El Gran Lider y sus súbditos en el Congreso Nacional Republicano
Durante la Gran Purga en la entonces Unión Soviética hace 100 años, era frecuente que los líderes políticos caídos en desgracia con el dictador Stalin anunciaran durante sus falsos juicios por traición que eran culpables y declararan su fidelidad eterna al líder. La mayoría de ellos fueron condenados a muerte y ejecutados el mismo día.
Lo que sucede en el partido Republicano de Estados Unidos por supuesto no llega a tales magnitudes de crueldad. Pero el cinismo es parecido.
Durante los primeros tres días de la Convención Nacional Republicana (RNC) hemos visto un desfile de figuras políticas que hasta este momento eran conocidas como presuntos rivales del líder Donald Trump, como oponentes, candidatos a reemplazarlo, feroces críticos.
Uno tras otro subieron al estrado y declararon su conversión total, su fidelidad a Trump y su apoyo irrestricto. Las diferencias – ideológicas o personales – con el expresidente ni siquiera se mencionaron. No fue necesario.
Fueron la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, el gobernador de Florida Ron de Sanctis, los senadores Marco Rubio y Ted Cruz y otros.
Un fenómeno similar pero en la misma escala presenciamos el primer día del evento, cuando Trump anunció que su compañero de fórmula electoral y candidato a vicepresidente sería el senador por Ohio J.D. Vance. No hace mucho, Vance se había definido como parte orgánica del movimiento “Never Trump” y comparado a su actual líder como “Hitler”. Vance es ahora poco más que una imitación grotesca y juvenil de Trump.
Estos son ejemplos, por si fuere necesario, de la metamorfosis sufrida por el partido Republicano, convertido en una agrupación trumpista, caudillista e incondicional.
De la misma manera, en estos días de la convención no se discutieron posturas ideológicas ni la naturaleza del partido ni el futuro del país, sino que se dedicaron a repetir falsedades y artilugios de la propaganda electoral.
Así, el día de ayer se dedicó a la inmigración, vista como un peligro existencial al país, como una invasión de criminales y traficantes de drogas, con una llamada a la militarización de la frontera, le deportación de todos los indocumentados y una reforma que negaría la ciudadanía a hijos de indocumentados nacidos aquí – aunque contradiga la Enmienda XIV de la Constitución, que desde 1868 reza “Toda persona nacida o naturalizada en los Estados Unidos y sujeta a su jurisdicción, será ciudadana de los Estados Unidos y del estado en el que resida”.
Ted Cruz dijo: “Nos enfrentamos a una invasión en nuestra frontera sur” y también “Cada día mueren estadounidenses: asesinados, agredidos y violados por inmigrantes ilegales que los demócratas han liberado”. El conductor del programa anunció: “300.000 estadounidenses han muerto ahora, no por una bomba nuclear sino por el letal fentanilo introducido a través de la frontera abierta de Biden”. Y también “Biden.. dijo a los ilegales que vinieran aquí y atacaran nuestra frontera”.
Vivek Ramaswamy, otro ex rival de Trump, dijo a los indocumentados “Te devolveremos a tu país de origen, no porque seas mala persona, sino porque infringiste la ley”.
Otro orador agregó: «Millones de ilegales inundan nuestras fronteras, enarbolan banderas de Hamás en nuestros campus y gritan ‘muerte a Estados Unidos’.
En suma: la Convención Nacional Republicana ha sido un repositorio de odio contra los inmigrantes y de adulación incondicional a Donald Trump.