De Martin Luther King Jr. a Donald Trump
No deja de ser una ironía histórica que el pasado 20 de enero, el mismo día en que en Estados Unidos se celebraron 96 años del nacimiento del Rev. Dr. Martin Luther King Jr., líder de los derechos civiles de los afroamericanos, un personaje como Donald Trump, se juramentó como el 47 ° presidente de ese país. Trump es el primer inquilino de la Casa Blanca encontrado culpable de varios delitos y con antecedentes penales.
Sin duda el triunfo de Trump es un retroceso histórico para los avances en materia de derechos civiles. Es por ello que me parece apropiado recordar las palabras de MLK cuando dijo:
“Ni un solo histórico paso atrás nos detendrá de la incesante labor de construir la comunidad amada”.
“Venceremos porque el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia”.
“Debemos aceptar la desilusión finita, pero nunca perder la esperanza infinita”.
Durante los menos de 13 años en que el Dr. Martin Luther King, Jr. lideró el movimiento por los derechos civiles, desde diciembre de 1955 hasta el 4 de abril de 1968, los afroamericanos lograron más avances importantes hacia la igualdad racial que en los 350 años anteriores.
El logro más importante del movimiento fue la aprobación por parte del Congreso de la Ley de los Derechos Civiles de 1965, que permitió a millones de afroamericanos registrarse para votar, y que prohibió la discriminación basada en la raza, color, religión, sexo u origen nacional.
El primer gobierno de Donald Trump
En 2017 Donald Trump se convirtió en el 45 ° presidente al derrotar en las elecciones del 2016 a Hillary Clinton, la primera mujer candidata a la presidencia por uno de los principales partidos. Durante su gobierno las tensiones raciales aumentaron a niveles nunca antes vistos desde la década de los 60. Los asesinatos de afroamericanos por parte de policías locales ocasionaron protestas en muchas ciudades. Hubo retrocesos en los derechos civiles. En varios estados se implementaron leyes que buscaron la supresión del voto afroamericano y latino.
Los grupos supremacistas blancos encuentran en Trump a un aliado que estuvo dispuesto a utilizar el pulpito de la presidencia para amplificar sus voces y empoderar el nacionalismo a ultranza.
El regreso de Donald Trump
En noviembre de 2024, Donald Trump derrotó a Kamala Harris, la segunda mujer (y la primera afroamericana) que intentaba romper el techo de cristal. Trump obtuvo una clara ventaja en Colegio Electoral, 312-226, y ganó el voto popular por más de dos millones de votos. Su partido republicano obtuvo mayorías tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Trump representa todo lo contrario de King. En la cosmovisión Trumpista, el hombre blanco anglosajón es superior al resto de la raza humana, y considera a Estados Unidos con su «Destino Manifiesto» como la nación preeminente por sobre todas las demás.
Solo basta con escuchar o leer el discurso de Trump el día de su inauguración como Presidente en la rotunda del Capitolio para darse cuenta lo que será su segundo mandato.
Trump se refirió a su sentido de misión y del destino manifiesto de los Estados Unidos cuando expresó:
“Hace apenas unos meses, en aquel hermoso campo de Pensilvania, una bala asesina me atravesó la oreja. Pero sentí entonces, y creo aún más ahora, que mi vida fue salvada por una razón. Dios me salvó para hacer a América grande de nuevo”.
“América reclamará su legítimo lugar como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando el asombro y la admiración del mundo entero”.
Una profeta en la tradición de King
Las recientes acciones ejecutivas firmadas por Trump indican claramente que se acercan días de pesadillas para los migrantes y sus familias, especialmente los indocumentados. También serán días difíciles para los afroamericanos y otras minorías.
En esto parecía pensar la obispa anglicana Mariann Edgar Budde de la diócesis episcopal de Washington DC, cuando en el servicio celebrado en la Catedral Nacional con motivo de la investidura de Trump, le dijo al presidente casi al final de su sermón lo siguiente:
“Déjeme hacer un último ruego, por favor, señor Presidente: millones han puesto su confianza en usted, y como usted dijo ayer a la nación, usted ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso”.
“En nombre de nuestro Dios, le pido que tenga piedad de las personas de nuestro país que tienen miedo ahora. Y las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestros edificios de oficinas, que trabajan en granjas avícolas y plantas de empacado de carne, que lavan los platos después de comer en los restaurantes y trabajan en los turnos de noche en los hospitales. Puede que no sean ciudadanos ni tengan la documentación adecuada, pero la inmensa mayoría de los inmigrantes no son delincuentes”.
“Pagan impuestos y son buenos vecinos. Son miembros fieles de nuestras iglesias y mezquitas, sinagogas, y templos. Le pido que tenga piedad, señor presidente, con aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que se lleven a sus padres, y que ayude a aquellos que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí”.
“Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero, porque todos fuimos extranjeros en esta tierra”.
El mensaje de King es hoy más necesario
En la narrativa del imaginario popular afroamericano de Estados Unidos ha quedado arraigado su discurso “Yo tengo un Sueño” pronunciado en la gran marcha en Washington DC el 28 de agosto de 1963, solo cito unos breves fragmentos:
“Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: ‘Creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.”
“Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los exesclavos y los hijos de los expropietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.”
“Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por su carácter.”
“Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al Sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir en la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.”
“Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a prisión juntos, luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.”
El movimiento de los derechos civiles en los Estados Unidos ha sufrido un duro golpe. Trump utilizara la mayoría republicana en el Congreso y el apoyo de la mayoría conservadora en la Corte Suprema de Justicia para aprobar leyes retrogradas y avanzar su agenda xenófoba, anti inmigrante y anti minorías.
Es necesario continuar organizando y resistir, mientras se sigue el ejemplo de King, y se tienen presente sus palabras durante tiempos difíciles:
“Nos esperan días difíciles. Pero ahora ya no me importa porque he estado en la cima de la montaña… He mirado por encima y he visto la tierra prometida. Puede que no llegue allí con ustedes. Pero quiero que sepan esta noche que nosotros como pueblo llegaremos a la tierra prometida”.
“El cambio no llega sobre las ruedas de la inevitabilidad, sino que llega a través de la lucha continua”.
“Si no puedes volar entonces corre, si no puedes correr entonces camina, si no puedes caminar entonces gatea, pero hagas lo que hagas tienes que seguir avanzando”.