Trump amenaza con intervenir en México
Quiere redefinir a los narcos como elementos terroristas para poder implementar legislación que le autorizaría violar la soberanía nacional del país vecino.
El presidente Donald Trump quiere designar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas. Una decisión que abriría las puertas para operaciones militares de contrainsurgencia dentro del territorio mexicano y que, como es de esperar, es completamente rechazada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Bajo ningún punto de vista, por supuesto, se puede defender a los narcotraficantes. Una lacra que para proteger negocios estimados en hasta $49,000 millones anuales han generado un nivel de violencia y sufrimiento inmensurable en la sociedad mexicana. Se estima que, entre 2007 y 2018, ya hubo nada menos que 115,000 muertes.
Tampoco se puede ignorar que sus acciones van más allá de todo sentido de humanidad y decencia. El ejemplo más claro fue el 4 de noviembre pasado cuando se dio el asesinato de seis miembros de la familia LeBarón en Bavispe, Sonora. Más específicamente, tres mujeres y seis niños, incluyendo dos bebés.
Pero que quede claro: los narcotraficantes, por más monstruosos que sean, no son terroristas.
Definiendo al terrorismo
La definición de terrorismo, como un estudiante de una simple clase de introducción a la criminología lo sabe, involucra actos de terror con una motivación política o ideológica. Los narcos, con sus asesinatos, con sus bombas, son criminales comunes que tienen como objetivo obtener un beneficio que esencialmente es económico. No es político.
La definición de terrorismo, obviamente, varía de acuerdo con los actores involucrados y el contexto histórico. En ese sentido, George Washington era considerado un terrorista por los ingleses, al mismo tiempo que era alabado como héroe por los colonos estadounidenses.
Nuestra definición y nuestro contexto histórico nos lleva en la actualidad a definir como terroristas a organizaciones como ISIS, Al Qaeda, Al-Shabaab, Boko Haram que sí tienen una ideología y una propuesta política que conlleva el objetivo estratégico de debilitar instituciones estatales y, en última instancia, derrocar al gobierno. Para ello, no dudan en utilizar la violencia en contra de civiles.
Y ahí radica la gran diferencia con los carteles mexicanos que, si bien también usan la violencia contra civiles, no tienen una agenda política o ideología que estructure su accionar. Los carteles son simplemente bandas de forajidos que gracias a las suculentas masas de dinero y recursos con los que cuentan han logrado infestar a amplios sectores de la sociedad mexicana. O sea, algo equivalente a la Mafia. Y los mafiosos, por definición, no son terroristas, son simples criminales económicos. Su bandera es el dinero. Su ideología es el dinero. Asesinan, roban, secuestran, falsifican, con, para y por el dinero.
Intervencionismo de EE.UU.
Tras los reclamos de la familia mexico-estadounidense LeBarón, Trump anunció en una entrevista radial con Bill O´Reilly que ya se había iniciado el proceso para designar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas.
De hacerlo, podría aplicar la Ley 104-132, mejor conocida como el Acta Contra el Terrorismo y de Pena de Muerte Efectiva, que autoriza al gobierno a intervenir en cualquier país donde se considere que la seguridad nacional estadounidense esté afectada.
Trump dijo que ya le había pedido a López Obrador “que nos deje entrar y limpiarlo todo y hasta ahora (México) rechazó la oferta”. Pero la Ley 104-132 prevé que, en caso de que un país se niegue a cooperar con las operaciones antiterroristas de Estados Unidos, solo bastaría una simple declaración del presidente Trump para poder intervenir.
Un escenario que, de materializarse, llevaría a una política de intervencionismo descarado y que López Obrador y el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard ya caracterizaron, correctamente, como una violación a la soberanía nacional mexicana.
La redefinición semántica
La triquiñuela semántica de Trump de querer redefinir el accionar criminal de los narcos como terrorismo es parte de los esfuerzos de un presidente manipulador y oportunista que busca imponer su visión de la realidad ante un México al que siempre percibió como una amenaza demográfica y cultural.
Aunque su sueño dorado del muro impenetrable nunca se pudo concretar, con una redefinición de las fronteras analíticas del terrorismo que incluya a los narcos, Trump puede extender su brazo armado en lo más profundo de la nación azteca y, en gran medida, reemplazar el mito del muro con una nueva narrativa que incluye instrumentos más letales.
Solo basta imaginar a las mismas operaciones que se realizan en Afganistán, Iraq o Siria, pero en las villas y poblados mexicanos. Los misiles de drones silenciosos atacando supuestos narcotraficantes que después se determina que, por error de la inteligencia, termina siendo una hermosa fiesta de un casamiento. O los helicópteros con fuerzas de operaciones especiales entrando en una villa mexicana para neutralizar a los ´terroristas´ narcos, aunque esto implique bajas incidentales de civiles.
A menos que se frene a tiempo esta nueva aventura de este presidente descarriado, México puede sufrir serias consecuencias. El problema de neutralizar a los narcos es una cuestión criminal que corresponde a las autoridades policiales y judiciales. Asimismo, y aún más importante, es un tema del estado mexicano en el que Estados Unidos bajo ningún concepto puede ni debe interferir. Como afirmó acertadamente Andrés Manuel López Obrador: “cooperación, sí; intervencionismo, no”.