Crisis en la frontera presagia endurecimiento de la Administración Biden
Los republicanos buscan obtener rédito político de la crítica situación a solo semanas de las elecciones primarias. Pero también hay más que inquietud entre demócratas, especialmente alcaldes de la zona fronteriza que no dan abasto a un flujo migratorio que ha desbordado la infraestructura y logística de sus ciudades
La situación en la frontera méxico-estadounidense se agrava. No solo se estima que alrededor de 10,000 migrantes son detenidos cada día, sino que en el sur de México se ha formado y avanza hacia el norte una columna de miles de hombres, mujeres y niños de todas partes del mundo que, como todos los migrantes de nuestra historia, buscan el cada vez más elusivo Sueño Americano.
La realidad es más que problemática para la Administración Biden que está presionada por republicanos que buscan obtener rédito político de la situación a menos de dos semanas del comienzo de las elecciones primarias.
Pero también hay más que inquietud entre demócratas, especialmente alcaldes de la zona fronteriza que no dan abasto a un flujo migratorio que ha desbordado la infraestructura y logística de sus ciudades.
Crisis y diplomacia
La preocupación es tal que Estados Unidos envió al secretario de Estado Antony Blinken a negociar una cooperación más proactiva del gobierno mexicano para detener a los migrantes.
Tras la reunión, que parece haber satisfecho a ambas partes, se anunció que Estados Unidos reabriría los puestos fronterizos y puentes ferroviarios que habían sido cerrados ante el arribo masivo de migrantes. Un indiscutible acto de presión de Estados Unidos que no pasó desapercibido al gobierno mexicano y que inmediatamente motivó la apertura de negociaciones.
El presidente Andrés López Obrador y sus funcionarios negociaron, pero también le recordaron a los estadounidenses que el problema de fondo en la cuestión migratoria está relacionado con la pobreza. Y, además, que Estados Unidos debería establecer un diálogo substancial con Venezuela y Cuba que, después de todo, es de dónde están arribando un considerable número de migrantes.
Endurecimiento de la política migratoria
Con los tiempos electorales generando presión, analistas sospechan que la Administración Biden está a punto de profundizar políticas de control fronterizo que no solo contradicen lo prometido en la campaña presidencial de 2020, sino que lo acercan cada vez más a las políticas de Trump.
En un claro ejemplo de promesas quebradas, recientemente la Administración anunció que se ve obligada a construir 20 millas de muro en la frontera. Una decisión que va en contra de lo prometido por el candidato presidencial Biden cuatro años atrás cuando afirmó que no agregaría ni una pulgada al muro.
Y como si todo esto fuera poco, como especulan algunos analistas políticos, Estados Unidos probablemente cambiará las reglas en lo que atañe a la recepción de pedidos de asilo. Un cierre de facto de la frontera para la mayoría de migrantes.
Del otro lado de la frontera, y el mismo día de las negociaciones de Blinken en Ciudad de México, un campo de migrantes en Matamoros fue arrasado por topadoras. ¿Una casualidad o el mensaje del gobierno mexicano que está dispuesto a ser más proactivo en en detener el flujo migratorio?
En un año de elecciones, Biden no se puede dar el lujo de una frontera en crisis.
Columna de migrantes
Y el mejor ejemplo de esa crisis, que oficialmente se niega, queda reflejada en la columna de migrantes que avanza desde el sur de México con la clara determinación de llegar a San Diego o a El Paso o a cualquier otra ciudad fronteriza.
Reportes sugerían que eran más de 6,000. Son de Venezuela, Cuba, Ecuador, Siria, de diversos países africanos.
Algunos han cruzado el peligroso Tapón de Darién. Vienen exhaustos, víctimas de la extorsión y robos perpetrados por pandillas y la corrupta policía mexicana.
Como siempre, muchos se habían subido y viajaban peligrosamente en el techo de trenes de carga que van hacia el Norte. Pero tras las negociaciones de Blinken en México, ahora los migrantes son obligados a bajarse y seguir su trayecto a pie.
Eso los lleva a poblados y ciudades en donde tratan de reabastecerse con la consecuente presión que experimenta la población y los recursos locales.
La gobernadora del fronterizo estado mexicano de Chihuahua, Maru campos Galván, estimó que desde Navidad habían entrado más de 2,500 migrantes y que había otros 3,000 encaminados hacia su estado. Alrededor del 80%, de Venezuela.
El gobierno de Chihuahua, que mantiene comunicaciones con las autoridades del gobierno federal y la embajada estadounidense, ha venido apoyando a los migrantes con alimentos, frazadas y, además, transportación a otras ciudades del estado a fin de descentralizar la carga logística.
Consideraciones económicas
Cuando se consideran las negociaciones de Blinken, el tiempo electoral y la pasada historia de las relaciones entre México y Estados Unidos, parecería que la Administración Biden necesita que México haga el ´trabajo sucio´ de retener a cualquier costo el flujo migratorio. Los estadounidenses pueden ayudar financieramente, pero debe ser México quien debe detener las columnas, disuadir y deportar si es necesario.
Los mexicanos saben que tienen que escuchar a un interlocutor tan poderoso. Después de todo, los une una relación comercial que en el primer trimestre de 2023 llegó a $263 mil millones de dólares, transformando al país azteca en el socio comercial más importante de Estados Unidos. Aún más problemático, el desequilibrio comercial es tal que, de acuerdo al Departamento de Comercio de EE.UU., 43% de las exportaciones mexicanas están destinadas al vecino del norte.
Así que si México no frena el flujo migratorio, Estados Unidos les puede recordar su dependencia cerrando uno o dos cruces ferroviarios con la consiguiente amenaza a la economía mexicana. Eso es exactamente lo que ocurrió y que motivó el viaje de Blinken a la Ciudad de México. Y eso es lo que inclina la balanza política a favor de los pedidos estadounidenses.
El factor político
Mientras tanto, en Estados Unidos, con un Congreso Nacional paralizado por republicanos que no están dispuestos a cooperar en el tema migratorio y las elecciones primarias estadounidenses que comienzan el 15 de enero en Iowa, para la Administración Biden ya no hay tiempo que perder.
Una encuesta de diciembre del Washington Post sugiere que, después de la economía, el tema más preocupante para la ciudadanía es la de inmigración. La consulta también indica que más de dos tercios de los participantes no aprueban la manera en que el presidente Biden está lidiando con el problema en la frontera. 54% dijeron que pensaban que Trump haría un mejor trabajo que Biden, quien recibía el apoyo de solo 24%.
Con una economía que mejora (como lo sugiere la baja tasa de desempleo, consistente creación de empleos, retorno de la confianza del consumidor y el relativo control de la inflación), es solo cuestión de recalibrar el mensaje económico para neutralizar la propaganda negativa que nace en las usinas informativas republicanas.
Pero la cuestión migratoria parece más complicada porque las imágenes que llegan de la frontera méxico-estadounidense son preocupantes. Son imágenes de crisis, desborde, disfuncionalidad. Lo que sugiere que a la Administración Biden la única movida que le queda en el tablero de ajedrez político es el de un control estricto de la frontera que proyecte una imagen dura y satisfaga a sectores del centro político que, nerviosos, han estado abandonando al presidente. Una movida más que riesgosa que antagonizaría a la izquierda progresista y a las organizaciones no gubernamentales que defienden los derechos de los inmigrantes y que, cada vez con mayor frecuencia, ya comparan a Biden con Trump, al menos en el tema de los migrantes. Una movida que, de todos modos, parece inevitable ante la amenaza existencial que una frontera descontrolada representa para la reelección del presidente.
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Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.