Arcenio López, líder indígena reflexiona sobre el «por qué de tanto odio contra los oaxaqueños»

Su charla estuvo destinada emponderar a los estudiantes de Los Ángeles para que no sean víctimas de ataques o situaciones de odio

En un momento en que los ataques y situaciones de odio contra las minorías se incrementan, Arcenio López, organizador oaxaqueño, llegó a la academia Maqueos Music a empoderar a un grupo de jóvenes de High School y Junior High de Los Ángeles.

Compartir las historias y dar testimonio

El joven activista fue parte del panel «Alto al odio», organizado por el semanario Impulso que promueve la educación para evitar que estos delitos se multipliquen.

De acuerdo al Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en el 2022 se registraron un total de 11,288 casos de odio, de los cuales, 6,567 fueron basados en la raza y la etnicidad. Se estima que esos números son conservadores porque muchas víctimas no denuncian el delito por miedo, pena o desconocimiento.

Es por eso que era importante para Arcenio compartir su historia con los jóvenes, en su mayoría con rasgos indígenas, de tes morena y de baja estatura, características que los hacen blanco fácil de un ataque o situación de odio en Estados Unidos y México.

“En mi primera semana en los campos agrícolas de California, la primera palabra que escuché fue ‘oaxaquita’”, explicó Arcenio, quien contaba con escasos 21 años en el 2003 y no entendía el por qué se utilizaba esa palabra con tanto desprecio hacia algunos de los trabajadores en los campos de Oxnard.

“Para mí eso me hizo sentir muy mal”, expresó a los estudiantes.

El término ‘oaxaquita’ es utilizado por la comunidad mexicana para denigrar y hacer sentir mal a una persona de baja estatura, de tes morena, generalmente de origen oaxaqueño y que en muchas ocasiones habla otro idioma que no es el español, puede ser mixteco, zapoteco o cualquiera de las más de 60 lenguas indígenas que existen en México.

«Oaxaquita»: discriminación con mayúscula

“Solamente porque nos miramos chaparritos, morenitos y porque hablamos otro idioma, les dicen dialectos. No son dialectos, son lenguas indígenas”, explica Arcenio dirigiéndose a los casi 20 jóvenes que lo escuchaban sin parpadear.

“Si ustedes hablan algún otro idioma, que no les digan que son dialectos. Traten de fortalecer su idioma que es una lengua originaria o indígena”, subraya. “En el momento que te dicen que hablas un dialecto, te quieren hacer sentir menos porque creen que es una lengua inferior al español o el inglés”.

Arcenio recordó que aquella palabra [oaxaquita] cargada de deprecio y queriendo insultar a quien la recibe, lo hizo sentir mal al ver cómo era utilizada constantemente para ofender a los trabajadores, generalmente de rasgos indígenas.

Fue entonces que en ese tiempo decidió investigar sus orígenes, conocer su historia y tratar de entender “el por qué hay tanto odio, por qué hay tanto desprecio y por qué hay tanto racismo de otros mexicanos hacia los oaxaqueños”.

El racismo: una herencia colonial

Agrega que le fue muy difícil entender cómo muchos turistas decían amar a la cultura oaxaqueña, mientras los mismos mexicanos parecían despreciarla ofendiendo a su gente.

Luego de estudiar, entendió que ese racismo mostrado por muchos mexicanos era un sistema heredado desde el colonialismo, donde el blanco colonizador representaba el poder, el progreso y lo moderno; mientras el indígena y el negro representaban lo malo, el retraso y un remanente del pasado Colonial.

Luego de conocer algunas de sus tradiciones que él mismo desconocía como el Día de los Muertos y la Guelaguetza, ya que en Oaxaca él vivía a ocho horas de las zonas donde dichas festividades son celebradas, Arcenio se involucró en la organización Proyecto Comunitario Mixteco Indígena (MICOP) donde también vio que los estudiantes, hijos de padres oaxaqueños, sufrían el mismo acoso y racismo que los trabajadores en los campos agrícolas padecían.

Una consecuencia grave de ese tipo de acoso vivido en las escuelas, fue que muchos ya no querían regresar a las aulas y terminaban trabajando en los campos agrícolas con sus familias, repitiendo el mismo ciclo de pobreza. Fue entonces cuando empezó a realizar proyectos culturales para mostrar la riqueza de las tradiciones oaxaqueñas y fortalecer la identidad de los estudiantes.

Ya en el 2010, Arcenio organizó a varios padres de familia y estudiantes para pedirle al Distrito Escolar de Oxnard que prohibieran la utilización del epíteto ‘oaxaquita’, además de categorizarlo como una palabra que busca ofender y sobajar al individuo que la recibe.

Una lucha diaria en la sociedad

Tuvieron que pasar más de dos años de lucha con las autoridades del Distrito Escolar de Oxnard para que pudieran entender el daño psicológico y que luego terminaba en daño físico (generaba peleas) que estaba causando a muchos estudiantes que eran ofendidos con ese término.

Además de ignorancia, Arcenio subraya que todavía hoy, tanto en México como muchos latinos en los Estados Unidos, se mantiene un colonialismo mental que es difícil reconocer ya que se ha normalizado y está en todas partes y a todos los niveles de la sociedad.

Un ejemplo muy claro de ese colonialismo mental que muchas personas de ascendencia mexicana en los Estados Unidos demuestran al hablar, fueron los comentarios racistas realizados por tres concejales de Los Ángeles y un líder sindical (todos latinos) en el 2022, donde uno de los líderes dijo que los inmigrantes indígenas de Oaxaca eran muy feos y a un niño negro lo comparó con un changuito.

Fue hasta el 2012, luego de dos años de trabajo con el Distrito Escolar de Oxnard, que finalmente prohibieron la palabra ‘oaxaquita’ de las escuelas del distrito y así, esta fuera considerada un término derogatorio, discriminatorio y racista.

“Ese trabajo de los estudiantes fue la inspiración de muchos otros proyectos que se realizaron a nivel estatal y nacional”, explica Arcenio, quien subraya que las autoridades del distrito escolar decían que la culpa era de ellos -los oaxaqueños- porque ellos eran los que se sentían menos.

La ignorancia era tal, que un locutor latino en California culpó a Arcenio de andar dividiendo a la comunidad latina y mexicana durante una campaña que se hizo en ese tiempo con el diario LATimes; el objetivo de evitar que el término ‘oaxaquita’ se siguiera utilizando.

“Eso no es división”, enfatiza Arcenio. “El nombrar lo que no es correcto no es aceptable, no lo vamos a aceptar porque no es divisionismo”, siguió. “Es concientización de una problemática que tiene muchísimos años en México y lo tenemos bien internalizado. Yo sigo insistiendo que México es uno de los países más racistas y las cosas no cambiarán si no empezamos hablar de ellas”.

Alumnos de la escuela Maqueos Music Academic del centro de Los Ángeles, durante la charla. Foto: Agustín Durán

El organizador oaxaqueño expresó a los estudiantes en el foro «Alto al Odio», que está convencido de que si ellos, la comunidad oaxaqueña, no confronta los problemas y los visibilizan para que las cosas cambien, nadie lo hará por ellos.

“Es una invitación para que se involucren en la comunidad”, subraya Arcenio. “Los invito a que luchen, sean líderes, participen en eventos culturales, programas de liderazgo de cualquier tema, el objetivo es que participen y sean el cambio que quieren ver”.

En el evento «Alto al odio» también participaron los activistas y líderes Andy Ruiz, del Departamento de Servicios Jurídicos de Salud Comunitaria de St John’s; Jessica Hernández, directora de la Banda Filarmónica Zoochila-LA; y Gabriel Martínez, escritor y pensador trilingüe oaxacaliforniano.

Opciones de apoyo

Si los jóvenes o cualquier persona necesita ayuda o ha sido víctima de un ataque o situación de odio, puede hablar o escribir al:

Teen Line: 800-852-8336
Línea de prevención de suicidio: 988
Ayuda emocional: 800-854-7771
Para reportar o recibir ayuda: www.lavshate.org
Línea de crisis: Text “LA” a 741741

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Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

Autor

  • Agustín Durán

    Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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Agustín Durán

Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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