Senadores irresponsables caminan por la cornisa con los ojos vendados

Un Senado inoperante entrega las llaves del país a Donald Trump y renuncia al equilibrio de poderes

Por la mínima diferencia, el Senado aprobó en la madrugada del lunes primero de julio el paquete de reconciliación presupuestaria.  Cincuenta senadores votaron a favor, 50 en contra – todos los demócratas y tres republicanos. Requirió el voto del Vicepresidente J.D. Vance para que la moción avance.

El proyecto de ley está ahora en manos de la Cámara de Representantes, que lo debatirá a partir de hoy miércoles. En mayo, aprobó la versión que luego fue al Senado también por la diferencia mínima de un voto. 

El plan combina 4,5 billones (millones de millones o trillions en inglés) de dólares en recortes de impuestos con 1,2 billones de dólares en recortes de gastos. 

Es, indudablemente, una importante victoria para la agenda del presidente Donald Trump. Y una dolorosa derrota para los estadounidenses, especialmente la gente de bajos recursos, la gente trabajadora, los adultos mayores que necesitan cuidado médico, los residentes de zonas rurales, los inmigrantes y muchos más. 

En cambio, el 20% más pudiente de la población recibirá en promedio 6,055 dólares, según Bloomberg.

Entre otros gastos, el plan envía centenares de miles de millones de dólares al ejército, al tiempo que Trump ha eliminado la ayuda exterior, y financia la ampliación del aparato represivo de inmigración, para proceder a la deportación de millones de indocumentados. 

Para pagar por ello, el plan del Senado contempla un aumento espectacular de la deuda pública, incluyendo elevar la autoridad de endeudamiento del país en cinco billones de dólares; reducir el programa federal de préstamos estudiantiles y eliminar o reducir beneficios sociales: el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, o SNAP, planes de energía limpia y salud pública. 

Particularmente, los recortes a Medicaid (MediCal en California), el plan federal-estatal que cubre a 70 millones de personas de bajos ingresos o mayores, causarán que entre 7 y 11 millones de estadounidenses se queden sin cobertura médica. Adultos en edad laboral sin niños o con hijos mayores perderán Medicaid a menos que demuestren trabajar 80 horas al mes, una condición ineficaz y que ignora a personas con trabajo irregular, desocupados, enfermos que no pueden hallar empleo, y cuestiones burocráticas de documentación.

El resultado será también el cierre de hospitales rurales y hogares de ancianos en estados pobres. 

Estas condiciones se apilan en momentos en que todos los demás países desarrollados garantizan el acceso universal a la salud. 

Muestra el verdadero propósito detrás de toda la legislación, el hecho de que el dinero supuestamente ahorrado con esta medida cruel no irá al mejoramiento de la atención médica sino a los bolsillos de los pudientes que pagan menos y menos impuestos. 

Además, se eliminará el popular crédito fiscal de $7,500 por compra de vehículos eléctricos y reducirán los créditos de energía eólica y solar por 500,000 millones de dólares

Contrariamente a lo que afirmen, esta ley carece de apoyo popular. Una reciente encuesta de Pew Research arrojó que 49% de los encuestados se le oponen mientras que 29% lo apoyan. Pero 21% de los participantes no saben qué pensar. Es precisamente esta proporción la que permitió a líderes demócratas como el senador Chuck Schumer «vaticinar» la derrota electoral republicana en los próximos comicios. Aunque no pasa de ser un «wishful thinking», representa la filosofía demócrata respecto a cómo lidiar con Trump: esperando que la situación sea tan mal que la ciudadanía barre con el actual régimen. Algo que la historia jamás demostró. Por el contrario. Pero bien, de esa maner justifican su inacción, su parálisis, su carencia de respuestas. 

Los republicanos tomaron decisiones de la mayor importancia sin estudio, sin debate e ignorando la opinión del Analista Presupuestario del Congreso, todo para obedecer las órdenes del presidente Trump. 

Al respecto, ya a comienzos de junio la oficina del Analista había pronosticado que el proyecto de ley de Trump añadiría 2,4 billones de dólares al déficit en 10 años y dejaría millones sin cobertura médica. Y se trata de un relativamente nuevo analista, nombrado a instancias de los republicanos después de que se quejaron de la «parcialidad» supuesta de los informes…

Es inverosímil que la mayoría apruebe esta montaña de disposiciones con los ojos cerrados para no ver sus consecuencias negativas en la vida de sus propios votantes. 

Es increíble que mientras está en la oposición, este partido se opone con razón al crecimiento de la deuda nacional, para ignorar completamente el problema al volver al poder.  

Están agigantando la deuda federal cuando ya ahora, los pagos de sus intereses exceden el gasto militar del gobierno. Y para pagar esa deuda, el gobierno se endeuda aún más. El dinero gastado en intereses no puede en consecuencia gastarse en otras prioridades, porque el pago de la deuda es lo primero.

El GOP hace esto, en momentos en que la mayoría de los economistas y expertos advierten que el proyecto proporciona poco impulso económico y empeora nuestros problemas fiscales.

Incluso, esta misma semana el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, declaró que “la senda fiscal de Estados Unidos no es sostenible… y debemos abordarlo tarde o temprano. Cuanto antes mejor”.

El gigantesco proyecto contiene disposiciones populistas de la campaña electoral de Trump, como el recorte del impuesto a las propinas y a las horas extra, o un bono impositivo de $4,000 a $6,000 para mayores de 65 años.  

Es una gran victoria para Trump, que ha condensado en un solo paquete legislativo la mayor parte de su agenda doméstica, lo que finalmente le permitiría actuar sin supervisión parlamentaria – y menos que eso, el voto de sus constituyentes – por el resto de su término. 

El Senado inoperante tenía otra oportunidad, una de las últimas, para ejercer su deber de supervisar al Ejecutivo. Renunció a esa responsabilidad con el corazón liviano y las manos llenas de logros supuestos, artificiales y finalmente falsos.

Los estadounidenses se enorgullecen – nos enorgullecemos – de la visión de balance de poder en la Constitución. Sin embargo, en última instancia es el Congreso el más poderoso de los tres poderes. Así escribí en «Congreso Servil» hace unos meses: 

«Cuando el país más lo necesita, el Congreso no ha hecho nada. Sus escasas deliberaciones se concentran en cumplir fielmente las prioridades y demandas de Trump, básicamente el recorte de impuestos a los más ricos y un presupuesto de recortes de servicios sociales»… «el servilismo extremo reemplazó la capacidad de crítica».

Al votar por la totalidad de la agenda trumpista, el Senado – y pronto la Cámara Baja – votan por el fin del equilibrio de poderes.  Y al hacerlo, quiebran el contrato social que es la base de la democracia, y de su propio poder. Un poder que se desliza hacia el olvido.

 

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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