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Fentanilo: La edad oscura americana

No hay infierno para apaciguar los pecados de Estados Unidos. Nuestro país ha sido integrante del caudal de muerte, desolación e injusticia que significa su trayectoria histórica . Por eso, nadie puede creer cuando afirman que los servicios de espionaje han encontrado la producción de fentanilo en los cárteles mexicanos. O la imbecilidad desborda a la DEA, CIA, la Embajada y demás burocracia inútil que sostiene el contribuyente, o Estados Unidos aplicará una severa dosis de pentagonismo a México como en 1846. 

Dentro de las variadas anécdotas relacionadas con la consignación de drogas en Estados Unidos, hace unos días se destacaba la de un grupo que fue responsable de la muerte de varias personas por introducir ansiolíticos para caballos como fentanilo. Las autoridades estadounidenses aún buscan a los responsables de la situación, pero lo importante del hecho radica en que un grupo de narcotraficantes envío medicina veterinaria que el mercado estadounidense de las drogas asumió como fentanilo. 

La producción de fentanilo en México es una mentira tan grande como la de los atentados al World Trade Center en 2001. Como el ataque a Pearl Harbor. Como el ataque al Lusitania. Como tantos y tantos atentados que Estados Unidos usa para atacar a otros países y robar los recursos que pueda. ¿Cómo empezó la guerra de 1846 contra México? ¿Por qué robaron Texas? El negocio de la guerra es la principal actividad del imperialismo yanqui y siempre busca que su complejo armamentista provea de insumos a todo el mundo con el menor costo humano y violento para ellos. 

Así como Irak no tuvo la capacidad para desarrollar armas nucleares, México no tiene la estructura para producir fentanilo. Basta con entender un poquito los indicadores educativos, sociales y económicos de la sociedad. Países subdesarrollados donde la media educativa ronda la primaria, no tienen la capacidad para desarrollar medios sofisticados contra EE.UU. A últimas fechas, los cárteles de las drogas en México sólo producen narcocorridos puesto que los capos han trasladado su estructura financiera a Estados Unidos -como Genaro García Luna y la clase política. Hasta la parafernalia mediática de la narcocultura (telenovelas, películas, actores, música, etc.) se produce desde EE.UU. 

México es tan insignificante para la seguridad nacional de EE.UU. que la superpotencia permite la cohabitación de 50 millones de lumpenproletariado en su entorno. Si los mexicanos producen el fentanilo y eso aterra al gobierno estadounidense, ¿por qué permiten que haya 50 millones de narcotraficantes? 

La muerte es el principal negocio de la gran paraestatal llamada Pentágono y que, históricamente se ha comprobado, Estados Unidos busca activar como sea, al costo necesario, inclusive en su patio trasero. 

El sistema educativo mexicano es un cementerio, acaso permite el acompañamiento a los individuos que integrarán la sociedad cuando adultos. La escuela se constituye como una institución de control social más que de enseñanza. Si el fentanilo se produce en México, probablemente la DEA y CIA deberían investigar en el Heroico Instituto Politécnico Nacional; el espacio más serio para la academia y la ciencia en la república mexicana. Si en México hubiera universidades como en Irán, Corea del Norte, Rusia o Cuba; entonces sí que los gringos deberían estar aterrados. Desde los Tratados de Guadalupe Hidalgo, el imperio yanqui sabe cómo tiene sometido a México.  El colonialismo estadounidense sobre la república mexicana es total y la transferencia tecnológica tiene tanto control económico que no puede hacerse ni un tornillo desde las condiciones estructurales. 

La DEA y la CIA no deberían confiar más en los memorándums de sus espías pertenecientes a la ultraderecha nacional. La escuela pública mexicana nunca produjo comunistas, ni nada semejante. Ojalá la escuela mexicana produjera algo más que ciudadanos domesticados. Ha corrido demasiada agua para descubrir que tantos muros financiados por la CIA en el sistema escolar mexicano sólo sirvieron para patrocinar escuelas privadas, tan costosas como las estadounidenses (por ejemplo, la Universidad Autónoma de Guadalajara), pero no se sabe si igual de competitivas. 

Si la época neoliberal no mejoró los indicadores educativos de México durante los treinta años de su etapa, sino todo lo contrario, ¿cómo se produce el fentanilo en México? 

Estados Unidos produce el fentanilo que consume Estados Unidos. El liberalismo económico tiene calculado todo. La economía de consumo también está al servicio de la economía de guerra en EE.UU. Las trasnacionales estadounidenses destruyen porcentajes racionales de su población por necesidad tóxica de su economía de guerra. Las drogas forman parte de su orden social y está plenamente calculado el número de consumidores, muertos y competitividad que producen. Estados Unidos tiene a la DEA y la CIA para justificar sus acciones terroristas contra la humanidad, pero el mundo tiene a Noam Chomsky para saber el nivel moral del Deep State; con eso basta y sobra. 

El fentanilo constituye la causa para provocar un conflicto militar con China o, al menos, para mantener la guerra de baja intensidad con México que patrocina los chicles del Pentágono; ojalá que eso reduzca su ansiedad. Mientras tanto, los nuevos carteles del fentanilo en México seguirán buscando la medicina veterinaria que no termine en la muerte de los consumidores estadounidenses, así como el grueso de la población sigue emigrando a la economía informal gringa. 


Xóchitl Patricia Campos López es profesora investigadora en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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