Ya resucité: prensa bilingüe en California
FRESNO, California.- A principios del año, me enteré con pena que el periódico bilingüe «El Mexicalo«, de la ciudad de Bakersfield, había cerrado.
Fundado en 1979, la Sra. Esther Manzano lo compró a los pocos meses y a partir de ese momento El Mexicalo se convirtió en fuente de noticias y activismo, ya que Manzano y su esposo estaban muy comprometidos con la causa del Sindicato de Campesinos (UFW) y otros aspectos de la politica local.
Aunque el periódico se autosostenía, la familia Manzano no vivía de él. En los últimos años muchas cosas cambiaron y la actual crisis económica dio su golpe de gracia a El Mexicalo.
Era el periódico latino más antiguo del sur del Valle Central y uno de los pocos de propiedad personal, a diferencia de otros más recientes, operados por corporaciones.
Intenté comunicarme con la Sra. Manzano a principios de año para actualizar una nota que hace dos años había realizado sobre el periódico, pero por distintos motivos fui postergando esta idea, hasta que hace unos días recibí un correo electrónico de un amigo de Bakersfield anunciándome el fallecimiento de la Sra. Manzano. Quedé dolido y perplejo. Y lamenté mucho no haber insistido en mi idea de comunicarme con ella a tiempo.
De inmediato le envié un correo electrónico a su hijo para escribir una nota sobre su madre y para pedirle algunas fotos.
Como no recibí respuesta, la semana pasada llamé a lo que había sido el local de El Mexicalo. Me atendió su hija Erminda.
Erminda es notaria pública. Me cuenta que trabaja en lo que era el edificio del periódico y también uno de los primeros centros de envio de dinero a México en Bakersfield.
Ella me contaba estas cosas y en cierto momento, dice: «esta mañana, hablando con mamá del edificio….»
«Pobre», pensé, «está delirando».
Con la mayor delicadeza de la que soy capaz, le pregunto, «¿dijiste que hablaste con tu mamá?»
La respuesta fue natural, sin mostrar ninguna emoción: «Si, esta mañana….».
Insisto, «¿Con la señora Esther?».
Silencio. Y luego, con tono risueño, «Ah, ya veo que a tí también te llegó esa noticia de su fallecimiento, ¿no? Pues ocurre que quien falleció fue una señora que tenía exactamente el mismo nombre de mi madre, ¡pero ella está muy bien, en casa!»
Me río y del otro lado del teléfono también hay risas. «¡No te imaginas la cantidad de pésames que recibimos!» Colgamos y Erminda me promete comentarle a su madre que yo le había llamado.
Después de salir de una breve reunión editorial, hallé un mensaje en mi buzón telefónico.
«¡Cómo que no estás muerta, si lo leí en el diario!», le dijo alguien.
«Eduardo, soy yo, Esther… ¡Ya resucité!». Empecé a reirme a carcajadas.
«Imagínate que tomo mi café, a la mañana, y empiezo a leer el periódico», me narra luego Manzano, de 72 años. «¡Y de pronto veo mi anuncio fúnebre!» Era otra Esther Manzano, una señora de origen Filipino, residente de la ciudad de Delano, a pocas millas al norte de Bakersfield.
Desde ese momento, cuenta Manzano, empezaron las llamadas telefónicas. Y las grandes sorpresas cuando ella misma atendía el teléfono. «¡Cómo que no estás muerta, si lo leí en el diario!», le dijo alguien. Otros, a pesar de haber recibido la aclaración, seguían organizando servicios y honores.
Interesante, pensé: el valor de la palabra escrita (e impresa) sigue siendo muy fuerte. Qué lástima entonces que El Mexicalo no existe, porque la señora Manzano lo hubiese utilizado para desmentir su propia muerte. Así le creerían más rápidamente.