MéxicoPolítico: Reconstruirse desde las cenizas
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La crisis de inseguridad en México sacude al país un día sí y el otro también. El poder del crimen organizado cada vez es más alarmante y vigoroso. En reciente información publicada en el semanario Proceso #1773, se da a conocer que el 71% del territorio nacional es controlado (gobernado) por las mafias delictivas.
Las autoridades correspondientes han sido rebasadas y prácticamente han quedado aniquiladas e inmóviles ante la penetración y furia de las fuerzas criminales.
En cualquier otro país, la cifra del 71% sería sumamente alarmante y prácticamente se estaría ante un inminente colapso social, en todos los sentidos.
Pero en México no pasa nada. La autoridad, en una actitud bravucona recibe los embates del crimen organizado como un argumento más para continuar la guerra, a pesar de su injustificados y nulos resultados. Por cada acción de las policías o las fuerzas militares, los capos responden con el doble de acciones exponencialmente más violentas.
Insisto, la lectura es muy tibia o ha dejado patidifusos a los ciudadanos (y de paso a las autoridades), pero interpretando la cifra del 71%, quiere decir que prácticamente el crimen organizado gobierna la mayoría del territorio y por consiguiente a sus ciudadanos, de tal manera que incluso hasta se podría concluir que de cada 10 ciudadanos mexicanos, 7 son gobernados por el crimen organizado y sólo 3 por la autoridad legal; reitero: es una cifra de miedo.
Sin embargo la autoridad encabezada por Felipe Calderón es sorda, testaruda e insensata ante los llamados y reclamos de la opinión pública que convoca a modificar la fallida estrategia de la guerra. Por el contrario, estas autoridades no tienen empacho en reconocer la guerra como un juego o show televisivo. El propio Felipe Calderón ha expresado que su estrategia de inteligencia está inspirada en la serie televisiva 24. Lo cual, le anula cualquier tipo de autoridad o credibilidad de la situación real que se vive en el México bañado de sangre.
Los actos criminales en México se han convertido en el pan de cada día. El crimen organizado no tiene ningún recato en demostrar su poderoso músculo en cualquier sitio del país y sin medir el grado de violento de sus actos. Lo mismo asesina a 72 migrantes en Tamaulipas, que levanta y asesina a 20 michoacanos en Acapulco, que mata a 14 jóvenes en un centro de rehabilitación, que en un autolavado del barrio de Tepito en la ciudad de México. No hay límites para el crimen organizado.
Y mientras tanto la autoridad no tiene capacidad de detener a los criminales. En todo caso, utiliza siempre la salida fácil para medio justificar los actos violentos: los muertos son “todos” personas con antecedentes criminales y lo que observamos son ajustes de cuentas entre las propias bandas; como si eso los exculpara y justificará la acción fuera de la ley.
En otras palabras, con estas respuestas, el gobierno federal está aceptando la justicia por propia mano, situación que desde luego rebasa la ley y por ende, el Estado de Derecho.
No hay duda que la grave crisis de inseguridad encrudecerá más en la medida que los actos violentos se acerquen al centro del país, en particular a la ciudad de México.
Ya está tomada la ciudad de Monterrey en el estado de Nuevo León. Ya está controlada la ciudad de Guadalajara en Jalisco. La trayectoria apunta que el crimen organizado demostrará su poder en la ciudad de México, ya comenzó en la periferia, sitios como Cuautitlán y Nezahualcóyotl por sólo mencionar dos ejemplos, son plazas en donde operan algunas ramas criminales.
La expansión de la violencia en la ciudad de México representará la búsqueda de dominio y control total (de hecho ya existen ciertos lugares o barrios del distrito federal donde han comenzado las extorsiones a comerciantes); ante ello, la fuerzas policíacas y las decisiones políticas estarán ante la encrucijada de actuar con responsabilidad, firmeza y decoro o permitir el triunfo del crimen.
Sin embargo, todo parece indicar que México no tiene escape. El destino nos alcanzó y no hay en lo próximo, gobierno que enfrente con eficiencia a la criminalidad. Ya lo he mencionado en este espacio: mientras Felipe Calderón esté secuestrado por el millonario secretario Genaro García Luna, el crimen y sus capos tendrán la protección del propio gobierno federal.
Si regresamos a la cifra del 71% de control territorial del crimen organizado, eso sería motivo suficiente para exigir la renuncia del ingeniero mecánico García Luna, pero algo pasa en el gabinete de seguridad y nadie se atreve a pensarlo.
Dicen que la vida es circular y cíclica: una vez más, luego de 200 y 100 años, México se enfrentará a un proceso político electoral en medio de un baño inconmensurable de sangre; por lo que tenemos al alcance y lo que se observa, no habrá propuesta política que frene a la delincuencia. Luego nos enfrentaremos una vez más a la reconstitución y reconstrucción de este país, una vez más, desde sus cenizas…
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