Al gobernador Abbott: los asesinados eran seres humanos, no ‘ilegales’
Frecuentemente nos preguntamos qué caracteriza a un asesino múltiple, a quienes usando armas de fuego adquiridas generalmente legalmente, matan a inocentes, y cómo pueden ser tan crueles con hombres, mujeres, niños.
Es que por años, los victimarios han deshumanizado a las víctimas. Intoxicados por una cultura violenta y un entorno lleno de odio y resentimiento, ya no los consideran seres humanos.
En el caso de la matanza de cinco personas en la noche del viernes cerca de Houston, Texas, entre ellas un niño de ocho años, ya no son “gente”, sino “inmigrantes ilegales”.
Así las definió el mismísimo gobernador del estado Greg Abbott.
Announcing a $50K reward for a @TxDPS top 10 fugitive who is in the country illegally and killed five illegal immigrants Friday night.
I also directed #OperationLoneStar to be on the lookout for the criminal and any attempts to flee the country.https://t.co/SLJcBRPrmO pic.twitter.com/2RWrSDkRBa
— Gov. Greg Abbott (@GovAbbott) April 30, 2023
El asesino mató a cinco vecinos –inmigrantes de Honduras– porque uno se quejó del estruendo que hacía su práctica de tiro al blanco en su yarda a medianoche, que no dejaba dormir a los niños. Luego huyó con su fusil semiautomático AR-15, un arma de guerra que se puede comprar en línea y en cómodas cuotas.
Al cierre, seguía prófugo.
La referencia de Abbott no fue ni un desliz ni una equivocación ni parte de una conversación tomada fuera de contexto. Está en un tuit que envió poco después de la tragedia, y en un comunicado de prensa previo.
Su insulto no fue casual, sino adrede, parte de su contribución a la deshumanización de las víctimas.
Abbott es uno de los líderes de un partido Republicano prisionero en manos de los más extremistas, cuya popularidad depende de que siembren la desconfianza y el temor por el prójimo. De que sean dirigentes “duros” que adormecen la conciencia, exacerban la hostilidad y acrecientan el desdén por el sufrimiento ajeno.
Así, hay miembros del Congreso que entran al recinto con pines de un fusil como el que usó el asesino en Texas. Envían tarjetas de fiesta posando con sus cónyuges e hijos menores portando armas.
Han rebajado el valor de la vida, por lo que pueden cometer actos de crueldad contra inmigrantes sin temor a la crítica. Su ejemplo cunde y se refleja en el uso indiscriminado de armas de fuego.
Solo en abril, una porrista de secundaria, también de Texas, fue herida de bala después de que una de sus compañeras de equipo se subiera por error al auto equivocado en un estacionamiento.
Una mujer de 20 años fue asesinada a tiros después de que ella y otras tres personas entraron accidentalmente en el camino equivocado mientras buscaban la casa de un amigo en una zona rural del norte del estado de Nueva York.
Un adolescente afroamericano fue a la casa equivocada para recoger a sus hermanos menores y recibió dos tiros. Pidió auxilio en tres casas diferentes antes de que alguien lo ayudara.
Los republicanos saben que estas matanzas continuarán en escuelas, iglesias, sinagogas,, y como dijo un conservador en TV, hasta en los festivales de música country. Si son sinceros, callan y esperan que pase el invierno. Si no lo son, piden «pensamientos y oraciones» y acusan al «otro» a grito pelado. Miembros extremistas del Congreso llegan a la Capitol con pines AR-15. Envían tarjetas de Navidad posando con sus familias con el árbol detrás y cada uno con un fusil.
Lo mínimo que se espera de Abbott es que se disculpe y reconozca que las víctimas son seres humanos y no “ilegales”. Pero quizás sea inútil esperar que recapacite. Porque la incitación le ha funcionado demasiado bien.