialidad debe integrar sin dudas la agenda de reformas que Honduras debe enfrentar.
La extraña semana se complicó por las importantes reuniones internacionales que todo el mundo esperaba con ansiedad. Zelaya viajaba a México, en donde esperaba encontrar el apoyo de Calderón para la cumbre norteamericana y que concluyó con la imprudencia y descortesía poco inteligente del primero, que apoyó a López Obrador en casa de su anfitrión y una entrevista con Aristegui de CNN en español en la que se miraba que ni uno ni el otro se encontraban a gusto, a pesar de la explícita condena al “golpe de estado” por parte de la influyente periodista.
Siguió con la cumbre entre Canadá, México y Estados Unidos en Guadalajara, en la que en contra de lo esperado, finalmente Obama, respaldado sin ambigüedades por Harper y Calderón, calificó de hipócritas a los que demandaban su intervención en Honduras, pero condenaban su participación en otras partes de América Latina. Y concluyó con la sorprendente “bofetada” que Honduras le dio a Insulza y a la OEA cancelando la visita prevista para el martes 11 de agosto, por la presencia del Secretario General de la organización en la comisión enviada a “negociar”. Honduras le dejó claro a la OEA con esta decisión que no estaba dispuesta a perder el tiempo y les recordó su “soberanía” y el concepto de no “intervención”. En un principio la OEA cedió, informando que Insulza iría de observador, pero más tarde canceló la misión y deliberó en Washington sobre cual debe ser la respuesta adecuada ante la “insubordinación” y la “necedad” de este pequeño país bananero.
Después de esta reunión informa Diego Urdaneta (AFP) que el Secretario General señaló la comisión no cancelaba su visita, sino que ésta se retrasaría unos días y que Honduras debería aceptar los integrantes que la OEA determinara, afirmando que existían medidas más duras que se podían aplicar a éste país, e ironizando sobre la posibilidad de que aguantase las presiones hasta noviembre y que las elecciones fueran legitimadas por la comunidad internacional.
Si esta es la posición definitiva del profesor de ciencia política chileno no sería descartable que Honduras no facilitase a la delegación viajar a Tegucigalpa, y si la declaración de Insulza es más personal que institucional la parcialidad de sus apreciaciones, alejadas de lo que debe ser una negociación, probablemente le pasarán una importante factura política por su falta de tacto negociador.
Una pregunta que debemos realizarnos es qué pasa con el “acuerdo de San José”. Micheletti ya debe haber enviado a Arias, que ahora enfermó de Gripe A, la respuesta del gobierno hondureño. ¿Tendremos que esperar a que los ministros que envíe la OEA lleguen a Tegucigalpa para seguir una negociación que nadie ha cancelado? ¿Significa esta posición de la OEA una negación de la capacidad negociadora de Arias, o se teme por los resultados de un proceso que inició con imposiciones y que ligeramente ha ido abriendo la puerta a los matices? ¿Por qué Insulza interrumpió la posibilidad de una mediación que permitiese el diálogo interno en Honduras?
En los últimos días aparecen voces en Honduras favorables a la negociación entre los diferentes actores políticos del país. Sin embargo no queda clara la agenda de discusión y reformas, ni los agentes que con legitimidad puedan conducir un proceso de discusión sobre un sistema que hizo aguas y que se debe recomponer. Micheletti lanzó la idea de que Enrique Iglesias dirigiera ese proceso interno, sin embargo ya vimos como fue torpedeado por la OEA. Son varios los actores que hablan de diálogo. Es hora de platicar sobre una serie de reformas del sistema que se olviden de las personas y que hagan difícil que la comunidad internacional señale que un país con esa “voluntad” no sea democrático. Las elecciones caminan, convocadas por un poder independiente, antes del 28 de junio, y ningún candidato se ha retirado de la contienda.
Poco a poco los “golpeados” irán frustrándose, a pesar del dinero externo que reciben para “resistir”, defendiendo a una persona que no fue un ejemplo de manejo democrático y del que en su mayoría desconfiaban antes del 28 de junio. Sería bueno que comprendiesen que Honduras se encuentra frente a una oportunidad de cambio. Ello no será fácil en el caso de los más extremistas, por las grandes desconfianzas que existen, pero es la única forma de apostar responsablemente por la gobernabilidad de un país que unos y otros quieren que sea gobernado de una forma lo más democrática posible. Las desconfianzas frente a unas elites que usaron este país a su antojo son legítimas y comprensibles, pero el pueblo y las clases medias pensantes deben ser inteligentes para modificar en lo posible el sistema.
De momento el discurso sube de tono y a pesar de la moderación con las que las fuerzas de seguridad han actuado después del episodio de la Universidad, los “reservistas“ de las fuerzas armadas celebraron su “fiestas” con la presencia de los principales políticos del gobierno, y reafirmaron su posición de morir por la patria, y los militares han seguido ganando presencia política, ante el ataque de algunos sectores de la sociedad.
En este país no sólo “resisten” los “golpeados”; resiste el pueblo que no cree en la lucha de clases, resisten las clases medias, que quieren vivir en un país gobernable, resiste el gobierno, cuya misión es aguantar hasta noviembre y celebrar elecciones libres, resiste el ejército que trata de no involucrarse más en el escenario político, y la policía, que trata de no ejercer la violencia de una forma desproporcionada.
Resisten las elites que necesitan un pacto que mejoren las condiciones de convivencia y la economía, íntimamente relacionada con la región centroamericana. La “resistencia” será una oportunidad para que Honduras se dé cuenta de que las crisis políticas pueden enfrentarse sin el mediático apoyo de la comunidad internacional, ya que normalmente este apoyo se queda en unos pocos y sólo en algunos casos llega a la mayoría de la población.