Dodgers: también el béisbol representa Los Ángeles

En estos días de locura y a pocas horas del precipicio llamado elecciones presidenciales, me distraigo con información deportiva. La uso para cambiar de canal, para dejar CNN, MSNBC, Fox News, el New York Times de papel o en la computadora. Para respirar.  

Unos muchachones fornidos y de camisetas grises festejan en el estadio Yankees en el Bronx bebiendo cerveza y champagne. O bien volcando sus botellas sobre las cabezas de sus pares. Luego se quedan callados, mirando, mirando cómo los otros festejan. Están abrumados

Los Dodgers de Los Ángeles acababan de ganar la Serie Mundial en Nueva York, derrotando a los Yankees locales en cinco partidos. 

El deporte es el béisbol. 

Los Lakers en cambio, que comenzaron la temporada en octubre con tres triunfos locales, han perdido dos partidos seguidos. Luego ganaron uno. Eso es basketball.  Los he seguido desde los años ochenta, cuando Magic Johnson jugaba. Los playoffs se transmitían en altas horas de la noche en mi país. El otro equipo angelino de la NBA, los Clippers, tiene grandes expectativas. Pero cada año tiene grandes expectativas y no pasa de la primera ronda de los playoffs. 

Desde hace unos 20 años, mi ciudad tiene una pasión por el fútbol. El que se juega, tal como hace explícito su nombre, con los pies, contrariamente al football estadounidense: dice foot pero la pelota la agarran con las manos. Los del soccer son tres equipos: el LA Galaxy, el Club de Fútbol Los Ángeles – antes Chivas de Los Ángeles hasta que se fueron en 2014 – y en la liga nacional de fútbol femenino, Angel City FC. No es que antes no existía: la historia determina que equipos había desde 1902.

Y finalmente, para el fútbol americano hay dos equipos, los Los Ángeles Rams y los Los Ángeles Chargers. Es, o era hasta hace poco, común ver hombres latinos con las casacas o los suéters con los logos de los equipos, que correspondían a las pandillas a las que pertenecían. So pena de muerte no entraban en los barrios del equipo contrario, de la pandilla rival. 

En el festejo preliminar de la victoria, los hinchas de los Dodgers se congregaron fuera de su estadio. En mi barrio de Van Nuys – un municipio de 100,000 habitantes en el Valle de San Fernando con 63% de población latina – unos tipos explotaron petardos. El estruendo resonó por toda mi calle y aterrorizó a mis perras. Una se escondió debajo de la cama. La otra se pegó a mis piernas. Temblaba.

La municipalidad y el club organizaron un desfile para celebrar la victoria. En el año 2000 también ganaron, pero no hubo festejos ni desfile por el COVID. El desfile constó de siete buses con el techo abierto en el segundo piso y los jugadores con sus familias, y los periodistas, saludando. Más de cien mil personas los vitorearon a lo largo de su camino desde el centro – downtown – de la ciudad hasta el estadio. 

Anecdóticamente hablando, la mayoría de ellos, latinos. 

Una amiga periodista que trabaja para Metro – la agencia de transporte del condado – cuenta cómo quemaron un autobús del servicio y cómo llenaron de grafitti otro. A ese lo mandaron para pintarlo como nuevo. Los pintores de brocha gorda son también latinos.

Vi pocos minutos del partido final de los Dodgers por acompañar a Celia que es gringa y defiende ese deporte. A mi juicio no pasa nada y los jugadores básicamente esperan su turno mascando tabaco con la boca abierta y esperando su turno mientras se apoyan en una baranda que cualquier día se rompe. Así que me quedé por un tiempo y luego me escabullí para caminar con los perros. 

Pero volví a la tevé para ver las reacciones. Entrevistas con la gente en el estadio en Nueva York. Escenas de restaurantes donde se congregaban los aficionados en Los Ángeles. Una vez más me llamó la atención. Oiga: hay muchos latinos aquí. Con las camisetas y las gorras. Latinos que hablan solamente inglés. 

El béisbol… busco definiciones y me acuerdo de las que le daban al fútbol: veinte tipos corriendo detrás de una vejiga inflada. Pero la verdad, es mucho más que ello. Es un háppening, diría con regocijo mi entonces amigo Rubén Kanalenstein. El béisbol tiene en Los Ángeles una cultura profunda, asentada en las tradiciones de la ciudad. El béisbol nos representa, no menos que el soccer con sus hinchas en su gran mayoría mexicano americanos y sus jugadores una delegación de Naciones Unidas. Aunque quizás menos que el básquetbol, pero quizás digo eso porque ganamos, mejor digo ganaron los Lakers tantos campeonatos. 

En última instancia, todos son gente de Los Ángeles.

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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