La corrupción judicial en México es crimen autorizado
Los ministerios públicos integran mal las acusaciones; los jueces se encargan de destacar las fallas y los abogados se convierten en coyotes que articulan la disfuncionalidad del sistema
Durante muchos años se construyó un sistema organizado para no funcionar y los grandes beneficiarios son los que violan la ley a cambio de recompensas económicas, que descubrimos, son muy generosas.
Resulta que el caso de la liberación del Mochomo no es el primero que maneja indebidamente la jueza María del Socorro Castillo Sánchez, titular del Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales.
Ella manejaba asuntos relacionados con personas vinculadas con diversos cárteles del narcotráfico y otros criminales que fueron liberados. Ante su reincidencia en liberar criminales ¿nunca se dieron cuenta en el Consejo de la judicatura que algo pasaba en ese juzgado? ¿Nadie revisa las sentencias y actos liberatorios? ¿Hay alguien que protege a la jueza? La verdad es que es muy sospechoso que tantos casos hayan evadido el radar que debe vigilar la buena conducta y probidad de los juzgadores.
Se creó el consejo de la judicatura, para entre otras cosas vigilar a los jueces. Supongo que un juzgado relacionado con temas de narcotráfico debe tener una vigilancia especial, porque como dicen, la tentación es fuerte y la moral parece no ser el fuerte de los jueces. Recordemos el caso del juez superior que dijo que no debían bajarles el salario porque podían corromperse.
La manipulación en los juzgados es un factor primordial que refuerza la impunidad, porque los criminales saben que muy pocos delitos se investigan. Y que de los investigados, si por mala suerte los detienen pueden comprar su liberación en la primera instancia. Y que si la mala suerte persiste, entonces se puede optar por comprar el no juicio. Es así como llegamos a que se sentencia solamente a un porcentaje casi ridículo de los crímenes cometidos en el país. Todo el proceso se irriga con un río de dinero indebido y una moral pública venida a muy menos.
No existe democracia sin sistema de justicia que nos vea a todos como iguales ante la ley, y para eso, la ley no puede ni debe comprarse.
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