El Sendero de los Sueños en HispanicLA
Desde el 1 de enero, cuatro chicos latinos de Florida caminan de pueblo en pueblo llevando consigo una demanda de cambio. De esa manera fresca, novel y diferente que suele tener la política del activismo en Estados Unidos comparada con la tradicional de Europa y América Latina, estos estudiantes marchan para atraer atención a la necesidad de una reforma migratoria en Estados Unidos, para ellos, sus padres, sus compañeros y en general, los inmigrantes indocumentados. Todos ellos han vivido aquí desde niños. Han avanzado en sus estudios, en sus proyectos y ambiciones.
Hasta el preciso punto en que su estado migratorio los detiene y desarma, porque no pueden ingresar a ciertos programas, u obtener ayuda de sus gobiernos, o reconocimiento de sus instituciones.
Por eso marchan.
A partir de hoy, HispanicLA se convertirá en un eco magnificador, lo más frecuente que pueda, de la odisea de los cuatro, a la que bautizaron El Sendero de los Sueños. De común acuerdo con los organizadores de su proyecto, documentará sus días de marcha tal cual ellos lo describen en http://trail2010.org. En español y en inglés, a medida que lo vayan publicado. Aquí los replicaremos y trataremos de comprender. Desde aquí los haremos conocer a nuevos lectores y respetar por otros.
Les pasamos la palabra.
Quiénes somos
El 1 de enero de 2010 iniciamos una marcha de 2.400 kilómetros desde nuestro lugar de residencia en Miami, Florida, a la capital Washington, DC. Estamos marchando para compartir nuestras historias, de manera tal que cada día los estadounidenses que nos encuentran comprendan qué significa el hecho que millones de inmigrantes, especialmente los más jóvenes de ellos, no puedan participar plenamente en nuestra sociedad. Ha llegado el momento de que nuestro país se una para reparar un sistema fallido que mantiene a millones de seres humanos en las sombras, sin poder mejorar sus vidas.
Nuestra travesía será prolongada y difícil. Pero no vemos otra opción. Ponemos en riesgo nuestro futuro, pero nuestro presente es insoportable.
Somos cuatro estudiantes de Florida: Felipe Matos, Gaby Pacheco, Carlos Roa y Juan Rodríguez Nuestras familias nos trajeron a Estados Unidos cuando éramos pequeños. Este es el único país que podemos llamar nuestro; aquí está nuestro hogar. Compartimos las mismas esperanzas y los mismos sueños que otros jóvenes. Hemos hecho un gran esfuerzo para sobresalir en la escuela y contribuir a nuestras comunidades. Sin embargo, a causa de nuestro estado migratorio, transcurrimos nuestra infancia sumidos en el temor y ocultándonos. No pudimos ser lo que hemos querido. Estamos marchando para compartir nuestras historias y para pedir a nuestros dirigentes que reparen este sistema, que obliga a la gente como nosotros a vivir en las sombras y que nos niega la oportunidad de participar de manera plena en la sociedad.
Felipe Matos, de 23 años
Felipe ha sido calificado como uno de los mejores alumnos de colegios comunitarios en Estados Unidos. Además de sobresalir en sus estudios superiores, Felipe ayuda a sus pares como presidente de la asociación de estudiantes en el Miami Dade College. Hijo de una madre soltera en las favelas de Brasil, Felipe fue enviado a Estados Unidos a los 14 años de edad. Fue aquí donde pudo aspirar por primera vez a ser un maestro. Pero aunque tiene la inteligencia y la motivación necesarias, por culpa de su estado migratorio no ha podido cumplir su sueño. Fue admitido por varias de las mejores universidades del país, como Duke University, pero tiene prohibido recibir ayuda financiera. Actualmente, cursa estudios de economía en el colegio comunitario, pero no pierde la esperanza de que algún día ser docente y educar a los jóvenes, porque está convencido que la educación es la clave para salir de la pobreza.
Gaby Pacheco, de 25 años
A muy temprana edad, Gaby fue catalogada como “alumna superdotada”. Ha sobresalido en todos los niveles educativos. Mientras se adjudicaba tres títulos educativos en el Miami Dade College, supo qué era lo que quería hacer con su talento y nivel educativo: utilizar la terapia musical como herramienta de comunicación para enseñar a niños y adultos autistas.
Sus padres la trajeron en 1993 de Ecuador, cuando tenía siete años. En el 2006, agentes migratorios federales irrumpieron a su casa. Desde entonces, la familia de Gaby ha estado luchando contra la deportación. El único objeto de su casa que Gaby lleva consigo en su travesía es una Biblia, de la que lee a diario y de la que obtiene inspiración.
Carlos Roa, de 22 años
Carlos ofreció enrolarse en el serevicio militar en tiempos de guerra, dispuesto al sacrificio supremo por su país. Pero al igual que otros estudiantes indocumentados, no pudo cumplir esta aspiración. Tampoco pudo cumplir otras: una educación universitaria o un trabajo de arquitecto, a causa de su estado migratorio.
Cuando su familia lo trajo a Estados Unidos, Carlos tenía dos años de edad. Cursaba la escuela secundaria cuando su madre falleció después de una lucha de 10 años contra el cáncer. Desde ese momento comenzó a buscar a su comunidad. Escribió una carta en la que describía con pasión lo desolado que se sentía. La difundió en sitios de internet y la compartió en su red social. Fue así como halló a los compañeros que hoy marchan con él, aquellos que le ayudaron a iniciar estudios en el Miami Dade College donde en la actualidad cursa estudios de arquitectura. Estudiando allí es feliz, mas le preocupa que por ser indocumentado no podrá aplicar lo aprendido en un buen empleo.
Juan Rodríguez, de 20 años
Florida es la sede de NASA, la agencia espacial estadounidense. Como muchos jóvenes en este estado, Juan creció soñando con convertirse algún día en ingeniero aeroespacial. Por las amenazas a sus vidas, sus familiares lo trajeron a Estados Unidos con una visa de turista cuando tenía sólo seis años de edad. Fue uno de los mejores alumnos de su escuela. Pero aunque tenía la mejor de las calificaciones, y una gran cantidad de horas de ayuda a su comunidad, tuvo que comprender que por su estado migratorio jamás podría cumplir sus aspiraciones. Sintió frustración y tristeza. El año pasado, su madrastra lo ayudó a convertirse en residente permanente. Juan es el único de los participantes de la marcha con residencia legal. Por haberlo sido durante años, se siente especialmente responsable de ayudar a que la gente comprenda los problemas y las oportunidades de los estudiantes indocumentados. Su nueva aspiración es obtener un título de sociología en la Universidad de Chicago, para así poder contribuir con su trabajo a las comunidades y ayudando de manera directa a sus integrantes.
Las organizaciones
El Sendero de los Sueños cuenta con la ayuda de tres principales organizaciones.
Estudiantes por la Igualdad de Derechos (SWER) es un movimiento estudiantil de bases que lucha por una reforma migratoria justa y humana y por mayor acceso a la educación superior.
La Coalición Inmigrante de Florida (FLIC) coordina la labor de diferentes grupos migratorios en Florida que buscan igualdad de derechos para los inmigrantes y su integración en la vida cívica y cultural de nuestras comunidades.
Presente.org representa un esfuerzo organizativo nacional en línea con el objetivo de amplificar las voces de los latinos y sus aliados.