Los oídos sordos del periodismo
El presente es independiente, colaborativo y transfronterizo; es bilingüe y accesible; es el que se parece a nosotros
He gastado demasiado tiempo de mi vida en justificar; como migrante, como periodista, como mujer, como latina, como mamá, como casi todo. Pero ahora dedico gran parte de mi tiempo en justificar por qué es importante devolverle el diálogo al periodismo. Parecería broma, pero no lo es. Los medios tradicionales de comunicación no quieren soltar el poder. Cambiar el status quo representa ser cuestionados. Y, bueno, todos sabemos que nos encanta que nos acaricien el ego, pero reconocerlo en voz alta: queremos tener siempre la razón.
La desconexión con la audiencia
Estoy en Silicon Valley rodeada de directivos de corporativos tecnológicos, líderes de organizaciones sin fines de lucro y editores de medios de comunicación de gran escala e impacto internacional. Los escucho con atención y no me veo reflejada en ellos. ¿Por qué? Porque no me siento conectada en sus coberturas, no entiendo las motivaciones detrás de muchas de sus decisiones, no hablan mi idioma ni entienden mi conducta y porque hacen como que no me ven y tengo que forzarlos para que me sostengan la mirada.
No me sorprende que se sientan traicionados por una audiencia a la que no conocen, justo por eso. Los números en sus plataformas disminuyen y eso es directamente proporcional con sus ingresos. Si les pegas en el bolsillo, despiertan. Pero no logran comprender que no es que no nos gusten las noticias o no nos interese lo que publican, sino que no nos sentimos identificados con ellas. Hay una desconexión y la brecha cada vez se hace más grande. Se hacen de oídos sordos, pero siguen estirando la mano.
¿Cuál es el futuro del periodismo entonces?
Veamos el presente: es independiente, colaborativo y transfronterizo; es bilingüe y accesible; es el que se parece a nosotros. Sí, la situación actual nos obliga a crecer de manera horizontal, con nuestras comunidades. El periodismo de hoy, para que exista mañana, nos obliga a la escucha activa y la reflexión, a la construcción desde lo local. Si no, el desierto noticioso se hará más árido.
Y me hago muchas más preguntas. ¿Cómo se escucha a la comunidad? Nosotros, en nuestra trinchera, lo hacemos en cafecitos whatsapperos, pero admito no hay un estándar para todas las plataformas y mercados. Uno lo determina al conocer la comunidad en la que vive y trabaja, a la que sirve y con la que se compromete a brindar información. Es un proceso que debiera ser siempre inspiracional y no extractivo, es un camino de aprendizaje que no se recorre nunca solo. Tener conversaciones, generar diálogo, entrarle al debate, responder y preguntar, buscar la transparencia debería ser parte de nuestra misión.