El Rodillo, la Swástica y el Wunderteam
Perú en los Juegos Olímpicos de 1936: la primera noticia que tuve sobre este episodio está contenida en el prólogo de un libro de anécdotas del fútbol chileno. En principio puede sonar extraño, pero no lo es en absoluto. La suerte de nuestros pueblos, en éste como en otros ámbitos, tienen más semejanzas que diferencias, por más que patrioteros de ambos lados de la frontera hagan hincapié en resquemores y viejas heridas que de hecho existen, no lo vamos a discutir.
Aprovechemos que historia y leyenda coinciden en hora, día y lugar. Más aún si esto no siempre ocurrirá a medida que avancemos.
Medianoche, 28 de julio de 1927 en la casa de Ricardo Arbe, ubicada en Sáenz Peña 754, Solar Santa Ana, Puerto del Callao. Un grupo de muchachos entre 11 y 15 años del Colegio Marista entonan el Himno Nacional para recordar los 106 años de Independencia del Perú. Con su canto emocionado y una que otra desafinación propia de la pubertad, dejan sellada la fundación del Club Sport Boys Association, nombre inspirado de la rama de natación “Old Boys”.
El color original de la camiseta les otorga el apodo de “Los Rosados” y, más tarde, “La Misilera”, en alusión al puerto, las aguas del Pacífico, el fútbol, los disparos y los goles. Campeonatos nacionales y participaciones internacionales son una prueba indeleble de aquello. Nada que discutir. El nombre de Sport Boys queda inscrito en el siglo XX entre los grandes del fútbol peruano, junto a Universitario de Deportes, Sporting Cristal y Alianza Lima.
Sin embargo, los hinchas de Sport Boys aseguran que su mayor patrimonio histórico radica en el aporte a la Selección Peruana de Fútbol que participara en las Olimpiadas 1936, organizadas por la Alemania Nazi en su momento de mayor esplendor.
El punto de partida de esta gesta es el enfrentamiento entre un combinado preolímpico –integrado por jugadores de Alianza Lima, Universitario de Deportes y la Círcolo Sportivo Italiano, todos clubes de la competencia local- y Sport Boys. Estos últimos ganan el compromiso 3 goles a 1 y sus once titulares, según las versiones que los propios hinchas han repetido durante décadas, no tardan en ser incorporados al equipo olímpico, no sin antes superar las duras pruebas médicas y de resistencia exigidas por la dirigencia.
De acuerdo a los registros de la época, la alineación del equipo de Sport Boys corresponde a Víctor Marchena en el arco, Raúl Chappell y Guillermo Pardo en defensa; Segundo Castillo, Carlos Portal y Miguel Pacheco en el mediocampo; Aquiles Westres, Jorge Alcalde, Alberto Baldovino, Guillermo Arostegui y Teodoro Alcalde en el ataque. De ser cierta la afirmación de la hinchada, la mayoría de estos cracks, por no decir todos, hace sus maletas para vestir la camiseta de la banda sangre en tierras teutonas.
La segunda mitad de la historia -y de la leyenda- la aporta la gira realizada a Chile, en 1935, por Alianza Lima, uno de los clubes más longevos del fútbol peruano, campeón consecutivo entre 1931 y 1933 y también de ese año. En la ocasión, su efectiva delantera propina a los equipos locales sendas goleadas en los Campos Sport de Ñuñoa (futuro Estadio Nacional) y Playa Ancha de Valparaíso, ambos recintos deportivos convertidos décadas más tarde en centros de tortura del dictador Augusto Pinochet: los derrotados son Magallanes (1- 3), Colo – Colo (0 – 4), Audax Italiano (0 – 2), Unión Española (1 – 3) y Wanderers (1 – 3).
Los hinchas – cronistas cuentan emocionados que tras esta gira la delantera de Alianza se gana el apodo del “Rodillo negro”, por cuanto tres de sus jugadores, Lavalle, Magallanes y Villanueva, pertenecen a esta raza. Antecedente suficiente para que el trío forme parte de la Selección Olímpica y los hinchas los consideraran la base de aquella accidentada gesta en el Viejo Continente.
Una historia más silenciosa pero con pergaminos que lucir es la del Club Universitario de Deportes, fundado en 1924 por estudiantes de la Universidad de San Marcos, con 25 títulos a su haber, y subcampeón de la Copa Libertadores de América de 1972.
Haciendo valer lo establecido en las bases del campeonato de 1934, Universitario exige a la Federación Peruana de Fútbol un partido para dirimir el campeón de ese año con Alianza Lima. La “U” triunfa por dos goles a uno, poniendo fin a la racha de tres años de sus clásicos rivales limeños. De ese equipo destacan el defensa Orestes Jordan, el mediocampista Carlos Tovar y, sobre todo, el delantero Teodoro “Lolo” Fernández.
FÚTBOL TOTAL
En 1921, en el pleno corazón de Europa, el entrenador Hugo Meisl tiene su segunda oportunidad de dirigir a la selección de Austria. Su receta radica en mover el balón a ras de piso, dar los pases cortos y presentar una alineación con sólo dos defensas, tres mediocampistas y cinco atacante (conocido como W – M). Su filosofía se resume en la máxima “la mejor defensa es un buen ataque”. Para hacerla realidad, los juradores ponen en práctica una marca asfixiante al rival, de manera de recuperar el balón lo antes posible y así dirigirse sin demora al arco contrario. Además, se modifica la dieta proteica de los seleccionados, disminuyendo el consumo de carne y aumentando los hidratos de carbono.
Meisl no es un novato en esas lides. Ya en 1912 se desempeñó como entrenador de Austria, labor interrumpida en 1914 para participar como combatiente del ejército en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, ahora es el momento de poner en práctica las enseñanzas que recibiera de su maestro, el escosés Paul Hogan, padre de la conocida “Escuela del Danubio” o “fútbol moderno” y antecesor de la “Naranja Mecánica” holandesa de los años 70.
El trabajo de Meisl comienza a rendir fruto a partir de 1931: 14 partidos invictos, 11 victorias y 3 empates. Y goleadas históricas a selecciones como Alemania, Hungría -quien tras esta humillación adoptaría el estilo de Austria con éxito en campeonatos mundiales venideros- y Escocia.
Entre 1931 y 1934 Austria alcanza un nuevo record: 31 partidos, 28 victorias, un empate, dos derrotas y 102 goles. Se ganan el mote de favoritos para el Mundial de Italia de 1938 al derrotar a los locales por 2 goles a 4 en el Estadio Mussolini de Turín en un partido de preparación.
Durante su paso por este campeonato, el ya reconocido “Wunderteam” (equipo de ensueño) deja en el camino a Francia y Hungría. Los italianos se toman la revancha, eliminándolos de su paso a la final, pero sin poder borrar lo logrado por el técnico Hugo Meisl y sus discípulos.
OLÍMPICOS
Los archivos entregan la siguiente alineación de un risueño equipo peruano en los Juegos Olímpicos de 1936: en el arco Juan “Mago” Valdivieso, quien también cuenta con dotes de goleador (Alianza Lima); en la defensa Oretes Jordan (Universitario de Deportes), Carlos Tovar (Universitario), Arturo Fernández Meyzan (Ciclista) y Víctor Lavalle (Alianza); en el mediocampo Segundo Castillo (Sport Boys), Alejandro “Manguera” Villanueva (Alianza); y en la delantera Adelfo Magallanes (Alianza), Jorge “Campolo” Alcalde (Sport Boys), José “Cholo” Morales (Alianza) y Teodoro “Lolo” Fernández (Universitario).
La participación de Perú en esos Juegos Olímpicos comienza de la mejor manera: derrotan por 7 goles a 3 a Finlandia, gracias a la acción –como es de esperarse- del “Rodillo Negro”. Esto le permite pasar a los cuartos de final y jugar frente a un equipo que cuenta con una condición casi de local y favorito: el “Wunderteam”.
En este momento comienzan a surgir las versiones y los diferentes registros. Austria corresponde al país natal del entonces Führer Adolf Hitler, motivo por el cual acompaña a su selección desde las tribunas de honor. Lejos de intimidarse, Perú vence en un accidentado partido por 4 goles a 2 al “Wunderteam”, después de estar en desventaja 2 goles a 0 y con la anulación de tres de sus conquistas. Este antecedente, más la decisión de la FIFA de repetir el partido a puertas cerradas dan origen a la leyenda y dejan a la zaga a la historia. ¿El motivo de la decisión de repetir el partido? Las medidas de la cancha no son las reglamentarias.
El Presidente de facto peruano, el general Óscar Benavides (se había quedado en el poder después de anular las elecciones de 1933), hace un alto en su persecución de comunistas y apristas y ordena a la delegación olímpica regresar al país el 11 de agosto en señal de protesta, lo que se cumple de inmediato. Las fotografías de la época muestran el recibimiento heroico de los futbolistas en Lima por haber sido capaces de despreciar la prepotencia Nazi.
“Yo estaré siempre a la cabeza de todos los peruanos cuando se trate de dignificar el esfuerzo y robustecer los sentimientos patrios, que son los vínculos indisolubles que rigen las nacionalidades”, declara el mandatario.
La Sociedad Nacional de Industria aprovecha hace su aporte en exaltar el espíritu nacional con un lema difundido por los medios de comunicación: “Consuma productos peruanos, su nacionalismo salvará al Perú”.
MITO
El paso de los años le otorga el carácter mito, reforzado por las visiones entregadas por los hinchas – cronistas peruanos y aún más por las recientes reflexiones del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, siempre proclive a exaltar las gestas llevadas a cabo por los marginados del mundo.
“¿Por qué no lo han difundido? (…), tendría que enseñarse en las escuelas –se cuestiona Galeano en una entrevista televisiva. Más adelante plantea lo que un maestro debe decir en las aulas-. (…) ¿Saben una cosa niños? Nosotros pertenecemos a un país que humilló a Hitler”.
La participación olímpica que tanto entusiasmo ha despertado en los futboleros sudamericanos se encuentra conformada por los siguientes elementos:
- La derrota que Perú le propinó a uno de los equipos más poderosos del fútbol mundial.
- La intervención de Adolf Hitler para modificar el resultado de este triunfo.
- La presencia masiva de peruanos en el estadio Hertha Platz dispuestos a hacerse respetar.
- Las actuaciones descollantes de los jugadores peruanos que incluyó un penal atajado por el arquero Valdivieso y los cinco goles de “Lolo” Fernández.
- La contundencia del “Rodillo Negro” al humillar al fútbol científico del “Wundersteam”, lo que fue considerado inconcebible por la propaganda Nazi.
- La serie de trabas –incluyendo una marcha de partidarios del Nacional Socialismo por las calles de Berlín que detuvo el tránsito por unos minutos- que impidió a la delegación peruana llegar tiempo al Comité Olímpico para defender su postura, motivo por el cual prevaleció la impugnación austríaca.
- El regreso de la comitiva a Lima en medio de vítores por su condición de héroes nacionales.
Así como Galeano, también han surgido en el último tiempo voces discrepantes con esta aventura futbolística –tanto peruanas como europeas-, al punto de desestimarla en parte o completamente. Estas voces se podrían resumir en:
- Perú le ganó a un equipo austríaco amateur.
- Hitler no estuvo en las tribunas ni tuvo ingerencia en la eliminación del equipo sudamericano.
- La repetición del partido se debió a que un puñado de hinchas peruanos invadió el campo y agredió a los austríacos. En esto hay discrepancias en el número, que van de uno a mil.
- No existe registro que avale que el “Mago” Valdivieso atajara algún penal, así como tampoco de goles peruanos anulados.
- El “Rodillo Negro”, conformado por delanteros de raza negra, hábiles y certeros, no sería tal, sino más bien historias ficticias de acuerdo a la tendencia de los hinchas. La mayoría de los jugadores peruanos era de tez blanca.
- La fallida apelación peruana se debió a la negligencia de los dirigentes que no llegaron a la hora fijada por los organizadores para hacer su defensa.
- La recepción heroica de los jugadores fue una puesta en escena del régimen de Benavides para acallar las protestas de descontento de la oposición.
Después de mucho trajinar, y queriendo hacer una pequeña marca en el océano de nuestra historia futbolera, he aquí una humilde contribución a la historia del “Rodillo Negro”:
- Perú sí derrotó a una de las mejores selecciones del mundo de la década del 30. El “Wunderteam” se encontraba en su momento de mayor esplendor y que duraría hasta su participación en el Mundial de Italia de 1938, independiente si sus astros fueron o no titulares (¿acaso tiene que estar Pelé, Zico o Ronaldo en la cancha para que valga la pena ganarle a los brasileros?).
- Si bien la racionalidad y los antecedentes apuntarían a la ausencia y a la no intervención de Hitler en la determinación de repetir el partido, la historia posterior del Nazismo ha demostrado que su accionar no estuvo basado en decisiones cuerdas y la lógica no aporta demasiado a la hora de hablar de genocidio, exterminio y superioridad racial.
- Ya sea porque las dimensiones de la cancha no son las adecuadas o bien porque hubo invasión de hinchas a ésta, la medida de anular el partido resulta excesiva y, por decir lo menos, antojadiza. Si fuese así de tajante el fútbol, con sanciones de ese tipo a las barras bravas, varios clubes importante de Chile estarían jugando en tercera división.
- La delantera peruana contó con una notable efectividad: 11 goles en dos partidos.
- De los 11 jugadores peruanos que vencieron a Austria, tres eran de raza negra: Magallanes y Villanueva (mediocampista y delantero), más Víctor Lavalle (defensa), todos de Alianza Lima, sin olvidar a los ocho guerreros restantes y sus correspondientes equipos. Motivo más que suficiente para hablar del “Rodillo Negro” –en algunas partes de un negro intenso y en otras, plomizo- en las Olimpíadas de 1936.
- La decisión de repetir el encuentro fue en directo perjuicio del equipo peruano y bien estuvo al no aceptar tamaña afrenta.
- La recepción heroica de los jugadores en Lima constituye una muestra del fervor popular que ha despertado siempre el fútbol en todo el mundo y más aún cuando los triunfos no son el pan de cada.
Lo digo con conocimiento de causa y frustración recurrente.
Fuentes consultadas
www.arkiperu.com/blog
http://lacomunidadelpais.
http://danielrucks.com/
“Mundiales inolvidables, para gritar, para cantar, para llorar”, Antonio Martínez, entre otros autores, Uqbar Editores, mayo 2010, Santiago de Chile
Estimado Claudio, me has hecho recordar esos partidos que disputaban las selecciones de Chile y Perú, hace ya algunas décadas, cuando con mi primer hijo (después de ver los guantes de oro), disfrutábamos viendo ese juego limpio, atractivo y de muy buena técnica que nos regalaba la selección del norte. Como no recordar a Cubillas, Velàsquez, Sotil, La Rosa y tantos otros.
Mi afecto y cariño al pueblo peruano.
Para amenizar un texto tan bueno como este debiéramos remitirnos también a recordar los clásicos del Pacífico entre Chile y Perú. Siempre ha existido respetuo mutuo y mucha rivalidad en la cancha, estimado Rodríguez.
Hace poco la AFA revisó por primera vez en la historia un fallo de un árbiro quitando la sanción de una falta que no fue tal. Un milagro que debiera repetirse para traer un poco de justicia al deporte. Pero no me imagino tener que jugar un partido otra vez porque la cancha no tiene las medidas requeridas, al menos no me acuerdo de algo semejante!!
Impecable nota, lo felicito.
Sobre lo de Argentina 1978, no puedo olvida las duras declaraciones que diera Houseman en una nota reciente “No sabía qué pasaba en el país. Hoy que lo sé, me da asco. Le di la mano a Videla; ahora preferiría cortármela” (la tengo porque fue tema de debate virtual entre mis amigos). Todo un tema.
Saludos cordiales
Grande en la cancha y fuera de ella el loco Houseman, amigo Diego.
Un abrazo.
Triunfazo inolvidable, para el aplauso sin dejar de lado el respeto por el dolor. Excelente artículo sr. Rodríguez.
A propósito de lo de mi Argentina, la selección del 78 no deja de producirnos la dualidad que señala Lorena en lo que refiere al contexto pero en lo deportivo marcó un cambio de actitud al momento de armar los equipo pues antes de eso los seleccionados aburrían porque se juntaban jugadores a último momento y se iba a un mundial a perder, sin hacer nada destacable.. Es a partir del 78 marcamos un camino que convenció a los dirigentes y los hinchas. Hoy a ningún club le negaría un jugador a la selección. Luego llega el cuestionado Dios de la pelota.. VIVA ARGENTINA!
Gracias, Lorenita, por tu lectura. A propósito de lo que comentas, siempre me ha llamado la atención el mundial de 1978. Un montaje perfecto de una dictadura genocida que trae el elemento adicional de brindarle a la Argentina su primer título mundia con la magia goleadora de Kempes. Una relación de amo odio compleja y paradójica.
Me queda el consuelo que a Pinochet lo dio ni siquiera para eso.
Felicitaciones Claudio, un texto impecable por donde se lo mire. Solía mirar un programa de antología futbolistica en mis años de juventud y al leerlo se me vinieron a la mente muchas imágenes de tiempos que no viví pero que adoro sentir a través de los que revidan y re-cuentan para el aquí y ahora.
Ciertamente no cabe más que felicitar al equipo peruano por la hazaña deportiva, aunque entiendo que termine sepultada ante el horror del genocidio nazi. Seguramente quienes piden que esto sea más que una anécdota no pasan por alto la magnitud del holocausto pero para mi este hecho tiene la fuerza aplastante para hacerlo.. no obstante celebro que sea evocado de esta manera hoy.
A medida que leía no pude evitar asociar las artimañas de fiurer con las trampitas que el gobierno de facto de la Argentina de 1978 hiciera para ganar el Mundial que celebramos en casa mientras en distintos puntos del país se secuestraba y asesinaba a muchísima gente. El inolvidable 6-0 ante Perú sospechado de arreglo es un tema recurrente en todas las previas a un partido de la selección contra el país hermano. No falta ocasión en que el técnico de aquel momento César Menotti tenga que dar excusas por haber ganado el mundial en favor de los militares, porque para la mayoría ese mundial es una estrellita en el escudo de la selección pero al mismo tiempo un motivo de vergüenza o error imperdonable: cómo pudimos festejar tanto mientras nos matabamos entre nosotros.
Qué privilegio vivir en este continente americano, sin guerras mundiales ni criminales nazis, aunque de vez en cuando con uno que otro repugnante dictadorzuelo.
Todo mi abrazo al hermoso pueblo peruano. Buen escrito.
Gracias, amigos por los comentarios. Efectivamente resulta sano indagar en pequeños capítulos de nuestra historia, más aún si resultan tan sabrosos como la participación del fútbol peruano en las Olimpíadas de 1936. Hacerlo puedo implicar derribar ciertas mitologías y, al mismo tiempo, descubrir otras que se encuentran escondidas. Valorar el aporte de estos hombres en su justa dimensión me parece un acto de justicia.
El modo peruano de jugar fútbol ha destacado desde hace décadas por su rapidez, su limpieza y la destreza gimnástica de sus jugadores. Es un fútbol agradable de ver. Sin embargo, a la par de esa atractiva forma de jugar han venido adoleciendo de puntería certera para derribar los arcos contrarios.
Vuestra investigación demuestra que no siempre fue así, y que los peruanos pueden enorgullecerse de haberle dado su merecido a la prepotencia nazi, aunque quizás esos jugadores austríacos ni siquiera eran nazis en su totalidad. Pero sabemos que el racismo lo han llevado desde hace siglos y lo siguen llevando muy incrustado en sus genes.
Cuando terminó la guerra, miles de nazis austriacos y alemanes escaparon a guarecerse en este territorio americano de salvajes inferiores. Muchos vivieron y murieron en la más completa impunidad, muy proyegidos por las oligarquías locales, que se volvieron expertas en distraer y dar pistas falsas a los cazadores de nazis que llegaban por estos lados.
Bien por el fútbol peruano. Bien por América Latina.
Sólido artículo estimado amigo Rodríguez.
Interesante historia señor Rodríguez. Veo que se la ha jugado por desmitificar el gran mito del fútbol peruano.
Dado los antecedentes que usted expone, podemos considerar, como hermanos sudamericanos que somos, que le dimos la zurra futbolística a los arios y a sus aires de superioridad.
Extraordinario artículo.