Asesinatos en 2020, el año del COVID-19
El aumento de asesinatos en 2020 es una de las consecuencias más trágicas del año del coronavirus, con su más de medio millón de víctimas fatales, millones de enfermos y de desocupados solo en Estados Unidos.
Este lunes, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) dio a conocer datos preliminares que señalan un aumento anual de 25% en los asesinatos. Incluso antes de incluir a las ciudades que más incremento en la tasa de criminalidad sufrieron: Nueva York, Chicago y Nueva Orléans.
Pero existen estadísticas específicas para esas otras ciudades.
En Nueva York asesinaron a 447 personas en 2020, 47% más que en 2019. Los tiroteos aumentaron en 95%. Los números están lejos de los años terribles de 2009, pero significan un retorno a un problema que parecía superado.
Los Ángeles llegó a 349 asesinatos, 40% más que en 2019.
En Chicago asesinaron a 774 personas, comparado con 506 el año anterior, un aumento del 53%.
Y en Nueva Orléans fueron 195 contra 121 en 2019, un aumento del 61%.
¿Qué causó tanta muerte? Una confluencia de factores:
- Más desempleo, pobreza, desalojo y desamparo con más gente en la calle compitiendo por menos recursos.
- La enorme cantidad de armas de fuego adquiridas durante la crisis: tres millones, llevando a más de 400 millones para una nación de 330 millones.
- La pérdida colectiva de confianza en la policía a raíz de los incidentes de violencia policial.
- Un resurgimiento de la violencia doméstica exacerbada por el aislamiento y la desprotección de numerosas mujeres víctimas..
- La crisis de salud mental: muchos, simplemente, perdieron la razón.
- Y dentro del hampa, las interrupciones en el mercado de drogas ilícitas.
En este contexto existen siempre quienes argumentan que la respuesta a la violencia es más violencia, más castigo. Que la crisis se debe a que los presupuestos policiales bajaron, o a que se disolvieron ciertas unidades anticrimen, y más. Viejos argumentos falaces que llevaron a que tengamos la mayor población encarcelada del mundo sin que bajen los crímenes.
Y por supuesto, están los que, en cada oportunidad, culpan de todos los males, incluyendo el del aumento en los asesinatos, a los inmigrantes.
En todos estos casos no existen evidencias que demuestren esos argumentos.
La verdad es que la crisis se relaciona de manera directa con la vida real que tuvimos en ese año terrible. Con la ineptitud e incapacidad o falta de voluntad de los gobiernos de confrontar los problemas que aquejan a la población.
Todo esto no es producto de la casualidad o el destino o la mala suerte. El virus quizás vino solo, pero la debacle la causaron los gobiernos. Hubiera sido distinto:
- Si el gobierno anterior hubiera luchado realmente contra el coronavirus y en vez de negar su existencia, hecho que todo el mundo llevara mascarilla y cumpliera con el distanciamiento social.
- Si se hubiesen aplicado hace un año las soluciones presupuestarias ahora aprobadas por el nuevo gobierno, de ayuda directa masiva a la población.
- Si se hubieran reformado los cuerpos policiales y entrenado a los agentes para que respetaran más la vida ajena.
- Si hubiesen tenido las agallas para detener la proliferación de armas de fuego, que caen en manos del hampa.
Pero los problemas no se deben a la supuesta y falsa inherente maldad o depravación de algunos sectores. El principio de la solución pasa no solo por más patrullaje, protección a la mujer y los indefensos.
Entonces, resulta que la vacunación no solo reduce las muertes por COVID. También estabiliza a la sociedad y reducirá la delincuencia.
Queda claro que la mejor prevención del crimen tal como aparece en las estadísticas es revertir las circunstancias que lo causaron. Es luchar por la salud pública. La prevención y la rehabilitación. Que baje la tasa de pobreza. Por ayuda en estudios y empleos para la juventud.
De lo contrario, los asesinatos seguirán siendo una sombra terrible que acecha a la población.
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