Por una iglesia que proteja la democracia
Coincido con muchos otros líderes cristianos en que nuestro país se encuentra en una encrucijada política.
La estrategia del fraude
Las elecciones del 8 de noviembre de 2022 son las primeras desde que el expresidente Trump comenzó su campaña para desacreditar el proceso electoral. Como se recordará, inmediatamente después de las elecciones presidenciales de 2020, Trump reclamó que le habían sido robadas. No se limitó a solamente hacer un reclamo que carecía de toda validez, sino que convenció a la mayoría del partido Republicano que la repetición de este reclamo constituye la mejor estrategia para regresar al poder.
Esto ha motivado a que en varios estados liderados por gobernadores y legislaturas republicanas, estos hayan aprobado leyes que hacen más difícil ejercer el derecho al voto. Un ejemplo es el estado de Georgia, donde las nuevas reglas prohíben proveer agua o alimentos a votantes que estén esperando en filas para votar. Estas nuevas leyes de votación afectan mayormente a afroamericanos y latinos.
Existen muchas motivaciones detrás de estos esfuerzos para hacer el proceso de votar más difícil. Una de ellas es el sentido de urgencia existente en el seno de movimientos conservadores (religiosos y no religiosos) por detener lo que ellos consideran un desenfrenado movimiento hacia el liberalismo en nuestro país.
Razones del apoyo a Trump
Es por esa razón que el mensaje de personas como Trump es bien recibido por la mayoría de los evangélicos blancos y latinos. No pueden aceptar que se rechacen los principios morales que el movimiento evangélico ha promovido por tanto tiempo y que hasta hace unos 30-40 años eran la norma en la sociedad estadounidense. Aunque quienes los rechacen sean hoy la mayoría en nuestra sociedad.
Quiero hacer claro que yo comparto algunos de esos principios teológicos. Pero lo que no creo es que ni yo ni nadie tengamos el derecho de imponerlos a otros en una sociedad democrática. La labor de la iglesia en cualquier sociedad es modelar los principios bíblicos. La iglesia no es llamada por el evangelio a imponer por medio del poder político – o mediante alianzas con el gobierno – sus posiciones teológicas o doctrinales.
El Dr. King se refirió a esto cuando dijo: “Se debe recordar a la iglesia que no es el amo o el sirviente del estado, sino la conciencia del estado”, también dijo, “Debe ser la guía y la crítica del Estado, y nunca su herramienta. Si la iglesia no recupera su celo profético, se convertirá en un club social irrelevante sin autoridad moral o espiritual”.
La responsabilidad de la iglesia es articular y persuadir a la sociedad con el mensaje del evangelio; no unirse a partidos políticos para imponer a otros sus principios religiosos.
Iglesias que imponen su voluntad por el poder
Tenemos muchos ejemplos de gobiernos y movimientos religiosos que imponen su voluntad por medio del poder. Durante los pasados dos meses hemos visto que centenares de miles de personas protestan en las calles de Irán reclamando librarse de las normas religiosas impuestas por un gobierno alineado con los líderes religiosos. Y vemos gobiernos como el de Venezuela que han manipulado el proceso político para mantener en el poder a un líder y gobierno específico.
El casamiento de la iglesia con movimientos y líderes políticos siempre resultan en detrimento del evangelio. Cuando la iglesia trata de establecer sus principios por medio del gobierno y la política, el resultado cada vez es que terminan haciendo daño a su propia obra e imagen.
Vivimos un momento en el que la iglesia necesita ser profética. La iglesia es llamada hoy, como en el pasado, a ser la “conciencia del estado” y no su instrumento. Los principios de equidad y justicia que como cristianos sostenemos deben motivarnos a condenar todo intento de controlar y coartar el proceso electoral en nuestro país.
Rechazo y condena
El movimiento liderado por Donald Trump para desacreditar y socavar el sistema electoral de nuestro país debe ser rechazado y condenado.
La democracia americana no es perfecta, pero prefiero vivir en un país donde se respete el derecho de la mayoría aún cuando yo esté en desacuerdo con algunos de los principios de esa mayoría. Necesitamos aprender a vivir en una sociedad libre y democrática donde la mayoría gobierna y los derechos de las minorías son respetados.
En tan solo una semana veremos cómo transcurren las elecciones. Oremos para que las fuerzas de la mentira que atentan contra la estabilidad democrática de nuestro país no triunfen. Y que menos aún la Iglesia de Jesucristo sea cómplice en socavar la estabilidad política de nuestro país.
El Reverendo Carlos L. Malave es el presidente de la Red Nacional Cristiana Latina (LCNN). LCNN es una amplia red cristiana latina en Estados Unidos, que incluye a líderes pentecostales, evangélicos, protestantes históricos y católicos.