Desesperado está Waldo Quiñones sin novia. Para más remate es verano y las mujeres andan casi sin ropa por la calle y a él se le cae la quijada de las ganas. Se inscribe en la Internet, concierta citas virtuales. Pero cuando aparecen las hembras no sabe qué decir. Entonces se le van, se le escapan. Lo dejan pagando la cita en restaurantes caros y en boliches de baile sin final feliz. La desesperación es enorme. Ya no aguanta. Pero cuando conoce a Susana, recién llegada, oveja nueva, se le cumple su deseo. A medias amaina. Susana paga la mitad de la cuenta, lo mima, lo acompaña. Como está recién llegada y no conoce a nadie y acaba de llegar a la casa de su hermana, se queda con él en la tienda de teléfonos celulares donde trabaja, sin paga. Le ayuda con las cuentas, lo deja coger con ella en el living de la casa de su hermana. Entonces Quiñones se siente más seguro y agarra vuelo. Reabre sus contactos de Internet bajo un nombre ficticio, Facebook, Meetup, Match.com, Craigslist. Todo se vale. Cuando aparecen las hembras sabe qué decir. Se siente como gallo canchero con Susana esperándolo en casa de su hermana. Romancea a las mujeres, las lleva, se las coge…seguro de si mismo, paga la cuenta con el dinero que le ha prestado su nueva novia, pesos que la desempleada le ha pedido a su hermana. Cuando Susana le pregunta donde ha estado, lleva la quijada bien cerrada.