La sucesión de AMLO, una tormenta al centro de México
En este momento, faltan veinticuatro meses para las elecciones presidenciales en México; sin embargo, la pelea ya comenzó. Los reflectores se centran en el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena, el cual parte como favorito indiscutible para retener el control del Palacio Nacional.
De acuerdo con la encuesta del diario conservador El Financiero-Bloomberg, Morena tiene, en este momento, el 51 por ciento de intención del voto; mientras que la oposición conformada por los partidos PRI, PAN y PRD, apenas acumulan el 36 por ciento de aprobación.
A esos números hay que sumarles los de López Obrador. En este momento, el presidente cuenta con un 60 por ciento de popularidad, luego de la pandemia, una crisis global de inflación y ataques mediáticos permanentes. Ojo: esto de acuerdo con los números de un periódico de derecha.
Por eso, el debate no es acerca de qué partido o coalición ganará las elecciones, sino quién lo hará, empuñando la bandera de Morena y sus aliados.
De modo que el clima político al interior del partido de AMLO está cada vez más elevado; tanto que el presidente ocupó su tradicional conferencia mañanera para referirse al asunto. Ante los cuestionamientos sobre si él o su gobierno están favoreciendo a alguien, López Obrador aseguró que habrá “piso parejo” en la elección de la candidatura.
Claudia vs. Marcelo en la sucesión de AMLO
Son dos personajes quienes llevan la delantera: la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón.
Según la encuesta referida, Sheinbaum supera 42 sobre 39 a Ebrard. Muy abajo se posiciona con 28 puntos la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier Carrillo.
A sabiendas de que la contienda está reñida y de que AMLO ya dio el banderazo de salida a la sucesión, Sheinbaum y Ebrard comenzaron a recorrer el país y a explotar al máximo sus redes sociales.
Aprovechan cualquier ocasión. Por ejemplo, un foro municipal sobre gobernanza, despreciado en tiempos regulares y más allá de las fronteras de la capital, es la perfecta ocasión para que la gobernadora de la CDMX se pasee entre sus simpatizantes en calidad de “invitada”. Por su parte, el canciller aprovecha cada momento para subir fotos cargando perritos o saludando, muy casual, a personas en la calle o en el aeropuerto. A nadie le queda duda de que son tiempos de contienda política.
El objetivo es ser el más popular. Porque AMLO decretó, más bien, sugirió que Morena decida su candidatura a través de una encuesta abierta. Así han solucionado cada una de sus contiendas internas para las elecciones de gubernaturas y podría no ser la excepción hacia el 2024.
¿Cuándo, quién y cómo se levantará esa encuesta? Es más, ¿habrá encuesta? No se sabe. Aún es temprano para enredarse en tecnicismos. Lo importante, por ahora, es elevar esos números, ganarse la calle. Porque todo indica que en estos meses se decidirá lo que ocurrirá en dos años; que la jornada de elecciones será un trámite.
El adversario es la fractura
Hasta ahí las formalidades. Lo cierto es que en Morena suenan tambores de guerra y no son pocos quienes alertan sobre una posible fractura.
Una de las voceras de la precandidatura de Marcelo Ebrard, la senadora Marta Lucía Micher, dejó ver que habría favoritismo presidencial por Sheinbaum. Que no hay “piso parejo”, dijo en una conferencia de prensa. De ahí que AMLO tuviera que ocupar su mañanera para desmentirlo.
También el senador Ricardo Monreal Ávila, quien es coordinador de la bancada de Morena en el Senado de la República, se ha lanzado directo contra el proceso interno de su partido. Él también aspira a la candidatura presidencial, pero dijo que, si ésta se definía por encuesta, no participaría y acusó que hay “vicios de origen”.
Por su parte, otro de los aspirantes, que no de Morena sino de uno de sus aliados, el Partido del Trabajo, el diputado federal Gerardo Fernández Noroña, fue más directo y llamó a que el presidente López Obrador “saque las manos” del proceso de elección de candidatura. Aunque se dijo conforme con la realización de una encuesta.
A la tormenta de la pugna morenista, hay que sumarle otro elemento: el rol del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. Tabasqueño de origen como el presidente y sumo hombre de su confianza, su nombre fue enlistado por el mismo AMLO −junto con el de Sheinbaum y Ebrard− como posible candidato a la Presidencia. Con la ventaja de que López Hernández tiene en sus manos la política interna del país. Es, pues, el que repartirá las cartas que le dé el presidente para el juego de la sucesión y, por tanto, el encargado de evitar la fractura.
En el ojo de la tormenta
La primera piedra en la construcción del 2024 se colocó en este sábado 30 de julio. Morena celebró elecciones en todo el país para la elección de representantes a su tercer Congreso Nacional Ordinario.
Se trató de una elección realizada en los trescientos distritos federales a lo largo del país. En cada uno de éstos se eligieron diez congresistas, cinco hombres y cinco mujeres, resultando tres mil militantes que conformarán el Congreso Nacional de Morena que sesionará el 17 y 18 de septiembre. Ahí, el pleno elegirá a trescientos integrantes del Consejo Nacional que, entonces sí, tomará decisiones sobre el método de elección de candidatura a la presidencia, candidaturas a las elecciones estatales de ese año (Estado de México y Coahuila, restantes bastiones del PRI), estatutos del Partido y la posible renovación o ratificación de la dirigencia morenista.
Eso significa que aquel o aquella aspirante presidencial que meta más aliados al Congreso podrá apoderarse del Partido en su Consejo Nacional, por tanto, del tablero de juego. A su vez, se realizarán Congresos en todo el país donde se renovarán dirigencias estatales, multiplicándose la dinámica.
En este momento, la presidencia nacional de Morena recae en Mario Delgado Carrillo, alfil de Marcelo Ebrard. Su permanencia es crucial en las aspiraciones del canciller, por las razones expuestas. Pero Sheinbaum presiona y Adán Augusto afila sus cuchillos, un paso atrás.
Y por más que Andrés Manuel López Obrador asegura que no habrá ruptura, regaña, dice que las reglas son claras y que no se entrometerá, Morena se comporta como una fuerza de la naturaleza, caótica y avasallante, con dirección a Palacio Nacional. En este momento nadie sabe qué pasará, excepto que, del ojo de su tormenta, surgirá quien suceda a AMLO.