Ola racista contra asiático-estadounidenses

La comunidad asiático-estadounidense no solo tiene que confrontar los estragos del COVID-19 sino que también una epidemia de racismo.

En las últimas semanas se han multiplicado los ataques contra asiático-estadounidenses.  El 28 de enero, en una calle de San Francisco y sin razón alguna, un hombre atacó a trompadas a Vicha Ratanapakdee hasta derribarlo. Días después, el tailandés de 84 años falleció en un hospital local.

En el otro rincón del país, en Manhattan, Nueva York, a Noel Quintana, un filipino-estadounidense de 61 años, le tajearon la cara con una navaja mientras viajaba en un tren. Tampoco hubo ninguna provocación.

Epidemia de violencia

La lista de ataques, insultos y burlas, contra asiático-americanos en los últimos tiempos es extensa y más que preocupante. Algunos la definen como una verdadera epidemia de violencia racial.

“Desafortunadamente los asiático-americanos también han tenido que pelear un segundo virus, el virus del racismo”, dijo John C. Yang, director ejecutivo de Asian Americans Advancing Justice, en la conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services para tratar el tema de esta violencia racista que viene impactando a la comunidad asiático-estadounidense.

El racismo y la discriminación no es una novedad para esta comunidad que ya representa el 6% de la población. Remontándonos en la historia, nadie puede olvidar el Acta de Exclusión de 1882 ni el internamiento de 20,000 japoneses-estadounidenses en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Por eso no puede extrañar que con el COVID-19 se multiplicaron los insultos y agresiones raciales. Una encuesta sugiere que el año pasado, 40% de los asiático-estadounidenses estuvieron expuestos a alguna forma de discriminación.

Fue un año difícil. La comunidad no solo estuvo expuesta al virus más que otros (muchos asiático-estadounidenses son trabajadores de primera línea), sino que también a los ataques raciales de la Administración Trump.

“Las palabras son importantes. No podemos ignorar que tuvimos un año entero con un presidente y algunos de sus colegas que lo llamaron el ´virus chino´, ´la gripe de Wuhan´ y otras derivaciones peores”, recordó Yang. “Lo vimos en setiembre y octubre en sus mítines políticos donde hacía referencia burlona a esos términos y la audiencia festejaba y festejaba”.

Estadísticas

Las estadísticas reflejan claramente la dimensión del problema. De acuerdo a información que presentó Manjusha Kulkarni, directora ejecutiva del Asian Pacific Policy and Planning Council, en las últimas 41 semanas hubo nada menos que 2,808 incidentes en 47 estados y en el Distrito de Columbia. La mayoría fueron denuncias por actos de odio racial y no necesariamente crímenes raciales.

Alrededor de 56% de los incidentes tuvieron lugar en solo dos estados: California y Nueva York.

A nivel de características demográficas, los reportes indican que las mujeres están expuestas a estas agresiones 2.5 veces más que los hombres.  7% de las víctimas son ancianos que los atacantes perciben como vulnerables.

Lo más común, de acuerdo a Kulkarni, son los ataques verbales, ignorar a alguien, ataques físicos y toser o escupir a la víctima.

Aproximadamente 40% de los incidentes tuvieron lugar en negocios privados, seguido por calles, parques públicos y online.

La mayoría de las víctimas, más del 40%, son de origen chino, seguidos por coreanos, filipinos, y vietnameses.

Las conductas racistas, discriminatorias a veces no se encuadran claramente dentro de estatutos criminales y se hace difícil presentar cargos criminales de odio racial contra los atacantes.

Eso es lo que ocurrió en el caso de Quintana, el filipino-americano que fue atacado en el subterráneo neoyorkino. El agresor no articuló ninguna frase racista y, aunque la comunidad filipina no tiene dudas de la motivación detrás del ataque, los fiscales no consideraron el caso como un crimen racial.

Consecuencias

Por supuesto COVID-19 ha resultado en niveles más altos de depresión y ansiedad. Si a esto le sumamos el clima psicológico creado por los ataques raciales, se entiende porque la tasa de depresión entre asiático-estadounidense ha crecido nada menos que un 155%.

“Miles de asiático-estadounidenses han experimentado odio racial y el impacto es traumático…”, explicó Cynthia Choi, co-directora ejecutiva de Chinese for Affirmative Action. “Los estudios muestran que, además de los desafíos de la pandemia, han habido tasas alarmantes de depresión y ansiedad relacionadas con discriminación por el COVID y ataques recientes de ancianos. Al margen de si son motivados por razones raciales o no, continúan creando un clima de temor y ansiedad.”

Otros participantes en la reunión fueron Marc Morial, presidente de la National Urban League, y José Hernandez, de la Koreatown Immigrant Workers Association, quienes hicieron énfasis en la importancia de denunciar estos actos de intolerancia.

“Lo más importante que tenemos que hacer como líderes es condenar estas acciones, condenar estas palabras. Lo debemos hacer en la mañana, en la tarde, en la noche; de domingo a sábado”, dijo Morial. “Tenemos que continuar haciéndolo porque debemos combatir el odio con mensajes de tolerancia, entendimiento y amor por la humanidad”.

Nestor M. Fantini, M.A., Ph.D. (ABD), is an Argentine-American journalist, educator, and human rights activist based in California. Since 2018, Fantini has been co-editor of the online magazine HispanicLA.com. Between 2005 and 2015 he was the main coordinator of the Peña Literaria La Luciérnaga. He is the author of ´De mi abuela, soldados y Arminda´ (2015), his stories appear in ´Mirando hacia el sur´ (1997) and he is co-editor of the ´Antología de La Luciérnaga´ (2010). He is currently an adjunct professor of sociology at Rio Hondo College, Whittier, and at AMDA College of the Performing Arts, Hollywood, California. As a refugee and former political prisoner who was adopted as a Prisoner of Conscience by Amnesty International, Fantini has dedicated his life to promoting the memory of the victims of state terrorism of the Argentine civil-military dictatorship of the 1970s and is currently coordinator of Amnesty International San Fernando Valley. Fantini graduated from Woodsworth College and the University of Toronto.

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Néstor M. Fantini , M.A., Ph.D. (ABD), es un periodista, educador y activista de derechos humanos argentino-estadounidense que reside en California. Desde 2018, Fantini es coeditor de la revista online HispanicLA.com. Entre 2005 y 2015 fue el coordinador principal de la Peña Literaria La Luciérnaga. Es autor de De mi abuela, soldados y Arminda (2015), sus cuentos aparecen en Mirando hacia el sur (1997) y es coeditor de la Antología de La Luciérnaga (2010). Actualmente es profesor adjunto de la cátedra de Introduction to Criminology, en Rio Hondo College, Whittier, California, y de The Sociological Perspective, en AMDA College of the Performing Arts, Hollywood, California. Como refugiado y ex prisionero político que fuera adoptado como Prisionero de Conciencia por Amnistía Internacional, Fantini ha dedicado su vida a promover la memoria de las víctimas del terrorismo de estado de la dictadura cívico-militar argentina de la década de 1970 y actualmente es coordinador de Amnesty International San Fernando Valley. Fantini se graduó de Woodsworth College y de la Universidad de Toronto.

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