La increíble historia del folleto invisible y los encapuchados en Tijuana

Hace un par de semanas se dio una situación en Tijuana que todavía no acabo de digerir.

Eran casi las cinco de tarde de un viernes, hora en que “suena la campana” para los alumnos del turno vespertino de las escuelas primarias públicas. Hora en la que muchos regresan a sus casas después de cumplir con su horario de oficina, o la segunda tanda en las maquiladoras, en fin, hora en la que hay mucha gente transitando por la calle, y sobre todo padres de familia que van con o por sus hijos a la escuela.

Folletos y armas largas

A esa hora aproximadamente unos 50 agentes (25 en cada sentido de la concurrida avenida), sin uniformes, encapuchados y fuertemente armados, distribuían un “folleto”: «con la mano izquierda me entregaban el folleto y con la derecha sostenían un arma larga», me explica un testigo.

Aunque estos retenes son ya una práctica común en ciudades como Tijuana, yo no termino de acostumbrarme y en este caso específico, agregando los factores “encapuchado y folleto” en la misma ecuación, no entiendo cómo se puede sujetar a la población a un proceso cuyo efecto en la cotidianidad de cualquiera pudiera expresarse así:

Primero el impacto de ver un comando de “encapuchados” altamente armados, después la obligación de detenerte el tiempo suficiente para no perder detalle de sus pintas y sus armas, y como fondo de la confusión y sentimientos encontrados que provocan estas escenas, la duda siempre latente de si estos serán los “buenos” o los “malos”, si me va a tocar una emboscada, si me bajaran del coche delante de mis hijos.

Y al final del numerito y la entrega del dichoso folleto, el dilema:  «¿Cómo le explico esto a mi hija?»

Comando de encapuchados

El “folleto” es un tríptico que en su portada lleva la imagen de un medio plano (del pecho hacia arriba), de una persona con el rostro cubierto por un pasamontañas, vestida de negro y apuntando con una pistola (en este caso da la impresión de apuntar la pistola a quien lo lee, tal como se ve arriba). Curiosamente el modelo en la fotografía coincide con el “tipo” que entrega el panfleto esa tarde en la Glorieta del Instituto México.

Hay varias cosas que llaman enormemente la atención :

· ­¿Por qué ningún medio reportó el operativo?

· ¿Por qué no se escucharon quejas de padres preocupados por la violencia visual de este operativo, sobre todo cuando éste se realizó a unos cuantos metros por lo menos tres escuelas primarias?

· ¿Por qué no hubo una sola voz crítica que se molestara en hablar de este folleto?

Habrá quien piense que ante la ola de terror por la que atraviesa México, y todos los problemas que tenemos que sortear a diario, ¿quién demonios tiene tiempo para preocuparse por un maldito folleto?

La cuestión es que no se trata de un “maldito folleto”, sino de quién emite el folleto, qué dice el folleto y la forma en qué se entrega el folleto.

¿Quién lo emite?

Precisamente la policía que en el estado de Baja California ha sido el cuerpo policíaco con menor credibilidad, una policía que debió ser reemplazada hace mucho tiempo. La “Policía Ministerial” ha amparado figuras como el de “aspirina”, y creado procesos “apócrifos” en los que no falta quien conozca a un “judicial” a quien recurrir cuando a alguien le roban el carro, para asegurarse de encontrarlo, claro después de una “respetable propina”.

En los 80 no era raro que a la presentación “es hijo de un comandante de la judicial (otro nombre para la Ministerial)”, se le acompañara de la aseveración “tiene la pura feria”.

Ese ha sido el rol tradicional de la Policía Ministerial desde que tengo memoria, sin contar con que en los últimos dos sexenios, las “cabezas” de la Procuraduría, se han distinguido por su garrafal actuación y falta de sensibilidad hacia las víctimas de delitos graves, declaraciones a priori (“podemos inferir”) sin ningún respeto a familiares de las víctimas, y hasta linchamiento mediático como fue en el caso de Sara Benazir Chavolla en el sexenio de Eugenio Elourdy, y en este último sexenio (de Osuna Millán) el caso de Adriana Ruiz Muñiz, por mencionar algunos ejemplos.

¿Qué dice el folleto?

El documento lleva por título:  «Programa Sociedad y Gobierno contra la Delincuencia. Folleto informativo de Prevención al delito de robo en sus diferentes modalidades».

A mi ver pudo llamarse sencillamente: “Guía Triste para la Víctima del Delito en BC”. En el interior del panfleto se incluyen una serie de consejos, que rayan en lo obvio, para prevención del delito de robo, así como pasos a seguir en caso de ser víctima de dicho delito, incluyendo el temidísimo: “ir a dar parte al Ministerio Público”, ya que esto “facilitará una investigación con bases bien fundadas”.

Estoy de acuerdo en que la denuncia es el principio primario para combatir un delito, pero ¿no será más prudente mejorar el proceso de la denuncia y hacer esas visitas al Ministerio Público más “amigables” y “cortas”, en lugar de entregar folletos con hoscas imágenes en la portada?

Además, ¿que no el delito de robo se persigue de oficio? ¿Por qué condicionar la investigación a un procedimiento tedioso e ineficiente? ¿No sería mejor persuadir a los legisladores a que actualicen el Código de Procedimientos Penales y facilitarle la vida a la víctima del delito y no a los delincuentes como es el caso por lo menos en  Baja California? Y si no me creen, pregunten al joven estudiante del Tecnológico de Tijuana, Javier Piña, quien pasó 9 meses en la cárcel por defender a su padre en un asalto, mientras cientos de delincuentes salen a la calle en menos de 72 horas por “falta de pruebas”.

Repudio generalizado

No sé quien asesoró a la Procuraduría sobre el diseño y el contenido del dichoso folleto, pero sin duda alguna no realizaron ningún ejercicio de opinión con “padres de familia”, pues se habrían dado cuenta que nadie en su sano juicio puede conservar en su casa un folleto que contiene tal grado de violencia visual, especialmente si hay niños en esa casa.

Cuando recibí copia del folleto realicé mi propio “Focus Group” y de las 30 personas a quienes se los envié, todas manifestaron su repudio de una u otra forma. Desde expresiones de incredulidad como: «¿esto es una broma, verdad?» y «no puede haber alguien tan idiota como para repartir un folleto así». Hasta las frases «qué miedo» y «no es posible». Por cierto, estas últimas fueron las frases predominantes en las respuestas a mi ejercicio.

La forma en la que se entregó el folleto

Agentes con pasamontañas y fuertemente armados. A plena luz del día, en horas de salida de la escuela de niños de entre 6 y 12 años.

No avisaron de ese operativo, no dieron tiempo de tomar la decisión de dejar a los hijos ese día en casa, para no exponerlos a estas imágenes bravuconas que ahora forman parte del entorno, lo quiera o no, porque no hay manera de evitarlo por lo menos desde la perspectiva del ciudadano.

Varias preguntas quedan en el aire: ¿Quién es esta gente que se toma el permiso de invadir ese espacio íntimo de las personas que corresponde a la decisión muy personal y privada sobre el nivel de violencia visual a la que cada uno se va a exponer?

En este entorno donde son las propias autoridades quienes generan esta violencia visual, utilizando muchas veces métodos similares a los de los criminales de quien se suponen deben proteger a los ciudadanos, y en su lugar nos confunden a tal grado que no podemos saber con certeza quien ultraja y quien defiende, ¿cómo protejo a mi familia de este entorno irresponsablemente violento?

Se hace tan evidente que “esta gente” está convencida que “el fin justifica los medios”, y en su afán por denotar que la “procuraduría trabaja”, entrega un folleto cuyo meta-texto es más que claro: “No te puedo proteger, así que empieza por protegerte a ti mismo”.

Lo curioso es que esto último ya los sabemos, lo vivimos todos los días en muchísimas ciudades de este país.

Su fin justifica sus medios

Pero un síntoma adicional de nuestra situación: a los ciudadanos se nos toma con tanto desdén y hay tal convencimiento de que pase lo que pase el ciudadano no va a reaccionar en ninguna dirección y si es que lo hace, serán unos cuantos y no tendrá ningún efecto, que el insulto a la inteligencia que representa enviar un folleto con un mensaje retórico y a la vez cínico, se considera información o cultura cívica.

Y esta misma gente que se da el permiso de violentarme en las calles delante de mis hijos con un operativo que nos pone totalmente fuera de contexto, en otra ciudad, en otro país, en uno donde no hay respeto al ciudadano, no hay respeto a la decisión de un padre por decidir los temas que tendrá que explicar a su hijo en sus distintas etapas de desarrollo, esta es la misma gente que decide que cada seis años, se quiera o no, hay que cambiar las láminas del  su  y encima agregarle ese costo, el cual nunca es menor a veinte salarios mínimos, al pago de tenencia (de por si un impuesto injusto y tramposo, por decir lo menos).

Y ¿los medios? ¿No se enteraron? ¿Por qué no reportaron? Ahh, perdón, se me olvidaba que ya arrancan de nuevo las campañas electorales ¿no querrán quedar fuera del presupuesto de gastos de campaña de los partidos, especialmente del que gobierna, o si?

Llámenme insumisa, pero:

¿No es momento que el ciudadano tenga opción a decir no al pago de cuotas injustas? ¿Por qué pagar unas láminas nuevas cuando las que tengo están en perfecto estado?

© Marga Britto 2010


Perfil del autor

Aprendiz de Madre, Malabarista del tiempo, Exiliada por Opcion, Cuestionadora de todo, Objetora de muy Poco, Activista de Closet, Escritora sin oficio.
Marga nació y creció en la ciudad de Tijuana, México. Actualmente radica en la ciudad de Pasadena, CA. junto a su esposo e hija de 18 meses. Es Licenciada en Comunicación egresada de la Universidad Iberoamericana, y comparte su tiempo entre vivir su maternidad a tope y escribir una columna semanal en su blog www.madresinsumisas.com.

6 comentarios

  1. Tijuana es también el sitio escogido por miles de estadounidenses para vivir y disfrutar la vida, como se muestra en el documental «Gringos living in Tijuana» que me cedió mi amiga la Dra. Gerda Govine, afroamericana, casada con el pintor Luis Ituarte, natural de T.J.
    María Eugenia Sáez, Alhambra, California

  2. Marga, me quede sin palabras al terminar de leer tu articulo, paso de la indignación, el repudio a la impresion y demas sensaciones, y es mas mi mente no termina de asimilar tal idea surgida, me es tan violenta tan agresiva y a la vez tan falsa, falsa desde el punto de vista que exactamente «esto es para que te protejas a ti mismo, no podemos ayudarte te damos tips», y que esa onda de las capuchas fue para hacerlo mas realista y tomar conciencia de que? de que en las calles ya no hay libertad, tolerancia y hay en extremo violencia y miedo?

    y de repente veo a que punto hemos llegado, no? de estar en un entorno impregnado de violencia de intolerancia, de tantas cosas, que hasta «ese performance» digo de repente me parece asi un «performance», se vuelve para muchos tan normal, tan simple que ni siquiera merece el menor comentario? ¿que sucede? con nosotros como individuos… ¿que onda con nuestras reacciones?, que onda con nuestras sensaciones y nuestra expresividad? que onda con los estimulos externos?… yo desde acá no comprendo,

    como diseñadora gráfica, creo que se desvirtuó el objetivo primario, «informar» mediante un impreso, «objetivamente» y llendo mas allá de que la fotografía en primer plano sea fuerte y agresiva. Esa «estrategia novedosa de informar» hace y provoca mil cosas, que ante muchos lo que provoca es indiferencia y evasión y luego resulta que nadie se entero, como puede sugir tal rollo y sin que nadie se de cuenta?

    Es tan complejo, yo trato de imaginar cual habria sido mi reacción ya que soy muy visceral y estoy segura que me hubiese impresionado de tal manera que no sabria como reaccionar y mas si en ese justo momento trajera a emilio mi hijo de casi 2 años ¿como reaccionaria? no lo se, lo que si se es que esas imágenes de esos instantes me hubieran impresionado profundamente… pero también se que me indignaría se parte de ese juego visual en ese momento.

    gracias, por tus lineas por compartirlas y por crear conciencias.

    un abrazo

    brenda

  3. Marga, tu texto me generó en principio mucha curiosidad, al final del texto cuando ví el folleto me perturbó mucho. La verdad es que creo que es imposible opinar de una situación tan violenta sin vivirla, puedo poner todos los adjetivos, pero ninguno sería honesto.

    Ahora bien, poniéndome en tus zapatos, creo que hubiera reaccionado un poco más viceralmente que tú, jejeje. Sin ser una pacifista al ultranza, creo que la violencia no es el camino de nada y que no se resuelve con más violencia como lo hace la Procuraduría de BJ.

    Me cuesta mucho trabajo tratar de educar a mat en la no violencia, aun sabiendo que el mundo afuera es violento, me niego a educarlo así. Así que entiendo tu indignación, esa sí la comparto al cien por ciento, pues aunque no viva en Tijuana, lo que le sucede a México me importa y más a sus ciudadanos de carne y hueso, no a los que salen en los medios, diciendo líderes de opinión y que nunca se exponen a situaciones que los mortales comunes nos exponemos.

    Da risa cuando escuchas decir en una entrevista «periodística»: a nosotros los ciudadanos de a pie eso que nos afecta. Por favor, si no son capaces de subirse ni al metrobus en hora pico, menos a caminar por las calles de Tijuana.

    Finalmente los medios han perdido uno de sus objetivos primarios, la función social, no por caridad, sino porque eso es el peirodismo, lo otro es negocio, así a secas. Duele porque muchos y my buenos amigos que sí son periodistas están atrapados en ese gran dilema y es triste.

    En fin, Marga, no dejes de informar y de inconformarte, creo que es la única opción que veo, para combatir el miedo, la tristeza, la impotencia, la mentira y la simulación rampantes que hay en nuestro querido México.

    Un abrazo.

    1. Estimada Pamela:

      Te agradezco infinitamente tu comentario, creo que es importante que los mexicanos no perdamos de vista que si queremos un mejor país, debemos dar marcha atrás a tanta violencia, empezando por la visual, venga de quien venga.

      Te mando un abrazo

      Marga

  4. Yo supe porque lo leí en twitter via Marga Britto… obviamente me quedé en shock cuando supe y decidí investigar al menos en mi circulo y primero le pregunte a mi concuña que sus hijos van en el IM y me dijo que ella va por sus hijos y no tenía idea de lo que le estaba hablando, luego yo pregunte a mi hermana si sabía algo, y tambien me dijo lo mismo que no tenía idea de que le hablaba, le pregunte a una amiga que su hija tambien va en el IM y la misma respuesta NADA y pregunte en mi oficina cuando el 80% tiene hijos en primaria y ninguna vio nada. Tristemente el famoso triptico lo acabo de conocer via foto en tu blog…….ahora si no hubo queja alguna aparentemente, no podríamos pensar que la gente lo recibió bien, te lo digo desconozco totalmente ese operativo o de plano ya todos nos acostumbramos a ver encapuchados???

    1. Ana:
      Justamente eso es el mensaje central de la nota: NO NOS ACOSTUMBREMOS a esta Violencia Visual. Seguramente la gente del IM no se dio cuenta porque entiendo que los estudiantes de escuelas privadas salen mas temprano, a menos que ya cuenten con turno vespertino en el IM?
      Pero continua siendo un misterio para mi, porqué no hubo quejas?

      Mil gracias por leernos y por tu comentario.

      Saludos
      Marga

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