Un poema de Mauricio Campos
Abres tu boca
y mil estrellas brotan como agua fresca
como gaviota en alta mar,
una rosa entre dos parales
de tu templo sagrado
deshojándose cada día.
Un día te interesaste
en conocer a un poeta
¡no sabías lo que pedías!
Tu blanca espuma
cruzó el vasto océano
en barcas esplendorosas
encontrando mis turbulentas
aguas hondas y profundas,
bravas como el temperamento
de mis antepasados
que tiemblan al ver tu cuerpo desnudo
caminar hacia mí.
Tu aire aristocrático
se enredó como hiedra
en mi piedra tallada
a fuerza de lluvia y sol
que arde, que quema, arde y florece
con el amanecer de cada día.
Porque tengo el poder
de convertir tu melancólica casa
en alegre jardín de primavera
porque tu agitada alma
es tranquilizada por mi espíritu de poeta.
Porque yo soy mensajero
de otros soles,
aún desconocidos por tí.
Y mientras tú piensas
yo canto y bailo
la danza del indio americano
alrededor de tu ardorosa llama.
Bravo