¿Por qué la lucha de los de abajo es una tarea de nunca acabar en México?
El objetivo de Obrador es crear una sociedad más justa, pero ¿quién se beneficia de tener a más del 50% de la población en la pobreza?
¿Por qué la lucha por una sociedad más equitativa es interminable?
Los que se benefician
¿Quién se opone a la igualdad?
¿Por qué parece muy difícil de lograrla a pesar de que la mayoría de la gente la desea?
O más bien, ¿quién se beneficia de tener a más del 50% de la población mexicana en la pobreza o extrema pobreza?
En México, el poder económico (en manos de la oligarquía) siempre se ha beneficiado directa o indirectamente de mantener a la mayoría de los mexicanos con lo mínimo para sobrevivir. En complicidad con la clase política y los medios de comunicación corporativos, se han encargado de mantener a una gran parte de la sociedad mexicana con sin recursos o con muy pocos. Sin esperanza, sin voz, y lista para migrar a Estados Unidos.
Todo a consecuencia de los fraudes, saqueo de recursos, impunidad, masacres y represión que han permitido el enriquecimiento ilícito de unos cuantos.
De acuerdo con El Financiero, actualmente México es el segundo país con más millonarios en América Latina, sólo detrás de Brasil. Y cuenta con al menos medio centenar de personas con un patrimonio de más de 500 millones de dólares’.
Desencadenan la pobreza
A principios del sexenio de Salinas de Gortari (del 1 de diciembre de 1988 al 30 de noviembre de 1994) los millonarios en México se podían contar con los dedos. La migración hacia Estados Unidos se incrementó en millones de personas y el sueldo mínimo perdió gran parte de su poder adquisitivo, yendo del lugar 12 al 82 en 40 años, a pesar de los tres aumentos de la actual administración (más del 50% en tres años).
Actualmente, el sueldo mínimo en México es de unos siete dólares por ocho horas diarias de trabajo.
Entonces, no es sorpresa que en México haya más de 60 millones de personas que viven en la pobreza o en la extrema pobreza. Tenemos gente todavía sin drenaje ni electricidad. Pero en el otro lado hay políticos y periodistas que viven con grandes lujos, yates y apartamentos en Miami o en Europa.
Menciono estas dos carreras porque se supone que son disciplinas que existen para servir a la sociedad y no de enriquecimiento personal.
Políticos y comunicadores
Tener dinero y lujos no está mal, pero solo si lo puedes justificar con tu trabajo, como podría ser el caso de los hombres de negocios. En ese caso, felicidades.
Los comunicadores que sirven al poder político y económico; además de los servidores públicos, no son hombres de negocios. Empiezan trabajando sin muchos recursos y muchos terminan millonarios. ¿Cómo podemos explicar esa situación si no es que con fraudes, desfalcos, complicidades, saqueos, negocios leoninos y más?
Esos 60 millones de pobres no fueron creados por el espíritu santo. Su existencia es la consecuencia de un capitalismo salvaje que solo se intensificó a finales de los 80s con Salinas de Gortari.
Con el periodo neoliberal las industrias públicas se empezaron a privatizar en manos de unos cuantos. Continuó la concesión de los recursos naturales. Ahora vemos que esa política ha generado una desigualdad sin parangón.
Lucha interminable y no fructífera
La iniciativa privada hizo lo que sabe hacer: sacar ganancias. Pero no para todos. Solamente para ellos, para los políticos y los dueños de medios corporativos y algunos comunicadores. Y los medios de comunicación, lejos de investigar y criticar, trabajaban con ellos y muy de vez en cuando reportaban un conflicto, un abuso, pero en general justificaban la política, los negocios y las ganancias.
Es por eso que la lucha de los de abajo se vuelve interminable y no fructifica; no importa si había protestas y la gente marchaba y gritaba. Porque si los medios no lo cubren, es como si no sucediera. Obviamente había malestar público durante las protestas, pero eso pasa rápido.
La gente de abajo no tiene muchos recursos para aguantar y mostrar su inconformidad en el eje del tiempo. Esa era la historia de siempre.
Es por eso que pasaron décadas en México y nada cambiaba. Había elecciones y aunque la gente votaba, no había cambios. Primero, porque el poder político controlaba los resultados de las elecciones y si había que hacer fraude pues lo hacían. Además, tenían en la bolsa a los medios de comunicación que en forma sincronizada salían a gritar el triunfo del PRI o del PAN y con eso era suficiente.
A este sistema Vargas Llosa lo llamó la dictadura perfecta en los 90.
Se cayó el sistema
Recuerdo que en 1988, cuando todos pensaban que el licenciado Cuauhtémoc Cárdenas había ganado las elecciones por el voto masivo que se dio, de repente «se cayó el sistema» de cómputo y cuando regresó, el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari había ganado.
Así se las gastaban. En el 2006 quisieron desaforar y meter a la cárcel a Obrador, pero no pudieron. Más tarde el mismo expresidente Fox declaró a un medio que él había participado en las acciones para que Obrador no ganase las elecciones presidenciales de 2006.
Pero en el 2018 las cosas cambiaron. Un voto masivo le dio el triunfo a Obrador y ahora sí, por primera vez en varias décadas, el pueblo tenía un presidente de su lado.
El problema es que el poder político de antes cambió la Constitución, con la complicidad de los políticos y el silencio de los medios. Y no fue solo una vez, sino en varias ocasiones; además, se echó a la bolsa al poder judicial. Eso significa que aunque se pasen leyes por el Congreso, siempre habrá jueces que puedan detener los proyectos que protegen a la iniciativa privada, inclusive con contratos aprobados con sobornos, como la Reforma Energética.
Los intelectuales también
Los medios corporativos están contra Obrador porque les quitó casi el 70% de los fondos que recibían anualmente con sexenios pasados. Además, algunos de los dueños de los medios tienen negocios en otras industrias y resienten que Obrador les haya obligado a pagar impuestos o a corregir contratos que constituían un abuso para el pueblo de México.
Muchos supuestos intelectuales que también vivían del erario, están molestos porque ya no pueden vivir del presupuesto del pueblo. Ahora, no pierden oportunidad para atacar a la actual administración.
Pero no es que tengan argumentos sólidos para criticar la Cuarta Transformación del Presidente. A menudo inventan, dicen verdades a medias o manipulan el contexto o la información para desinformar o confundir a las audiencias.
Un ejemplo claro de los abusos y fraudes es la reforma energética que se aprobó con bombos y platillos por Enrique Peña Nieto. Pero ahora ya se tienen hasta videos de que hubo sobornos millonarios para que los legisladores votaran a favor de la propuesta que, lejos de ayudar al pueblo. En definitiva, terminó de privatizar y destruir Petróleos Mexicanos al igual que a la Comisión Federal de Electricidad.
El caso de Riva Palacio
Otro ejemplo de cómo mienten algunos periodistas fue el caso reciente de Raymundo Riva Palacio, quien ha dicho que AMLO miente más que Donald Trump –algo humanamente imposible. Pero el columnista recientemente publicó en su columna de El Universal que el Presidente había dejado libre al narco Güero Palma, que lo había exonerado del delito de delincuencia organizada y absuelto de todo. Hasta dijo que casi el narcotraficante se fue a casa con una disculpa por parte del gobierno.
La verdad es que AMLO no permitió su salida, que se debió a una orden dada por un juez en Jalisco. El presidente detuvo la orden y primero se aseguró que no tuviera ningún otro tipo de cargo que posibilitase que permanezca en la cárcel. A pesar de ser mentira todo lo que dijo el columnista, Riva Palacio nunca se disculpó y su columna permanece publicada como si fuera cierta en El Financiero y otros medios de México.
Estos son solo dos de cientos de ejemplos que revelan la intensa lucha que libran los de arriba, los que siempre han tenido, para detener a AMLO y su 4T.
Los de abajo luchan
Los de abajo que ya llegaron al poder, luchan sin recursos por mantener a Obrador. Y él ha ayudado a los pobres –más del 50% mujeres-, a los estudiantes de pocos recursos y a la tercera edad. Además de un gran número de proyectos que se realizan simultáneamente en todo el país. Todo esto sin un endeudamiento como sí lo hicieron sus predecesores. Y sin pandemia.
Desafortunadamente la fuerza de los de arriba, aunque ahora son oposición, es superior y con todos los medios corporativos en su bolsa, tienen posibilidades de regresar al poder,. Confían en que los de abajo se dividan, se peleen y queden confundidos por los diarios bombardeos de los medios corporativos.
El próximo 6 de junio, día de elecciones, será determinante para saber si los de abajo tendrán hasta el 2024, último día de gobierno de Obrador, para festejar con los brazos abiertos. O si tendrán que seguir luchando en forma indefinida como lo hicieron hasta el 2018, contra los poderes fácticos que buscan no perder sus privilegios, vivir del erario y mantener a ese 50% de mexicanos en la pobreza, para que ellos puedan vivir mejor.
Agustín Durán es editor de Metro de La Opinión en Los Ángeles.