Este año marcará casi medio siglo de celebración del Día de la Tierra

Este año marcará casi medio siglo de celebración del Día de la Tierra. Promulgado en 1970 por el senador estadounidense Gaylord Nelson (D-WI) y el congresista Pete McCloskey, un republicano de California, el primer Día de la Tierra reunió a millones de estadounidenses para exigir acciones para un ambiente sostenible. La gran movilización civil del Día de la Tierra impulsó la creación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el fortalecimiento de los fundamentos de la política ambiental de los Estados Unidos: la Ley de Aire Limpio, la Ley de Agua Limpia y la Ley de Especies en Peligro, todo en el mismo año.

Casi cinco décadas después, nos encontramos, como país, pero también como planeta, en un cruce donde el camino que tomamos colectivamente definirá nuestro mundo para las futuras generaciones: ¿Dejaremos que las emisiones de carbono responsables por el calentamiento global continúen, provocando un aumento del nivel del mar y causando olas de calor, huracanes, incendios forestales e inundaciones que son cada vez más frecuentes, intensas, costosas y mortales? ¿O tomaremos medidas, atendiendo a las advertencias de los científicos que tenemos hasta el año 2030 para reducir drásticamente las emisiones para prevenir impactos climáticos catastróficos?

Mucho ha cambiado desde el primer Día de la Tierra: el planeta es más cálido; logramos un avance bipartidista para restaurar la capa de ozono; nuestro liderazgo político se encuentra dividido sobre la base científica del cambio climático, para nombrar algunos. Pero el apoyo de los estadounidenses a un futuro ambientalmente sostenible y resiliente sigue siendo firme. A medida que el país se ha vuelto más diverso, en términos raciales y étnicos, las voces de quienes demandan acción también se hacen más fuertes y también más diversas. Y esas preocupaciones no son solo para aquellos que se identifican como ecologistas: al fin y al cabo, todos quieren (¡y necesitan!) aire limpio, agua limpia y suelo limpio. El vínculo entre firmes protecciones ambientales basadas en la ciencia y nuestro bienestar es claro. Recientemente, cada vez más sectores de la sociedad han elegido el Día de la Tierra para tomar medidas en defensa de las protecciones ambientales y de salud basadas en la ciencia y amenazadas por la administración de Trump.

La colaboración con los latinos de EE. UU. en temas del clima y para un futuro resiliente debería ser parte de una visión más amplia de la equidad social, energética y ambiental

El movimiento ambientalista nacional está preparado para aprovechar una oportunidad histórica de movilizar a grandes sectores de la población para que tomen medidas decisivas sobre el clima y una transición equitativa hacia un futuro sin combustibles fósiles. Me entusiasma el «respiro de aire fresco» que ciertas resoluciones del Congreso como el “Green New Deal” (Nuevo Acuerdo Verde) agregan a la conversación nacional. Me siento igualmente inspirado por la juventud y la vitalidad del “Sunrise Movement” (Movimiento Amanecer), evidencia de que los jóvenes estadounidenses están tomando acción climática.

¿Cómo encajan los latinos en esta movilización de la sociedad y qué hay en juego para ellos? Los latinos estadounidenses, el grupo demográfico más joven y de mayor crecimiento en el país, exigen cada vez más acciones firmes.

En las comunidades a lo largo de la frontera México-EE.UU. y en ciudades como Chicago, Los Ángeles, Nueva York y Miami, donde viven grandes poblaciones latinas, las personas están más preocupadas sobre el calentamiento global que el estadounidense promedio en todo el país, y muestran su apoyo a las reducciones de emisiones de carbono y acción en el Congreso ante el clima.

Esto no es sorprendente: los latinos han vivido los estragos de un clima cambiante en sus países de origen (o los de sus ancestros), y estas experiencias son un gran impulsor del desplazamiento climático de América Latina a los Estados Unidos. Como hemos informado mis colegas del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés) y yo antes, los latinos de EE.UU. son especialmente vulnerables a las amenazas climáticas por el lugar donde viven y trabajan (tanto en entornos rurales como urbanos), y estos impactos se ven magnificados por las disparidades socioeconómicas.

La reciente migración dramática de los puertorriqueños a los estados de EE.UU. después de los huracanes María e Irma, y la lenta recuperación de los barrios latinos de bajos ingresos de Houston después del huracán Harvey reafirma que los latinos están abrumados con los impactos del clima en los EE.UU.

A pesar de estas disparidades, hay cambios sociales y demográficos que indican que los latinos están desempeñando un papel cada vez más importante en nuestra economía a medida que se jubila la población “Baby Boomer”.

Los latinos de todas las edades laborales, jóvenes, maduros y mayores, representaron el 70 por ciento del aumento de la fuerza laboral de los EE.UU. en los últimos años, agregando dólares muy necesarios al producto interno bruto (PIB), así como a las reservas de la Seguridad Social, que están disminuyendo a medidas que los “boomers” cobran sus beneficios de jubilación. Entre los jóvenes latinos, las cifras son más reveladoras: los latinos de 16 a 24 años de edad están ingresando en la fuerza laboral civil al doble de la tasa de la población no latina.

Los latinos de EE.UU. también están avanzando en la vida política, ya que el porcentaje de latinos elegidos para un cargo público aumentó un 10 por ciento en el 2017.

Dada a la creciente importancia demográfica, política y económica de los latinos y su fuerte voluntad de acción, los líderes en el movimiento ambiental deben articular una visión de colaboración equitativa con la comunidad latina de los EE.UU. si es que queremos cumplir la promesa del Green New Deal de un futuro equitativo y resiliente al clima para todos, no solo para los latinos. Esa visión requiere un liderazgo fuerte que:

  • Moviliza a los latinos para exigir que el liderazgo del Congreso restaure las protecciones ambientales y de salud, y las agencias federales que nos protegen, diezmadas por la administración de Trump;
  • Aboga por una transición al 100% de energía limpia que brinda beneficios de salud pública, ambientales y económicos para los latinos en áreas urbanas y rurales, muchos de los cuales tienen bajos ingresos y están abrumados por los impactos del cambio climático;
  • Reconoce la importancia emergente de que los latinos participen en la conversación nacional sobre el cambio climático;
  • Integra el conocimiento y los conocimientos acumulados de las luchas históricas de los líderes latinos pasados y presentes del trabajo agrícola, la justicia ambiental, la fe, los negocios y la defensa, que han estado por mucho tiempo en la vanguardia de los impactos del cambio climático;
  • Convoca asociaciones entre las comunidades científicas, ambientales y vulnerables al clima para desarrollar, llevar a cabo y comunicar investigaciones científicas que evalúen las disparidades en los impactos del cambio climático y soluciones para reducirlos;
  • Reconoce los diversos orígenes culturales, sociales y religiosos de los latinos de los EE.UU., e involucra a estos constituyentes en formas culturalmente apropiadas.

Con motivo del Día de la Tierra 2019, reflexiono sobre cómo los latinos y otros inmigrantes enriquecen el tapiz cultural, científico, político y cívico del país, y cómo son la clave del sueño del Green New Deal.

Los latinos y otras poblaciones de color continuarán aumentando su participación en la fuerza laboral, y continuarán siendo gravemente afectados por el cambio climático. Necesitamos invertir en la fuerza laboral emergente para capacitar a una fuerza laboral saludable, económicamente segura y resiliente.

No debemos olvidar que la generación Boomer se hizo posible en gran medida debido al acceso a la vivienda, al crédito al consumo, a la tecnología, al transporte y, especialmente, a los buenos empleos, acceso que fue posible solo a través de importantes inversiones sociales que se vieron recompensadas al crear un “boom” social y económico para el país. Si bien nuestros tiempos son muy diferentes, la historia nos dice que las inversiones en la fuerza laboral seguirán creando riqueza para el país, y hacerlo de manera equitativa es una parte fundamental de la solución a la crisis climática planetaria.

El Dr. Juan Declet-Barreto es un líder de Voces Verdes leader y científico climático de Union of Concerned Scientists in Washington, DC

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