Despidos angustian a los maestros
A la escuela del maestro con quien hablo han llegado 25 «pink slips», notificaciones de despido, sin fecha y que se pueden materializar o no en cualquier momento: 25 de un total de 150 instructores. Como siempre, primero despiden a los más jóvenes, los recién egresados, los que tienen menos de tres años y un día trabajando para el LAUSD.
Además, en los últimos seis meses no se ha contratado personal educativo nuevo en el LAUSD. En cambio, cuando se requería, se usaron maestros suplentes. A medida que llegaban las órdenes de recortar gastos, también éstos fueron alejados de las aulas, causando inquietud y consternación entre el alumnado. «Había varios maestros buenos, populares», explica. «Cada día que pasa la ansiedad crece. Viene de arriba: los supervisores del distrito local temen que los saquen de las oficinas y envíen a dirigir escuelas. Los directores de escuelas, que los mandarán a dar clases».
Mi interlocutor es maestro en una escuela secundaria de Los Angeles y describe el lúgubre estado de ánimo imperante en sus pabellones. Por la crisis en las finanzas del estado, el Distrito Escolar Unificado de Los Angeles (LAUSD) con sus casi 700 mil estudiantes confronta un déficit de 718 millones de dólares. Anunció el posible despido de unos 8,540 empleados para recortar 418 millones de dólares.
Es que más del 80% de los fondos anuales del LAUSD van al pago de salarios.
En varias escuelas secundarias , incluyendo del Este de los Angeles, los chicos se están organizando para apoyar a sus profesores y oponer su despido.
Según el plan presentado la semana pasada por el super-intendente del LAUSD Ramón Cortines, entre los despedidos unos 2,000 serán maestros de escuela primaria, 1,500 de secundarias, más de mil, empleados de la oficina central, 212 de los distritos locales, 100 profesores de educación especial, 115 administradores, 177 consejeros escolares y 217 especialistas en instrucción. Finalmente, 1,700 trabajadores en las cafeterías escolares, guardas, conserjes y secretarias.
El 14 de abril la junta directiva del LAUSD decidirá a recomendación de Cortines cuántos maestros perderán su trabajo. Después, la cantidad de alumnos por aula subirá. Los despedidos serán reemplazados por administradores.
La ansiedad, entonces, paraliza el progreso educativo. «Uno propone ciertos cambios y en la administración ni se toman la molestia», dice el maestro. En cambio, «por lo menos durante la mitad de su tiempo de trabajo [los administradores] se dedican a buscar nuevo», agrega. En estas condiciones, se hace más difícil enseñar, y los alumnos, lo perciben, lo resienten y se mortifican.
El maestro confía en que el sindicato de maestros, UTLA, va a luchar. ¿Cuándo? Probablemente en mayo y junio, cuando se acerque el fin del año escolar y comiencen los despidos. ¿Cómo? Con marchas y manifestaciones, dice, con huelgas parciales y controladas, y sí, con walkouts. Es decir: profesores dejarán las aulas para marchar a las calles.
En varias escuelas secundarias , incluyendo del Este de los Angeles, los chicos se están organizando para apoyar a sus profesores y oponer su despido.
En estos momentos, Cortines negocia con el sindicato de maestros UTLA alternativas parciales, como jubilaciones adelantadas. vacaciones no pagas o reducción de salario. En esto, los maestros no son los únicos; en empresas privadas y públicas, con o sin sindicatos, se multiplican los despidos o se demanda a los trabajadores una reducción de sus salarios. Como si cuando las ganancias eran pingues y el dinero caía del cielo se los hubiera participado de ellas. Para la comunidad inmigrante, la educación de los hijos es un tema de preocupación central. Para su progreso social y económico, para su inserción en su nuevo país, educarse es absolutamente primordial.
De por sí, en muchos casos alumnos y padres tienen dificultades idiomáticas por el corte de la educación bilingue.
De por sí, los programas de arte y extensión cultural no se dan, a menos que los financien las organizaciones de padres en las escuelas. Y entonces son aquellas de barrios afluentes las que se lo pueden permitir y las demás se quedan con agendas mínimas.
Aún así, California en general y Los Angeles en partícular están en los últimos lugares del país en cuanto a educación, y los primeros en abandono de escuelas.
Entonces, esos despidos masivos son algo que no pueden permitir.
Es cierto. En realidad, la comparación con el avión huelga: existen centenares de ítems en los presupuestos federal y estatales cuya cancelación solucionaría los más importantes problemas sociales y no le dolerían a nadie más que a sus promotores políticos y enriquecidos beneficiados. O sea: no falta dinero, o recursos, sino que por el contrario sobran. Pero para nuestros chicos y maestros son inalcanzables. En California en general y Los Angeles en particular la problemática educativa es más aguda y relacionada estrechamente con la cuestión migratoria y la existencia de una gigantesca masa de trabajadores indocumentados.
Totalmente de acuerdo con la preocupación que articula Lerner sobre los posibles despidos en el LAUSD. Con recortes presupuestarios y despidos de maestros, se deteriora la enseñanza. Esto redunda en un aumento de la deserción escolar (ya de por sí alta) y, por ende, se limitan las oportunidades de nuestros niños. Y no hay que ser mago para darse cuenta que un chico en la calle, sin educación, sin futuro, es una amenaza potencial. No es casualidad que 65% de la población carcelaria no haya terminado la escuela secundaria. Tampoco es casualidad que EEUU, con 2 millones de presos, es el país con la tasa de encarcelamiento más alta del mundo.
Un sólo avión F-22 (que felizmente el secretario Gates acaba de anunciar que dejará de ser producido), cuesta más de $300 millones de dólares. O sea que con dos aviones solamente, se podría cubrir el déficit del 2009-10 del LAUSD y encima sobraría dinero. Pero, de hecho, la educación y la salud no son prioridades en EEUU como lo es el sector armamentista y de defensa nacional.