Así no: migrantes rechazan violencia en marchas
La noche caía al son de los Tigres del Norte. Las banderas de México se ondeaban en el Oeste de Phoenix al grito casi al unísono de “alto a las deportaciones”. Había familias, muchas de estatus migratorios mixtos, que protestaban en contra de la retórica antiinmigrante de la administración Trump, con el orgullo de sus raíces y la esperanza canija que no se muere a pesar de tanto. Era domingo. Los cláxones sonaban en apoyo al movimiento que cobraba vida en las avenidas… y los ánimos se calentaron.
En un instante se acabó la paz. Hubo quienes quisieron romperlo todo. La protesta escaló de un momento familiar a un acto de desobediencia civil desenfrenado que terminó con balas de salva y gas lacrimógeno. Alguien se robó una patrulla, mientras otro hacía donitas a toda velocidad a media calle. Un hombre se trepó en uno de los autos de la policía y lo pateó hasta romperle los cristales, y un grupo le prendió fuego a una bandera de Estados Unidos. Los uniformados, dentro de todo, conservaron la calma.
El caos provocado por la protesta también incendió los titulares nacionales. El movimiento, que hasta ese día se había caracterizado por ser pacífico, se convirtió en un arma de doble filo para la comunidad migrante, en especial para aquella que está en una situación migratoria irregular. Esa violencia no representa la causa.
¿En qué momentos se justifica el quemarlo todo?
En Estados Unidos, la Primera Enmienda protege el derecho de la libertad de expresión y cualquier persona, independientemente de su estatus legal, puede participar en las marchas, manifestaciones, movimientos y protestas. Pero esta misma enmienda no da inmunidad a aquellos que terminan quebrantando la ley en un momento de furia o adrenalina. Esto quiere decir que cuando las cosas se salen de control, pueden pagarla justos por pecadores.
¿Quién organiza estas movilizaciones? ¿Qué hay detrás de las muchas protestas? ¿Quién lleva su corazón y quién su agenda? ¿Cuáles son reales y dónde están los infiltrados? ¿Quién lleva la antorcha que está consumiendo las buenas intenciones de miles de indocumentados?
Después de las protestas violentas en Arizona, son muchos los migrantes que se han sumado a campañas en redes sociales en las que aseguran que esos actos vandálicos no los representan. Así no, aseguran. Quieren participar, reclamar, marchar y protestar, pero en paz. Hablé con varios. Se preocupan de que hay intereses que se cuelan en los movimientos para desestabilizar y se cuestionan quiénes son los vándalos que se cubren el rostro para actuar en anonimato.
Luego están los otros, los que en verdad viven en zozobra este momento histórico porque no les ha quedado de otra que permanecer en las sombras. Están los indocumentados que fueron muy activos en otros movimientos sociales, con lucha en la calle y arte, los que hoy no salen por el temor de que no haya piedad o de estar en el momento equivocado y terminen con un boleto de solo ida al país que fue su casa. Ellos también dicen así no.