La culpa por no poder parar

Cargamos un saco lleno disculpas. Echamos, echamos y echamos, pero pocas veces nos paramos para vaciar. Sentimos culpa por los privilegios, por los errores, por las ideas, por el debería ser, por lo que hicimos y por lo que no, culpa por producir, y por no hacerlo. He descubierto que a mí la que me tiene enmarañada es la culpa por el descanso. Me cuesta mucho parar y sé que probablemente a ti también.

El mandato del hacer

No es solo la crianza, también es nuestra cultura la que nos enseña que siempre debemos estar haciendo algo. Lo cargamos desde aquellas mamás latinas que nos despiertan los sábados temprano para que limpiemos nuestro cuarto o los papás que nos obligan los fines de semana a cortar el césped. No es solo la culpa por las responsabilidades que nos hemos echado al hombro de manera voluntaria o las que nos han colgado a nuestro pesar, es la culpa más profunda de no estar haciendo algo, cuando en realidad descansar es un todo.

Pocas veces reconocemos la ansiedad que nos genera sentarnos a hacer nada. Me cuesta. No me desconecto. Pongo una serie en la televisión mientras tecleo algo en el ordenador y reviso mi celular, al mismo tiempo doblo ropa, reviso la comida, y le grito a mis hijos que se laven los dientes. No existe un momento en el que esté despierta y consciente en el que no esté produciendo algo de trabajo, en la familia, y muy pocas veces para mí misma. Y cuando un día, aparentemente en mi agenda no hay tantos eventos reuniones o trabajo, me entra la ansiedad por acomodar de los calcetines, el clóset, limpiar los gabinetes de la cocina y descubrir que el garaje es un desastre desde la Navidad pasada.

El stress de no poder parar.

No puedo parar, no me permito hacerlo. Hasta que ya no puedo más, ¿te pasa lo mismo?

Aceptar nuestra vulnerabilidad

El mundo profesional nos pide estar siempre haciendo algo. Si haces una pausa larga, la pagas con creces. Y eso tiene una factura en cómo percibimos la vida y todo lo que nos rodea, principalmente en nuestros países en los que nos enseñan que el mérito se logra siempre solo después de una talacha (1) intensa.

Hasta hace apenas dos años, la salud mental era un tema del que poco hablábamos. ¡Y Dios nos libre admitir en voz alta que sentimos culpa o estamos cansados! Qué sarcasmo. La pandemia nos obligó a hacerlo. Nos volvió en seres más humanos y vulnerables. Algunos le prestaron atención a sus contrariedades y otros las utilizaron como pretexto, porque somos los seres humanos de complejos y contrastantes, a veces aprovechados y a veces indiferentes. Y hay que confesar tendemos a sobreexplotar todo, incluso lo que sentimos, o con mayor razón las emociones.

El stress de no poder parar.

Y tendemos a exagera siempre las culpas y no lo mucho que necesitamos de vez en cuando solo soltar el cuerpo.

NOTA: (1) talacha: Reparación o compostura de algo, principalmente la que se realiza en las carrocerías de los automóviles.

Autor

  • Maritza Félix

    Maritza Lizeth Félix es una periodista, productora y escritora independiente en Arizona. Nació en Magdalena de Kino, Sonora, México. La frontera ha sido su hogar y su inspiración por más de 15 años. Su trabajo ha sido publicado en importantes periódicos de Estados Unidos, México y otros lugares del mundo, así como en las principales cadenas de televisión de habla hispana Univisión y Telemundo. Actualmente trabaja de manera independiente para la Organización Editorial Mexicana, Channel 4, Proyecto Puente, Uniradio Noticias, Telemax y Prensa Arizona. Fue reportera en el documental “Misterios de la Fe”, de Discovery Channel y fungió como productora del documental de la frontera de Estados Unidos y México para la serie televisiva “The Wall”, un trabajo investigativo mundial realizado por Rondo Media, del Reino Unido. También ha sido productora de proyectos especiales como coberturas políticas, electorales y de inmigración para Al Jazeera y fue la productora de investigación en el galardonado reportaje “Risking It All For America – Riding The Train Of Death”, de Channel 4 en Inglaterra. En 2011 fue nombrada por Chicanos Por La Causa como una de los “40 Líderes Hispanos menores de 40 años” en reconocimiento a su trabajo periodístico e influencia en el estado. Félix ha ganado cinco premios Emmy y fue la primera ganadora del premio a la “Mejor Crónica Escrita en Estados Unidos”, de Nuevas Plumas. También ha recibido múltiples galardones del Arizona Press Club por sus reportajes. En 2012 y 2013, la revista Phoenix New Times la nombró como la “Mejor Periodista de Habla Hispana” en Arizona. Maritza está felizmente casada y es mamá de unos mellizos curiosos que retan y alimentan su imaginación todos los días y llenan su vida de alegría, amor y carcajadas.

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