De la mentira a la calumnia a la incitación al libelo de sangre
Sobre el acto terrorista en Nueva Orleans y la reacción de Trump y su entorno
La nueva administración que nos está por azotar el 20 de enero tiene varias características que la separan de todo el resto en la historia de Estados Unidos. Quizás la más sobresaliente es la práctica de la mentira para el uso cotidiano, constante, desvergonzado y miserable.
Lo hacen, y lo seguirán haciendo, porque la mentira les ha funcionado desde 2016.
Lo hacen y lo seguirán haciendo sabiendo que mienten de las orejas, que sabemos que mienten porque abren la boca, que la mentira es su manera preferida de verborrea política.
No por eso nos deja de indignar, al punto de tirar el bloque de papel al río y la pluma al abismo, si tuviésemos papel y pluma para escribir.
Saben que no importa si mienten, porque han creado una dicotomía tal en la sociedad estadounidense – en su lado está la mayoría de los trabajadores, de los habitantes rurales, de los hombres – una confrontación tal que la mentira no solo que no los descalifica, no solo no los excluye de los confines de la sociedad humana sino que avanza su proceso de toma del poder absoluto. No importa mentir; y a sus adeptos que ya llevan años asintiendo mansamente o rabiosamente con la cabeza a tanta estupidez, que mientan es una ventaja porque ganan. Porque lo que importa es el win, sea real o imaginario. Porque del otro lado está el enemigo. Porque han demonizado al otro bando – a los demócratas, a los liberales, a los periodistas, a quienes aborrecen a Trump, a los negros, a los latinos, a los judíos – al punto que piensan, saben, que los otros son los peligrosos, y que se debe dar un golpe preventivo, y de ahí los ataques armados que empezaron y no pararán.
Juan Ramón Jiménez en un pasaje de Platero y Yo que no he encontrado desde la infancia enumera las capas de sometimiento en la sociedad española de su tiempo. Quién le pega a quién. El español blanco, mucho más abajo el moro, mucho más abajo el judío, y finalmente el pobre borrico que adoramos.
Y como tanta es la diferencia que los muchachos de MAGA atribuyen a sus virtudes y nuestros defectos, que reconocen que la verdad ha muerto y que la violencia es una forma lícita de discurrir.
Pero parecería que debajo del burrito hay otro, más bajo aún, más peligroso aunque no saben el porqué ni el cómo, el inmigrante. Los indocumentados – y a la larga los inmigrantes legales que no sean blancos – son en realidad demonios disfrazados de gente. Aunque aparezcan ante nosotros como mujeres indefensas, niños aterrorizados y hombres vencidos por la vida.
Fue por esa razón que la semana pasada, el casi nuevamente presidente Donald Trump pudo repetir sin una pizca de vergüenza la mentira grande como una casa de que el terrorista que atropelló y mató a una veintena casi de personas en Nueva Orléans era un inmigrante. Al menos, que vino del otro lado de la frontera.
Leo en la columna de un simpatizante todavía cuerdo y capaz de escribir de Trump que sí, que fue un error, pero que la camioneta con la que segó las vidas de jóvenes que festejaban la llegada del futuro, la camioneta había cruzado la frontera dos semanas antes.
Lo cual no significa absolutamente nada, porque era una camioneta de alquiler y otro la había rentado y viajado al otro lado y vuelto y muchos días después el fulano asesino la rentó.
Un fulano asesino que se llamaba Shamsud-Din Jabbar, que no era ni mexicano ni salvadoreño ni latino siquiera, sino de origen árabe, musulman. No extranjero sino nacido en Texas y un veterano de las guerras estadounidenses. Que, dicen, se inclinó por los más locos aún del Yihad y se puso el uniforme de la muerte.
Trump – el horror, el horror – insistió en la mentira, sabiendo, tal como lo sabía Goebbels, que al repetirla la normalizaba, escribiendo en la plataforma social de su propiedad Truth (jaja): “Cuando dije que los criminales que vienen son mucho peores que los criminales que tenemos en nuestro país, esa afirmación fue refutada constantemente por los demócratas y los medios de noticias falsas, pero resultó ser cierta”.
¿De dónde sacó el dato? De la cadena noticiosa Fox News, la más popular de Estados Unidos, que la difundió sin verificar ni dudar, pero que se animó a agregar dos líneas de precaución diciendo que lo que afirmaban no se había confirmado (entonces, ¿por qué lo informaron?) se retractó pocas horas después con lo que le queda de integridad periodística.
No importa. Tampoco importa, porque los de Trump hicieron oidos sordos a la clarificación y siguieron afirmando que el asesino demuestra la necesidad de mano dura contra los inmigrantes.
En Twitter, Donald Jr., el hijo mayor del presidente, siguió el ataque a la verdad, publicando para su millón de seguidores que este fue “El regalo de despedida de Biden a Estados Unidos: terroristas migrantes”.
Biden’s parting gift to America — migrant terrorists. https://t.co/PQBr8A6KDt
— Donald Trump Jr. (@DonaldJTrumpJr) January 1, 2025
Y la congresista republicana de Georgia Marjorie Taylor Greene, uno de los esbirros más temerarios al servicio de Trump, tuiteó de inmediato que “¡Se dice que un atacante terrorista de Nueva Orleans cruzó la frontera por Eagle Pass HACE DOS DÍAS! ¡¡¡Cierren la frontera!!!”
“Se dice”, escribió. Pero cuando fui a buscar el “tuit” no lo hallé. La borró. ¿Le quedará algo de vergüenza?
Entonces, quien cruza ilegalmente la frontera es según ellos un terrorista y un asesino en ciernes, un enemigo armado peligrosamente, para quien se aplica el dicho talmúdico הקם להורגך השכם להורגו – en mi traducción libre, “quien se levanta a la mañana para matarte, apúrate para matarlo antes”.
Sí, han cruzado ilegalmente quienes están en las listas de enemigos del estado, especialmente de grupos islámicos. Según una investigación de NBC, han sido 1,400 durante los cuatro años de Trump y 1,700 en los cuatro de Biden. Son muchos, sí: dos de cada 10,000 migrantes.
Recordemos: el terrorista de Nueva Orleans no vino de la frontera; era ciudadano, nacido aquí.
Pero después de que Trump señaló el inicio de la razzia a la voz de aura, dirían Les Luthiers, le siguieron sus obedientes seguidores – cuya vida política depende de una palabra del presidente – entre ellos el presidente de la Cámara de Representantes, el ayer reelecto Mike Johnson de Luisiana – el estado donde sucedió el ataque -, quien en entrevista con Fox News. Los republicanos del Congreso, dijo señalándose con el dedo, han estado «haciendo sonar las alarmas» sobre «la idea de que gente peligrosa estaba llegando aquí en masa y estableciendo células potencialmente terroristas en todo el país».
Aquí está el vídeo con todo lo que dijo el señor.
Pero, ¿no que no era? ¿No que era mentira?
Su mentira es la antesala de la calumnia que lleva a la incitación que culmina en el libelo de sangre. Y los inmigrantes indocumentados más pobres, los más desamparados, los desprotegidos de siempre terminarán como víctimas de esta campaña insensata de odio.