Tortura: Inmigrantes en celdas de aislamiento (parte 1)

Una mujer de nacionalidad mexicana estuvo en una celda de aislamiento en el Centro de Detención de Otay Mesa, en las inmediaciones de San Diego, más de 2 años

Los migrantes que vienen a Estados Unidos, lo hacen porque escapan persecución política, miseria económica y desastres naturales. Pero para algunos hombres, mujeres y niños, el arribo a la tierra del American Dream, que inicialmente es la esperanza de un futuro mejor, se transforma en una experiencia traumática cuando son detenidos. Especialmente si la detención es en una celda de aislamiento.

Actualmente, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, sigla en inglés) tiene detenidos a aproximadamente 35,000 personas.  Muchos en celdas de aislamiento. A veces la detención es de solo días, a veces años.

Centro de Detención de Otay Mesa, California. Foto: NS

Physicians for Human Rights y Harvard University publicaron un reporte en el que se revela que en California, entre 2018 y 2023, las autoridades migratorias han retenido a inmigrantes en celdas de aislamiento 14,000 veces.

El documento de 71 páginas indica que unas 700 personas fueron aisladas 90 días o más y, en el caso de 42, más de un año.

Una mujer de nacionalidad mexicana estuvo en una celda de aislamiento en el Centro de Detención de Otay Mesa, en las inmediaciones de San Diego, más de 2 años. Para ser precisos, nada menos que 759 días.

Tortura

Para numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos, como la American Friends Service Committee, la práctica del aislamiento  es una tortura.

Esta interpretación es consistente con la Convención Contra la Tortura de las Naciones Unidas que define a la tortura como un acto de las autoridades “por el cual se inflige intencionalmente a una persona dolor o sufrimiento grave, ya sea físico o mental”, para obtener información, para intimidar, o castigar.

En 2011, Juan Mendez, Relator Especial sobre Tortura de las Naciones Unidas, advirtió que el aislamiento “puede equivaler a tortura o trato o castigo cruel, inhumano o degradante cuando se utiliza” como castigo, durante la prisión preventiva, por tiempo indefinido o prolongado de personas con ciertas características.

Y es de resaltar que el Comité Contra la Tortura de las Naciones Unidas viene criticando a los Estados Unidos por el uso de esta práctica ya desde la década de 1990.

Celda de aislamiento para migrantes en Arizona. Foto: NS

Actualmente, cualquier aislamiento de más de 15 días, para las Naciones Unidas es una forma de tortura. Lo que incluiría como torturados a muchos de los detenidos por ICE.

“Estar en aislamiento [confinamiento] es como jugar con tu mente en otro nivel. Para molestarte, para lastimarte, para ofenderte, para hacerte sentir menos que nada”, dijo a los investigadores que prepararon el reporte de Physicians for Human Rights. “Incluso tu biología cambia, tu forma de ver el mundo cambia… tu mente y tu cuerpo se rompen en pequeños pedazos”.

 

Se aisla para castigar

Como muchos críticos de la práctica señalaron, aparentemente el aislamiento en general no solo es utilizado por las autoridades por razones de seguridad o para proteger al detenido, sino que también para castigar e, incluso, para castigar con motivaciones políticas. Así parece ser lo que le ocurrió a Ojore Lutalo, un activista de la lucha por la liberación de afroamericanos en los Estados Unidos, quien pasó 16 años en celdas de aislamiento.

En el caso de inmigrantes, de acuerdo al protocolo de las autoridades migratorias, el aislamiento por “razones disciplinarias” no debería ser de más de 30 días, pero no hay límites para la “segregación administrativa”.

En el reporte se resalta que en los centros de detención de ICE hay una tendencia creciente a utilizar el aislamiento no como un último recurso, sino que cada vez más frecuentemente para castigar. Muchas de las personas que se entrevistó en el reporte, indicaron que habían sido enviados a celdas de aislamiento por simples infracciones o como una forma de retribución por haberse quejado o participado en una huelga de hambre. Obviamente, una clara violación del propio protocolo de ICE.

Consecuencias físicas y psicológicas

Un estudio del Departamento de Justicia de California, realizado en 2021, concluyó que en realidad no había diferencias en las condiciones en que son aislados a quienes se enviaba a estas celdas ya sea por razones de seguridad o por razones administrativas. En ambos casos se habla de condiciones inaceptables con consecuencias físicas y psicológicas para los detenidos.

Centros de detención en donde participantes del reporte estuvieron en aislamiento. Foto: Physicians for Human Rights

“Muchos reportaron un acceso inadecuado a la atención médica, incluida la atención de salud mental, durante su confinamiento en régimen de aislamiento, lo que, según dijeron, condujo a la exacerbación de condiciones existentes o al desarrollo de otras nuevas, incluidos síntomas compatibles con depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático”, dice el reporte de Physicians for Human Rights. “Las condiciones de aislamiento se describieron como deshumanizantes, ya que las personas experimentaban duras condiciones de vida, acceso limitado a la comunicación y la recreación, y abuso verbal o acoso por parte del personal de las instalaciones”.

Recomendaciones

El reporte concluye haciendo tres tipos de recomendaciones. Una es que pide que el Departamento de Seguridad Nacional, y ICE en particular, se comprometan a encaminarse a la eliminación de la práctica de mandar a celdas de aislamiento a inmigrantes detenidos.

También se quiere que se modifique la Directiva de Segregación, emitida en 2023, para que si se envía a alguien a una celda de aislamiento, que las autoridades intervinientes reporten dentro de 24 horas la decisión.

Finalmente, se recomienda que se revisen los contratos con los centros de detención privados a fin de que se adhieran a nuevos estandards y que haya un monitoreo efectivo del uso del aislamiento.

Las secuelas psicológicas de la detención en las prisiones de ICE y la experiencia traumática en las celdas de aislamiento, para muchos probablemente quedan para siempre.

“A veces siento que alguien me sigue y tengo miedo de que me lleven a un aislamiento. A veces me despierto y pienso que estoy en régimen de aislamiento. Tengo que mirar por la ventana para recordarme que no estoy ahí”, dice un migrante que estuvo detenido. “Todavía tengo las mismas pesadillas que tuve mientras estaba en el régimen de aislamiento”.


Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.

Autor

  • Nestor M. Fantini, M.A., Ph.D. (ABD), is an Argentine-American journalist, educator, and human rights activist based in California. Since 2018, Fantini has been co-editor of the online magazine HispanicLA.com. Between 2005 and 2015 he was the main coordinator of the Peña Literaria La Luciérnaga. He is the author of ´De mi abuela, soldados y Arminda´ (2015), his stories appear in ´Mirando hacia el sur´ (1997) and he is co-editor of the ´Antología de La Luciérnaga´ (2010). He is currently an adjunct professor of sociology at Rio Hondo College, Whittier, California. As a refugee and former political prisoner who was adopted as a Prisoner of Conscience by Amnesty International, Fantini has dedicated his life to promoting the memory of the victims of state terrorism of the Argentine civil-military dictatorship of the 1970s and is currently coordinator of Amnesty International San Fernando Valley. Fantini graduated from Woodsworth College and the University of Toronto. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Néstor M. Fantini , M.A., Ph.D. (ABD), es un periodista, educador y activista de derechos humanos argentino-estadounidense que reside en California. Desde 2018, Fantini es coeditor de la revista online HispanicLA.com. Entre 2005 y 2015 fue el coordinador principal de la Peña Literaria La Luciérnaga. Es autor de De mi abuela, soldados y Arminda (2015), sus cuentos aparecen en Mirando hacia el sur (1997) y es coeditor de la Antología de La Luciérnaga (2010). Actualmente es profesor adjunto de sociología, en Rio Hondo College, Whittier, California. Como refugiado y ex prisionero político que fuera adoptado como Prisionero de Conciencia por Amnistía Internacional, Fantini ha dedicado su vida a promover la memoria de las víctimas del terrorismo de estado de la dictadura cívico-militar argentina de la década de 1970 y actualmente es coordinador de Amnesty International San Fernando Valley. Fantini se graduó de Woodsworth College y de la Universidad de Toronto.

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