Suchitoto: arte para la paz

El Centro Arte para la Paz (CAP), en la ciudad de Suchitoto, El Salvador, es un proyecto que nació en 2005 con la idea de promover una cultura de convivencia pacífica a través del arte y el diálogo intergeneracional. La institución se asentó en un edificio que en lejana época albergó al Colegio Beata Imelda, que era administrado por monjas de la orden dominica.

Suchitoto
Uno de los salones del museo La memoria vive.

El inmueble ha sido elevado a la categoría de valor cultural local. Se le incluye entre las edificaciones más importantes del patrimonio histórico de la ciudad.

Se sabe que la capilla, que se encuentra en proceso de rehabilitación, fue construida alrededor de 1840. La escuela data de 1914, pero dejó de funcionar durante los años del conflicto armado. El plantel cerró sus puertas tras recibir amenazas como las que llovieron en esos años sobre el clero que se identificaba con las reivindicaciones populares. Eventualmente, Suchitoto se convirtió en escenario de combates entre el Ejército y los contingentes militares del FMLN.

Tras décadas de abandono, el edificio fue rescatado gracias a una iniciativa encabezada por la religiosa estadounidense Peggy O’Neal de la orden de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. En el pueblo la conocen como «la hermana Peggy».

Suchitoto
Exhibición en una de las salas del museo.

«Yo estaba viendo el lugar por muchos años, y contacté a las hermanas [dominicas] para ver qué podíamos hacer. Eventualmente, compramos». No abundaban los recursos, pero en 2008 se formó la Asociación de Desarrollo Centro para la Paz, con 33 asociados (actualmente son 39 integrantes activos), que echó a rodar el proyecto.

Suchitoto
Del taller de artes plásticas.

La planta del edificio fue reconstruida. Se logró restaurar varios salones de la antigua escuela, y se crearon jardines, talleres, salones multiusos y un museo comunitario, «La memoria vive», con dos salas de exhibición.

El museo sirve como punto de memoria histórica del municipio de Suchitoto y de las 86 comunidades que lo rodean.

El CAP ha desplegado diversas iniciativas económicas bajo el concepto de autosostenibilidad. Opera el hostal Casa del Sol, la cafetería Museo Café y cuenta con espacios de alquiler para celebrar encuentros culturales y comunitarios. También dispone de una lancha turística que ofrece servicios recrativos en el lago Suchitlán.

Suchitoto
Exhibición dedicada a las ciencias naturales hecha por niños.

Suchitoto, enclavado en el departamento de Cuscatlán, a 46 kilómetros de San Salvador, ostenta el título de ciudad a partir de 1836. Sus edificaciones se encuentran admirablemente preservadas. En buena parte, gracias a que los terremotos no se han ensañado con esta región. Pero también debido a las iniciativas de distiguidos residentes como el cineasta Alejandro Cotto, fallecido en 2015, y de la misma hermana Peggy.

Una vez que se firmó la paz, en 1992, Suchitoto tuvo la suerte de contar con un liderazgo que supo cómo desarrollar su potencial. Visitantes estadounidenses y europeos encuentran aquí lo que no ofrecen otros puntos del país: historia, cultura, calles y plazas seguras, ambientes naturales y un esfuerzo por preservar el patrimonio arquitectónico.

Manejar el miedo en Suchitoto

«Es un centro para la sanación: con todo lo que está pasando en el mundo». Aunque la ciudad de Suchitoto se alza hasta cierto punto como una excepción dentro del entorno de violencia creado por las pandillas, tampoco puede sustrarse al país y sus problemas. Hace unos años, la institución incorporó talleres sobre «cómo manejar el miedo». En esos días, las pandillas ametrallaron e incineraron un microbús lleno de pasajeros en Mejicanos, a 58 kilómetros de aquí. 14 personas fueron asesinadas.

«La gente tenía miedo de ir en bus a la capital», dice la hermana Peggy.

EL CAP se centra sobre todo en los jóvenes. Ofrece una alternativa existencial mediante las artes. Se imparten talleres en distintas disciplinas: música, artes plásticas, yoga, danza, inglés, computación. Aquí funciona, afirma la hermana Peggy, «la única escuela de arpa del país».

Detallle del antiguo colegio.

El siguiente objetivo de la institución es restaurar la histórica capilla, que por sus características acústicas se presta para montar un centro de artes escénicas. Un segundo proyecto es crear una medioteca. «Se pretende que funcione como un centro de investigaciones. Estamos aprendiendo a archivar materiales en forma digital». Entre estos bienes invaluables hay videos y fotos que documentan el pasado reciente de la zona y la historia de los movimientos de mujeres en El Salvador.

Destacan además los testimonios de lo que podría llamarse la epica de la repatriación. Se trata del movimiento de miles de refugiados que, desafiando la represión militar y la guerra, abandonaron refugios como el de Mesa Grande, en el departamento hondureño de Colomocangua, para restablecerse en su país.

Según la artífice del centro, este mantiene contacto con otras fundaciones e instituciones, como el Museo de la Imagen y la Palabra (MUPI) y el Museo Nacional de Antropología (MUNA). Regularmente, el CAP recibe visitas de instituciones y universidades extranjeras atraídas por los logros del proyecto.

«Mañana viene una delegación de Ohio. Antes nos visitaron del Boston College, Massachussetts».

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