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Biden está equivocado: la pandemia no ha terminado

El domingo 18, el presidente Joe Biden otorgó una entrevista al programa 60 Minutes de la cadena CBS, desde el Salón del Automóvil de Detroit, que se reabría después del inicio de la pandemia en 2020. Allí declaró enfáticamente que la pandemia ha terminado (“The Pandemic is over”).

Dejar el virus atrás

Entendemos que el Presidente dio un pasó importante – la declaración no fue casual sino planificada, queremos creer – para comenzar a dejar la pesadilla del temible virus, que angustió a la población, consumió nuestros recursos desde que se declaró el primer caso en nuestro país, en enero de 2020. 

Dos años después, Estados Unidos pasó un millón de muertes y casi 100 millones de contagios. Hace muy poco, el 10 de enero de este año, se registró un millón y medio de nuevos casos. En un sólo día. 

Especialmente cruel ha sido el COVID-19 con las comunidades latina y afroamericana. 

En 2020, ambas experimentaron la mayor caída en la esperanza de vida desde la Segunda Guerra Mundial: tres años. Para los blancos la disminución fue de 1,2 años.

Lamentablemente, entre estas mismas comunidades ha sido mayor el rechazo a la vacunación. 

Todos estamos ansiosos de dejar atrás la pandemia y de aceptar la caracterización dada por Biden

Estamos mejor que antes

Es cierto que anecdóticamente la situación es mucho mejor.

Desde agosto de 2021, tenemos vacunas aprobadas y extremadamente eficientes. Millones de personas que contrajeron la infección son ahora inmunes. Hay tratamientos efectivos. Hay suficientes pruebas como para enviar a cada interesado. La tasa de mortandad bajó. 

Pero, ¿decir que la pandemia ha terminado? 

Es demasiado temprano. 

No cabe duda de que a menos de cincuenta días de las importantísimas elecciones nacionales de medio término, en las que se juega el control de la Cámara de Representantes y el Senado, el mandatario quiera difundir un sentimiento de optimismo y de victoria contra el virus. 

Y que la difusión de noticias optimistas seguirá mejorando su popularidad, que había llegado a niveles bajísimos y que subió, solo en agosto, en 10%, a 45%, gracias a una serie de eventos fortuitos. 

Nadie más dice que la pandemia ha terminado

Si Biden fuera un ciudadano común, su caracterización sería bienvenida como parte de una tendencia hacia el optimismo y el alivio. 

Pero Biden es el Presidente. Sus declaraciones tienen la fuerza de una política nacional. 

Y como tal sus palabras son prematuras y preocupantes. Son una manifestación de pensamiento mágico: dilo y sucederá. 

Es cierto que el CDC (Centro para el Control de Enfermedades) ha suavizado las restricciones imperantes; entre otras, redujo el período de cuarentena de 15 días a 10 y ahora a cinco.

Sin embargo, contrariamente a Biden, no ha declarado públicamente el fin de la pandemia. 

Tampoco lo ha hecho la OMS (Organización Mundial de la Salud). 

Es que, como señala correctamente la directora de la escuela de Salud Pública de la prestigiosa Universidad Brown, cada día mueren 400 personas por el COVID. Muchas de esas muertes podrían haberse prevenido. 

Además, ¡atención! el COVID-19 todavía es la tercera causa de muerte en Estados Unidos. Hace tres años ni siquiera estaba en la lista, por supuesto. El Long COVID o pos COVID de por sí es una crisis pandémica. 

Y todavía no se inventó la manera de evitar la mutación del virus en nuevas variantes, a cual más contagiosa.

Las muertes entre ancianos

Precisamente por eso último, solo entre mayo y julio de este año – hace 90 días – las muertes por COVID en el condado de Los Ángeles alcanzaron los récords del mismo período un año atrás. Especialmente entre los más ancianos: el triple entre quienes estaban festejando o gozando de su cumpleaños 80 y la mitad del total; la mitad del resto de las muertes se dio entre la gente de entre 65 y 79 años.

Una declaración como la que vino del primer mandatario podría llevar a que quienes aún usaban mascarilla y distanciamiento social dejen de hacerlo. Podría causar que muchos que aún no se habían vacunado por no estar seguros finalmente ya no lo hagan. Aunque tienen una probabilidad hasta 30 veces mayor de enfermar y llegar al hospital si se contagian. Que quienes contrajeron el virus dejen de aislarse y fomenten el subsiguiente contagio.

El tiro por la culata

Todo esto podría atentar contra las mismas políticas gubernamentales que tan buenos resultados han tenidos en reducir el contagio y la mortandad.

No por nada el Dr. Anthony Fauci, principal asesor médico de Biden, se unió este lunes a quienes intentaron retractarse de la declaración en nombre del Presidente  (por supuesto, tomado como crítica al gobierno por parte de FoxNews, que a eso se dedica: a describir las reacciones negativas de las noticias… pero eso es para otro comentario).

Y por último, si la pandemia ha terminado, poco incentivo tiene el Congreso en aprobar los miles de millones de dólares que todavía le pide la administración para seguir combatiendo el mal. 

Quizás es demasiado pronto para olvidar que cuando los no vacunados enferman y son hospitalizados, dejan fuera de los nosocomios a otros tantos pacientes con enfermedades no menos graves. 

La pandemia no ha terminado. La lucha contra el COVID sigue. No hay que cantar victoria todavía. 

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