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Delitos de odio y acoso digital entre los jóvenes

A menudo un crimen de odio no tiene que ver con una persona en específico sino con su pertenencia a un grupo en particular

Un grupo nutrido de jóvenes de entre 13 y 17 años de edad escuchaba hablar a la Dra. Sandra T. Chang y al experto en salud mental Adán Rodríguez sobre los crímenes o situaciones de odio y ciberbullyng (acoso digital), cómo afectan y qué opciones tienen en caso de ser víctimas.

Fue el viernes 15 de junio, a las 7 de la noche, en la escuela Maqueos Music Academic en el centro de Los Ángeles, cuando uno de los expertos preguntó al grupo de jóvenes que levantaran sus manos si ellos habían experimentado un delito o situación de odio.

Inmediatamente hubo un silencio momentáneo, algunos estudiantes voltearon a verse uno al otro, y entre sonrisas y titubeos dijeron que no.

El silencio que acompaña al miedo

Una segunda pregunta buscaba saber qué tanto conocimiento tenían los jóvenes sobre este tema, pero igualmente, muy pocos levantaron la mano.

La doctora Chang explicó que desafortunadamente este tipo de situaciones en las escuelas se estaban incrementando, pero no siempre los estudiantes y los padres de familia se animaban a hablar del asunto, ya sea por desconocimiento, por pena o por temor, pero el silencio casi siempre prevalecía.

De acuerdo al Departamento de Justicia de Estados Unidos, un delito de odio y el acoso basado en la identidad son actos intolerantes que tienen implicaciones de largo alcance para la sociedad. Cuando se habla de delito de odio, se habla de un delito violento, como agresión, asesinato, incendio provocado, vandalismo o amenazas que se cometerán tales delitos. Esto también puede incluir la conspiración para cometer tales crímenes.

Sobre la juventud y los delitos de odio, el Departamento de Justicia subraya que la juventud participa como víctima y como perpetradores de este tipo de actos, y en los últimos números que se tienen del 2019, el 15% de las personas que se sabe que cometieron un delito de odio era menor de edad; mientras que durante el mismo periodo, el 22% de los jóvenes de 12 1 18 años dijeron haber sido intimidados en las escuelas.

La culpa no es de la víctima

Es por eso que la doctora quería estar segura que los alumnos supieran qué hacer en caso de sufrir una experiencia o ataque de odio, que los jóvenes supieran que hay opciones para conseguir ayuda, que no están solos, pero principalmente, que la culpa no es de ellos en caso de ser víctima.

“Hay muchos motivos del por qué se pueden dar -los ataques o situaciones de odio-, pero la mayoría de ellos es por la raza, etnia, lenguaje que hablan, la religión que profesan, por género masculino o femenino o una combinación de géneros, o por su orientación sexual o discapacidades físicas, etc.…”, explicó la Dra. Chang.

“Es importante que tengamos esto en mente. Aunque sintamos que es algo que nos está pasando a nosotros únicamente”, enfatizó. “La realidad es que el enfoque es el odio hacia un grupo y no hacia una persona en particular”.

La doctora detalló que en muchas ocasiones los motivos del por qué algunos grupos sienten un rechazo, un enojo y discriminan contra otros grupos culturales es por los prejuicios con los que crecieron, algunas ideas erróneas acerca de otros grupos o porque temen a la diversidad, al igual que escuchan que otro grupo les va a robar sus recursos o no deben de tener derechos, entre otros motivos.

“[Este tipo de actos] no necesariamente terminan en crimen, pueden ser ataques leves, comentarios tontos, pero todo puede escalar”, asegura. “El mensaje hoy es que no hay nada malo en ti, ni en tu familia, ni del lugar de done vienes. Tu eres hermoso y cualquier cosa que pasa alrededor, viene de gente que quizá crecieron con ideas o conceptos erróneos, pero siempre hay belleza y derechos para todos”.

Los delitos de odio y el cyberbullyng

Agregó que hasta la fecha la mayoría de los delitos de odio o cyberbullyng es en base a la raza y la etnicidad, le sigue la religión (daños a la propiedad) y la orientación sexual.

Adán Rodríguez habló de cómo los ataques de odio o cyberbullyng en la infancia afectan a los jóvenes con su salud física y mental, y enumeró una serie de efectos a los que recomendó a los padres de familia poner atención.

El experto en salud mental, Adán Rodriguez, dialogó con los alumnos de la escuela. Foto: Agustín Durán.

Algunas consecuencias pueden ser la obesidad, el aislamiento, baja autoestima, trastornos alimenticios, depresión, ansiedad, Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), bajo rendimiento académico y realizar actividades peligrosas como el consumo de drogas, actividades sexuales, criminales o generar situaciones que los podría llevar al suicidio.

“Todo esto no solo afecta nuestra salud mental y física, sino también nos afecta en la relación con la gente y nuestro desarrollo académico”, explicó el experto en salud mental.

Rodríguez subrayó que al perder interés en la escuela, se incrementan las posibilidades de no terminarla y seguramente los afectará en el futuro al terminar ejerciendo una actividad que no les gusta y con bajos salarios; no obstante, el fantasma de una adicción o una actividad ilícita siempre está presente.

Para no perderse en ese mundo de efectos negativos que muy a menudo causa el acoso o ciber acoso de odio, el experto recomendó a los jóvenes crearse metas, encontrar algo que les agrade, estar cerca de personas optimistas, verbalmente repetirse afirmaciones positivas y si es posible, pedir apoyo o buscar consejería o grupos de apoyo.

Otras actividades recomendables que también podrían ayudar para lidiar con la autoestima generada por el acoso, podrían ser la música, escucharla o practicarla, escribir, caminar, hacer ejercicio, practicar yoga, recordar y entender que todos somos diferentes, así que unos serán mejores en unas actividades y otros en otras.

Nadie habla

Algunos de los estudiantes presentes dijeron que ya sabían lo que significaba el acoso o los ataques de odio, y aunque no habían sido víctimas, si conocían o habían visto en la escuela o en la calle a jóvenes que eran el blanco de otros jóvenes, pero en la mayoría de las veces no se reportaba.

Alumnos de la escuela Maqueos Music Academic del centro de Los Ángeles, durante la charla. Foto: Agustín Durán

Uno de ellos fue Christofer Mendoza, de 15 años de edad y del 10 grado, quien subrayó no haber sido víctima de acoso, pero dijo conocer alumnos que si lo habían sido, pero a la fecha, las autoridades no habían hecho nada.

“Lo importante de hoy es que aprendí que hay más opciones para los jóvenes para recibir ayuda”, explicó el joven nacido en Los Ángeles y de padres oaxaqueños.

Por otro lado, Miguel Martínez, del octavo grado, dijo que el acoso está presente en su escuela, incluso tiene un amigo que fue suspendido por defenderse de ataques de alumnos afroamericanos y blancos.

“Siento que la escuela está muy dividida entre los alumnos de diferentes razas, pero las autoridades no hacen nada”, explicó. “Mucha gente no reporta los ataques porque tiene miedo. Ellos prefieren quedarse callados”.

Opciones de ayuda

Teen Line: 800-852-8336
Línea de prevención de suicidio: 988
Ayuda emocional: 800-854-7771
Para reportar o recibir ayuda: www.lavshate.org
Línea de crisis: Text “LA” a 741741

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Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

Autor

  • Agustin Duran

    Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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