Estados Unidos en manos del Senado
Por segunda vez en un solo ejercicio, algo sin precedentes, inició este martes 2 de febrero la parte decisiva del juicio político del expresidente Donald Trump en el Senado federal.
La decisión que tomen sus 100 miembros al término de todos los debates marcará el rumbo de Estados Unidos en los próximos años. ¿Volverá del caos? ¿Evitará el ascenso del fascismo anárquico? ¿Volverá a la razón? El país está en manos del Senado.
Por ahora, creemos que no.
Los fiscales por parte de la Cámara de Representantes, llamados ‘gerentes del juicio político’ o impeachment managers, hicieron la presentación del acta de acusación y de los primeros argumentos, antes los 100 senadores, que conforman el jurado. Ellos los que decidirán, al término de los procedimientos, si Trump efectivamente incitó a la turba que asaltó el Capitolio el 6 de enero, si amenazó la integridad del sistema constitucional.
En su respuesta inicial, los novísimos abogados del expresidente argumentaron que además de que sería contrario a la constitución juzgarlo después de que terminó su período de gobierno, lo que hizo está defendido por la primera Enmienda de la constitución que gobierno la libertad de expresión. Lo que hizo, arguyeron, está bien.
El juicio constituye la conclusión lógica de las acciones del exmandatario, que inventó la mentira de un fraude electoral masivo, que difundió – y repite – la falsedad de que en realidad ganó por margen abrumador (‘landslide’). Que por su ego infinito pudo haber llevado al país al borde de la guerra civil.
En una sociedad democrática, normal y funcional, no había otro resultado posible a esas acciones que el juicio iniciado hoy y que la sea hallado culpable.
Pero al parecer, no vivimos en una sociedad democrática, normal y funcional. En lo que respecta a las acciones de Donald Trump, llevan a una reacción antidemocrática, enfermiza y disfuncional.
Es por eso que este juicio tiene ya un final anunciado. Pocos días atrás, 45 senadores republicanos afirmaron que al no ser Trump presidente, el juicio es anticonstitucional. Una evidente y débil excusa de su inacción. Porque no importa que Trump ya no esté en el poder. De lo contrario todo presidente tendría impunidad total en sus últimos días de gobierno. Además, la acusación aprobada por la Cámara de Representantes inició antes de la transferencia del poder a Joe Biden.
Estamos realmente en manos del Senado. Los 45 senadores republicanos que votaron contra la justicia y el sentido común lo saben. Los cinco que con su voto defendieron la verdad seguramente están preparando las valijas al acercarse el final de sus vidas políticas, por las represalias de Trump y los trumpistas.
Prefieren mirar hacia otro lado. Una parte de ellos apoya las acciones del exgobernante. Otros le tienen un miedo tal que los paraliza.
Para hallar culpable a Trump, a los 50 senadores demócratas se deberán unir 17 republicanos. Todo dice que no va a suceder.
Que ese sea el final del proceso mostrará una vez más el estado de putrefacción y parálisis del antiguo partido de Abraham Lilncoln. Porque un sobreseimiento significará el resurgimiento de Trump en la arena política. La continuación y exacerbación del clima político tóxico que presagia desastres para nuestro país.
En todo caso, lo que corresponde es que no se le permita a Trump volver a ocupar un cargo público – decisión que requiere una mayoría simple del Senado.
Y que el proceso en manos del Senado sea breve, fugaz. Que no nos distraiga. Que no lleve mucho tiempo. Porque vivimos en un país consumido por la pandemia y en urgente necesidad de un rescate económico y sanitario. Y no hablemos de pavadas.