¿Frenar a Trump? Las esperanzas viven o mueren en el Congreso
Faltan solo 24 días para el inicio de la nueva sesión del Congreso estadounidense con los cambios dictados por las elecciones del 5 de noviembre en la que los estadounidenses votaron por una segunda presidencia de Donald Trump.
Como se sabe, los republicanos obtuvieron también mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, en donde arrebataron el control de manos de los demócratas.
Los nuevos líderes del poder legislativo tendrán escasos 17 días para prepararse para la toma de posesión de Trump. Desde el inicio de su campaña de reelección el caudillo lanzó una larga serie de demandas legislativas. Trump considera al Congreso como una extensión de su voluntad y no le cabe la idea de tener que hacer concesiones o postergar las acciones legislativas.
Pero se están perfilando en el seno del nuevo partido de gobierno ciertas diferencias entre las distintas facciones sobre las prioridades legislativas. Las facciones son sui generis, en el sentido de que todas y todos son incondicionales de Trump, quien como ha hecho en su primera vuelta, en algún momento escribirá un post en su plataforma social para dirimir las diferencias.
Sin embargo, ante la gravedad de los cambios anunciados por el ex y futuro presidente y la complejidad de la situación internacional, no se descarta que varios representantes y más aún, senadores republicanos arriesguen el resto de su carrera política y se opongan a algunas de las medidas más alocadas del nuevo gobierno.
Es pues el momento para que estos líderes reconozcan lo que hemos dicho repetidamente: que la aplicación de las declaraciones, anuncios y amenazas de retribución y violencia del magnate durante la campaña no traerá más que caos, crisis y problemas a la población.
La inmigración ha sido el caballito de batalla de Trump durante la campaña electoral, y su creencia es que su “base” no aceptará nada menos que una deportación en masa de indocumentados. Quien bate los tambores de batalla día tras día es Tom Hogan, el señalado como “Zar” de la frontera y quien promete deportar a ciudadanos estadounidenses, algo que a todas luces es ilegal.
Pero si se materializa al menos parcialmente esta serie de operaciones semi militares el efecto será rápido y notorio en el plano económico, con caída de producción y aumentos de precio, especialmente en la agricultura y la hotelería.
En el ámbito de los recortes de impuestos prometidos para sus seguidores multimillonarios: no tienen paciencia y una propuesta de ley golpeará las puertas del Congreso probablemente en el mes de enero, esto es, antes de que pasen dos semanas de presidencia.
De la misma manera la racha de órdenes ejecutivas que destruyan los avances de la administración Biden en la lucha contra el calentamiento global será rápida y directa. Pero en al menos una docena de estados con gobernadores republicanos la administración Biden ha comenzado a invertir miles de millones de dólares en proyectos ambientales, y sus gobernadores no querrán privarse de la popularidad que les podría dar una ola de creación de fuentes laborales.
Pero además, el Congreso debe votar por la extensión de la deuda para evitar un cierre del gobierno ya en marzo y un impago de la deuda potencialmente catastrófico. Un amplio sector republicano fue intransigente durante el gobierno de Biden, pero ahora que les toca volver a mantener las riendas del gobierno no todos serán tan irresponsables como cuando lo único que importaba era “mostrarles a los dems”.
Queda la guerra en Ucrania, que es el nudo gordiano de Europa. Pese al abrazo que le dio al presidente ucraniano Zelinsky durante la inauguración de la Catedral de Notre Damme hace escasos días, Trump se propone abandonar el apoyo militar y económico a Kiev y presionar por un cese de fuego que incluya concesiones territoriales importantes a Rusia. Sin embargo de manera tradiconal los senadores son «duros» en su enfoque internacional y más de uno de ellos luchará para revertir ese propósito.
Afortunadamente, en la Cámara Baja basta con que tres de los 220 congresistas republicanos retiren su apoyo a cualquiera de estas iniciativas para que pierdan la mayoría, lo que debería llevar a la búsqueda de consenso con los demócratas y la subsiguiente moderación de las medidas.
Además, hasta que no se designen nuevos representantes, tres republicanos más dejarán el recinto por haber sido designados inicialmente al gabinete de Trump.
Al Senado le toca a partir del primer día de sus deliberaciones aprobar los nombramientos ministeriales de Trump. Los republicanos tendrán la oportunidad de contener los peores instintos de su líder. Cae sobre sus miembros republicanos la responsabilidad por prevenir que un personaje grotesco como Kash Patel no esté al frente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y menos que Pete Hegseth, un comentarista de Fox News, con un bagaje de escándalos personales que crece cada día se convierta en el secretario de Defensa.
La oposición de estos senadores a ambos nombramientos será prueba de su verdadero patriotismo.
Asimismo crece la oposición contra el nombramiento de la ex congresista demócrata y fresca admiradora de Trump Tulsi Gabbard como jefa de todo el complejo de inteligencia estadounidense. Y la presión ejercida en evitar que Robert Kennedy Jr. sea el ministro de Salud Pública cuando lo que él pregona hace años es destruir el sistema nacional de salud, esa presión está en aumento. Incluye ya no solo la poderosa industria farmacéutica, que lo hace detrás de las bambalinas. Noventa y dos premios Nóbel pidieron esta semana a Trump anular el nombramiento. También está el nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado, que crea menos reacciones negativas que los otros.
Es probable, sin embargo, que incluso si se encontraran suficientes «justos» republicanos en el Senado para derrotar este u otro nombramiento, los otros pasarán como compensación por su atrevimiento. Especialmente después de que el ungido por Trump como próximo procurador general (o ministro de Justicia) el ex congresista Matt Gaetz tuvo que renunciar a su candidatura después de que trascendieron parte de sus andanzas en medio de acusaciones de que pagó por tener relaciones sexuales con niñas menores de edad. Y que el magnate no parece muy contento con la candidatura de Hegseth, por lo que trascendió que habría inicialmente ofrecido el puesto a su ex archirival dentro del partido, el gobernador de Florida Ron De Santis. Trump no querrá repetir la debacle de su primera presidencia, durante la cual seis nombramientos terminaron en nada.
En resumen, espero que haya entre los republicanos suficientes patriotas para prevenir los peores excesos en la segunda presidencia de Trump. Lo sabremos pronto.