España, Quijotes y Sanchos, por Laura Fernández Campillo

¿Se dan cuenta de la intemporalidad de los personajes que protagonizan las obras maestras de la literatura?
Es más, en según qué casos, parece incluso que saquen a la luz comportamientos característicos de cada región. De este modo, cuando conocí a los Hermanos Karamazov, dediqué mi búsqueda adolescente a encontrar un hombre semejante a Iván, aquel hermano que se planteaba la existencia con una seguridad que me enamoró desde el primero de sus diálogos.
Quijotes y Sanchos en todas partes
Creí tener que irme a Rusia en su búsqueda, aunque más tarde comprendí que, para el comportamiento de los seres humanos, no existen fronteras. Y de este modo, años más tarde, certifiqué este pensamiento: Quijotes y Sanchos los hay en todas partes, más allá de España, por supuesto, aunque aquí, quizás, sean todavía más evidentes.
Idealistas, locos, elegantes hidalgos de sus pensamientos… románticos e imaginativos; así son los Quijotes de ayer y de hoy. Son capaces de estamparse contra un molino de viento, porque en su seguridad interior nadie puede convencerles de que no son gigantes.
Revolucionarios por naturaleza, ondean sus lanzas contra el mundo, con ideales de cambiarlo; aunque finalmente no les quede más remedio que rendirse ante las evidencias de la materia. Y lo cierto es que no hay mejor complemento para un Quijote navegando en su utopía, que un Sancho sencillo y bondadoso, ingenuo, pero limpio de oscuras intenciones, sin más visión que aquello que se le presenta delante, sin más sueños que los nocturnos. Sin embargo, Sancho necesita el vuelo del hidalgo caballero para redecorar su vida, para llenarla del fulgor y la ilusión de la que carece.
Nos debatimos entre Quijotes y Sanchos
Creo que, más allá de dioses y demonios que nos hablan a cada lado de la cabeza cuando tomamos una decisión, la mayoría de las personas, nos debatimos entre Quijotes y Sanchos; con sus bondades y sus miserias; con sus ideales y con sus conformismos. Nos situamos en el centro de los sueños y las realidades; nos creemos capaces de volar a la luna y al rato nos convecemos de que no es posible.
Quizás sea cuestión de aprender a transformar el impulso quijotesco en una realidad concreta; no lo confundamos con una “dorada medianía” que nos deje templados; sino que en la capacidad humana de la transformación, podemos encontrar un equilibrio.
[bctt tweet=»La mayoría de las personas, nos debatimos entre Quijotes y Sanchos; con sus bondades y sus miserias; con sus ideales y con sus conformismos (Laura Fernández Campillo)» username=»hispanicla»]Queridos Quijotes, queridos Sanchos, todos queridos, brindo por los personajes que somos y por la oportunidad que nos da el teatro de la vida para que nuestra escena sea un cúmulo de diálogos mediocres, o se revista de la brillantez de vivirla intensa y apasionadamente.
Laura Fernández Campillo. Ávila, España, 07/10/1976. Licenciada en Economía por la Universidad de Salamanca. Combina su búsqueda literaria con el trabajo en la empresa privada y la participación en Asociaciones no lucrativas. Sus primeros poemas se publicaron en el Centro de Estudios Poéticos de Madrid en 1999. En Las Palabras Indígenas del Tao (2008) recopila su poesía más destacada, trabajo este que es continuación de Cambalache, en el que también se exponen algunos de sus relatos cortos. Su relación con la novela se inicia con Mateo, dulce compañía (2008), y más tarde en Eludimus (2009), un ensayo novelado acerca del comportamiento humano.