Reforma científica en México: primeros elementos para un debate

Todo gobierno requiere de grandes diseños de política, a menos que se base en diseños elaborados en el pasado y los continúe afinando detalles y asegurar eficiencia. Hay una tendencia a preferir el mantenimiento del sistema con cambios que lo hagan más sencillo y eficiente, lo que preserva vicios de origen, y de alguna manera es gatopardismo.

El gran diseño neoliberal consistió en desmantelar al sector económico del Estado y someter al resto del Estado a las necesidades privatizadoras. La ciencia no fue la excepción.

Entré a trabajar a la UNAM en 1975, con maestría, ganando $2,000 US mensuales, me fui en 1988 con posdoctorado y libros publicados ganando $500 US. Castigar salarios fue estratégico para debilitar la educación pública y ampliar la privatización educativa. Sin embargo, no se generó el efecto buscado y en cambio se produjo:

– Bajo número de investigadores por habitante. Lo que produce una suerte de analfabetismo científico, que se traslada al resto del sistema educativo y al gobierno. Le pregunté a un funcionario cercano a Fox si habían tenido un chief scientist, y se extraño con el concepto.

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– Bajaron los salarios y surgieron programas compensatorios disfrazados de evaluación como el Sistema Nacional de Investigadores, que pauperizan a los académicos previniendo su retiro porque la compensación no cuenta para la pensión, se envejeció al personal académico, se le cerraron las puertas a los jóvenes científicos y se incentivó productivitis y puntitis para aumentar compensaciones. Las instancias evaluatorias reclaman trabajo rápido aunque sea pobre, (posgrados al vapor) ya que hay que sumar citas al curriculum. La ciencia no avanza por año calendario y muchas veces requiere mucho tiempo para madurar.

– Proliferaron las escuelas patito y con ellas los doctorados patito. Un grado avanzado que se compra con facilidad retribuye incremento económico. Las academias patrulla dan doctorados honoris causa, le acaban de dar uno a una animadora de TV de quinta categoría.

– Se concentró la ciencia alrededor de instituciones consolidadas que se encuentran en la Ciudad de México, y con ello el presupuesto. En 2014 UNAM, IPN, UAM consumían el 39% del presupuesto destinado a las universidades públicas del país y albergan al 58% de los investigadores del sni.

Igual sucedió con la producción científica. Un estudio de la UNAM en 2009 mostró que las universidades con la mayor cantidad de citas son UNAM 4015, IPN 546, UAM 392, ITESM 553, UDG 208, UIA 30, UPN cero. Una enorme distancia entre el primer lugar y los que la siguen. Aquí hay un sesgo por la forma de medición, pero la idea se sostiene. Fuera de México todo es Cuautitlán y la pobreza científica es arrolladora a nivel nacional.

– Hay poca vinculación entre la investigación y el sector privado (empresas o sociedad). Los neoliberales lo resolvieron transfiriéndole dinero a grandes corporaciones.

Según Buylla, la iniciativa privada recibió 35,175 millones de pesos de los fondos para desarrollo tecnológico y científico, lo que significa 48 por ciento del total nacional. Se mantuvo la ineficiencia en innovación a nivel nacional, y no contamos con evidencia de la innovación generada. Si se generaron patentes ¿de quién son? ¿Las empresas privadas contaban con investigadores asociados? ¿Quién firmó los reportes con el resultado de los fondos? Si es que existen los reportes.

Se ha creado una burocracia enorme que impone criterios de trabajo estorbando la investigación y las publicaciones. CONACyT cambió el formato de reportes, lo que levantó la protesta de investigadores en todos lados. Impone criterios onerosos para certificar revistas a cambio de nada. El gobierno tiene una enorme base de datos sobre la investigación en el país. Sin embargo, no parece usarse para tomar decisiones en la materia. El Estado debe evaluar instituciones, no individuos.

– Se insistió en propiciar emprendedurismo e innovacionismo. El PAN forzó a las universidades para que se adoptara el “constructivismo” como escuela de pensamiento único, lo que aniquila la diversidad como contenido científico fundamental. ¿Y el resultado?

– Las múltiples reformas no alcanzan a los contenidos ni a los resultados. A un empresario le preguntamos: ¿Qué debe saber un egresado?: “debe saber leer y escribir, leer manuales y escribir reportes, yo le enseño ingeniería”

Sugiero varios elementos para abrir el debate para elaborar una gran política científica de donde se desprende la tecnología.

Desburocratizar. Eliminar las instituciones que administran fondos para la investigación (CONACyT, SIN y a nivel institucional). La evaluación la debe realizar la SEP y debe crearse una Dirección general de Investigación científica para desplegar apoyos.

La política de investigación debe darle prioridad (no exclusividad) a la investigación aplicada que influya sobre el desarrollo nacional. El gobierno creará fondos de investigación sobre los que se compita, manejados por la SEP de acuerdo con áreas del conocimiento, incluyendo las ciencias básicas que muchas veces requieren de grandes inversiones.

– Con los fondos ahorrados por la desburocratización, se establecerá una política salarial que asegure un nivel de vida adecuado y digno. De tal forma, los académicos puedan dedicarse de tiempo completo a investigar e impartir clases sin preocuparse por demostrar su productividad. Las decisiones de personal que incluyen promociones y definitividad deben estar normadas y manejadas por comisiones dictaminadoras, de las que carecen casi todas las universidades.

– Establecer movilidad de plazas para que los investigadores puedan moverse libremente. Esto reforzará la descentralización de la investigación.

– Determinar universidades de docencia y de investigación.

Eliminar el privilegio donde investigadores no imparten clases, así como aquellos cuya investigación beneficia a sus empresas personales. La institución debe recibir un porcentaje de lo producido por el negocio cuya investigación se logró con fondos públicos.

– Reforzar las áreas académicas y someter a las administraciones académicas a las necesidades científicas, esto implica deshacer el caudillaje universitario y despolitizar la administración universitaria.

Autor

  • SAMUEL SCHMIDT. Research Fellow en LLILAS, University of Texas, Austin. Miembro fundador del Instituto para Estudios del Futuro. Pos doctorado en Historia Latinoamericana por la Universidad de California en Los Angeles, Dr. En Ciencia política por la UNAM. Maestría en Ciencias Sociales, Universidad Hebrea de Jerusalén. Autor de 52 libros, más de 1,000 artículos. Creador de los conceptos crimen autorizado, tejido político, estado suplantado. Experto en humor político, análisis de redes políticas y crimen autorizado o la relación entre crimen y política.

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