Apareció el número 5 de Palabra Abierta
Tenemos el sumo placer de presentarles el quinto número de Palabra Abierta (www.palabrabierta.com), suplemento de cultura de hispanicla.com (www.hispanicla.com), con el que alcanzamos un escalón más en el intento de continuar difundiendo los ricos contenidos y formas de nuestra cultura hispanoamericana, a la par de aspirar a su confianza por llevarles siempre una lectura interesante y novedosa.
Esta vez, con los trabajos de nuestros autores, pretendemos que sus lecturas les revelen el hecho de que ustedes (lectores) puedan entrar en el juego —siempre interactivo— de la identificación y la diversidad, talmente como sucedería al recorrer un laberinto de espejos, en el cual encontramos nuestro “yo” multiplicado en diferentes imágenes y convertido en un ser-otro lúdico. En otras palabras, cada texto les daría la posibilidad de experimentar una gama de personajes y/o situaciones que, a veces, sólo se viven en los sueños, Ahora, mediante el camino de un espejo —a lo Lewis Carroll—, como es la Internet, vivimos un hecho que reviste un mayor enriquecimiento intelectual, en este ya nuevo estilo de vida de la comunicación y la información.
EN ESTE NÚMERO
El editorial de Manuel Gayol Mecías busca ahondar un poco más en este aspecto de la identificación y la diversidad, pero viéndolo como un sentido lúdico, de juego interactivo entre el lector mismo y su imaginación, en el variopinto descubrimiento de su otredad.
“La migración en Matías Montero Lacasa: contexto e imagen” es un análisis de Dalia Fernández sobre la obra de este artista argentino, Retratos Seriales Crisol, en la que una propuesta antropológica descubre la posibilidad de ser “otro entre otros”.
Siguiendo con el tema de la migración, «El ser diverso”, de Manuel Gayol, intenta un acercamiento intuitivo a las características antropológicas del cubano, hasta 1959, para ver cómo esa sociedad multirracial y multicultural iba potenciando su progreso.
En otro sentido, Constanza Révérend, en su trabajo “El proceso de la diversidad del mensaje: literatura e Internet”, nos habla de “la pluralidad, multiplicidad, complejidad y riqueza” que obtiene el lector en su diálogo con el mundo cibernético.
En la crítica, “Dos breves reseñas de Jorge Muzam” nos dicen cuál es la rareza del señor Wakefield, un cuento de Nathaniel Hawthorne; y cómo Roald Dahl, un “dandy amable” escribe “relatos macabros, sorpresivos, sombríos y espeluznantes…”.
Por su parte, en su fragmento de novela, “Radio Puente”,Héctor Huerga da la cruda realidad de los inmigrantes que aparecen muertos en la playa de Teinosa, isla de Fuenteventura, Canarias; y por qué esto es un serio problema para los enterradores.
Un cuento de Felisberto Hernández, “Nadie encendía las lámparas”, nos muestra la realidad a su alrededor como un acontecer extraño y sui generis; aquí lo simple de la circunstancia se convierte en un fascinante ambiente fantástico, a través de la apariencia de un desenfado ingenuo.
Pasamos ahora al realismo más espeluznante en el cuento de Irving Roffe, “Ya no hay decencia”, en el que un verdugo (¿un secuestrador, un narco o, simplemente, un asesino?) narra con frialdad, y de una manera original, los instantes más amenazantes de su vida.
La descripción de distintas emanaciones, de peste y efluvios, que un inmigrante cubano residente en Glendale, California, hace de su entorno, y de cómo le atraen los pies de su muchacha, es un relato muy singular de Julio Benítez en “El festín de los olores”.
En otro sentido, Yaron Avitov presenta su cuento “La máquina Singer de mamá”, relato que va de un realismo con un discurso narrativo de cierta naturalidad, y hasta ingenuo con dosis de ironía, a una solución final de corte surrealista que tampoco deja de tener humor.
El cuento de Ligia Minaya, “El último bolero que bailé contigo”, aparenta una sensiblería amorosa que nos recuerda a las telenovelas, pero el final es abierto, tanto que remite a una especie de drama de burla fina y disimulada, incluso, a la sospecha de que fuera un amor de viuda alegre.
De inmediato otra historia, pero ahora es una estampa de Roberto Álvarez Quiñones, “Las sensuales capuchonas”, que describe con humor los carnavales de Ciego de Ávila en Cuba, en los que las mujeres se disfrazaban para jugar bromas sexy a los hombres.
Seguimos con la poesía de “Gardelianas”, de Félix Contreras, poemas en homenaje a Gardel, al tango y que recrean Montevideo. Con aliento tierno y amables tonos, como si sintiéramos en la mañana las calles de brisa cálida y fresca, el poeta parece pasear por una ciudad acogedora.
“Admonición al peregrino”, de Ramón de la Cruz, nos da la vida como fragmentos de amonestaciones, advertencias y reconvenciones que se van a lo profundo de los sentimientos. Es una poesía como de ciertos señalamientos éticos.
Encontramos la “Oración del retorno”, de Esther Seligson, indudablemente profunda y dramática como un río que arrastra nuestros torbellinos humanos, pero que llega al punto de convertirse en testamento de una vida; una vida que nos interesa a todos.
Y, por último, David Torres nos ofrece sus sueños, levitaciones y nostalgias como una invocación suya a lo más íntimo. El recuerdo de las vivencias es aquí un manantial sagrado, el homenaje sentido del poeta a la esencia de su querida Esther Seligson.