Los boomerangs de Donald Trump

China respondió sin sutilezas diplomáticas: 'Si Estados Unidos quiere una guerra se la daremos del tipo que quieran'

Una visión sarcástica de boomerang es que lo lanzas y regresa para pegarte en la cabeza, lo que debe ser muy doloroso, tomando en cuenta que es un arma para cazar canguros.

Cuando se plantea el efecto boomerang, se refiere a que una decisión podrá regresar golpeando con fuerza, o sea como un evento sorpresivo y desconcertante, porque el arma no liquidó a su presa, sino que regresó con ímpetu.

Los aranceles de China y Canadá

Donald Trump empezó su gobierno lanzando muchos boomerangs para darse cuenta que volvían para golpear con fuerza. El primero de ellos seguramente es el de los aranceles que quiere imponer. Los chinos respondieron sin sutilezas diplomáticas. Con una respuesta no literal de: “Si Estados Unidos quiere una guerra se la daremos del tipo que quieran”.

Ese tono no lo esperaba nadie.

Para Trump los aranceles son un castigo, que se levantará en cuanto se cumplan las condiciones impuestas. Es como decirle a un hijo: te vas a tu cuarto y sales después de que escribas cien planas de “no volveré a fumar esa porquería”.

El boomerang regresó sorpresivamente –aunque se esperaba- con aranceles de regreso de China y Canadá aunque se suponía que el hijo escribiría las planas y que no debe ser contestón. Pero además, parece que alguien (¿los CEO de tres armadoras de autos principales?) le contó que ponerle aranceles a las empresas estadounidenses que operan en México, las iba a sacar del mercado en contra de los autos de sus competidoras porque sus precios aumentarían seriamente.

Hmmm, habrá dicho Trump, está bueno, los dejo respirar un mes, a menos que el castigo se levanté en contra de la promesa de invertir en Estados Unidos, para traerse sus plantas, aunque las mexicanas son las más productivas que tienen.

Crisis enegética y la contaminación ambiental

La propuesta de industrialización de Trump es una mezcla de chovinismo y ultranacionalismo, que rechaza todo lo foráneo, porque lo hecho en casa es mejor (Make America Great Again), hasta un golfo debe ser reconocido como nacional, especialmente si tiene petróleo.

Pero el boomerang será que Estados Unidos carece de suficiente energía para ese proyecto. De hecho ahora importa energía de Canadá. Pero si parte de la industrialización incluye Inteligencia Artificial, entonces tiene un problema fundamental.

“La inteligencia artificial generativa demanda diez veces más energía que los algoritmos tradicionales. Para Google y Microsoft, supone un consumo de electricidad superior al de 100 países distintos.[1]

Para los que felices usan el ChatGPT, se estima que una sóla sesión de ChatGPT 3 requiere 1.300 megawatts hora de consumo energético de parte de un centro de datos (data center), que es el equivalente a la energía de una planta nuclear”.

Pero a los riesgos económicos y sociales señalados por el avance de la Inteligencia Artificial (IA), tendremos que sumar los ambientales.

Ahora que está de moda tratar de producir semiconductores, hay que considerar la inmensa cantidad de agua requerida:

“Se necesitan entre 1.400 y 1.600 galones de agua corriente para producir 1.000 galones de agua ultrapura. Una planta de fabricación de chips promedio puede consumir diez millones de galones de agua ultrapura al día (multiplicarlo por cuatro para verlo en litros), tanta agua como la que utilizan 33.000 hogares estadounidenses cada día.”[2]

Y luego hay que considerar que esa agua queda muy contaminada.

Fuerte crisis económica interna

El otro boomerang lanzado por Trump fue imponerle aranceles a la producción agrícola, que desde México está controlada por empresas estadounidenses. Estas actúan como maquiladoras: rentan la tierra, usan mano de obra mexicana, y se llevan el producto, aunque se benefician de prácticamente de no pagar el agua. México subsidia al consumo estadounidense.

Cuando viví en la frontera, me sentía como criminal contrabandeando aguacates, porque en Ciudad Juárez costaba un dólar el kilo y en El Paso, eso era lo que costaba un solo aguacate. Ya veremos a cuánto sube el costo del tomate, las bayas, papaya, etc.

Este es un tema central, porque en el primer mes de gobierno de Trump la inflación aumentó y con los aranceles seguirá aumentando. Trump en su campaña culpó a Biden por la inflación (que iba a la baja), y ahora es de él, venga de atrás o de su guerrita comercial.

Festinar el efecto boomerang que golpeará severamente a Trump, pierde de vista que la inflación y descomposición que provocará esa política, golpeará a una buena parte del mundo, debido a la centralidad y peso de la economía estadounidense.

Si solamente el anuncio de los aranceles metió mucho ruido en el mundo, su entrada en vigor creará efectos que, o todavía no se calculan, o no se imaginan.

El boomerang le pegará a Trump, pero nos pegará a muchos más.

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Samuel Schmidt

SAMUEL SCHMIDT. Research Fellow en LLILAS, University of Texas, Austin. Miembro fundador del Instituto para Estudios del Futuro. Pos doctorado en Historia Latinoamericana por la Universidad de California en Los Angeles, Dr. En Ciencia política por la UNAM. Maestría en Ciencias Sociales, Universidad Hebrea de Jerusalén. Autor de 52 libros, más de 1,000 artículos. Creador de los conceptos crimen autorizado, tejido político, estado suplantado. Experto en humor político, análisis de redes políticas y crimen autorizado o la relación entre crimen y política.

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