Cáncer: la investigación salva vidas como la de Joe Biden, y el gobierno debe financiarla
La vida de Joe Biden puede extenderse por 10 años o más, gracias a los nuevos avances médicos logrados

La oficina de Joe Biden anunció el lunes que el expresidente sufre de cáncer de próstata ya metastatizado a la médula ósea.
La reacción general fue de tristeza y deseos de cura y recuperación para el político de 82 años.
Sin embargo, también se levantaron voces cínicas y crueles, las mismas que durante años lo han insultado y humillado. Sin evidencia, sin datos, sin hechos, afirmaron que Biden sabía desde hace al menos un año, que postergó hacerlo público para no perder las elecciones. Las teorías de conspiración incluyeron al vicepresidente J.D. Vance, al ex médico de la Casa Blanca y hoy congresista, Ronny Jackson y al hijo mayor del Presidente, Donald Jr., quien escribió: ¡Todos estuvieron involucrados en el encubrimiento! Falsedades, inventos y ataques innecesarios reemplazaron lo debido: deseos de recuperación, como el del Presidente Trump quien lo hizo dignamente en su nombre y el de su esposa.
Pero las reacciones y sus respuestas al triste anuncio son secundarios al trasfondo de la situación.
Hasta hace 20 años el cáncer de próstata en este estado sería fatal y de rápido desenlace. Pero los avances de los últimos años, de los que goza Biden, permiten alargar su vida en 5 e incluso 10 años con distintos tratamientos.
Mientras que en el pasado la notificación de cáncer avanzado casi equivalía a una sentencia de muerte, hoy la tasa de supervivencia general a cinco años es del 97%.
Y si bien el cáncer de próstata sigue siendo la segunda causa principal de muerte por cáncer entre los hombres – con casi 35,000 en 2022 – , los avances en su detección y tratamiento bajaron la tasa de mortalidad a la mitad entre 1993 y 2022, según la American Cancer Society. Se salvaron así más de cuatro millones de vidas.
Estos avances se lograron gracias a las inversiones en investigación médica financiadas por el
Instituto Nacional de Salud (NIH) del gobierno federal, que fueron seriamente ampliadas durante la administración Biden. En 2024, las inversiones llegaron a 8,000 millones de dólares.
Pero en los primeros tres meses del año, la Administración de Donald Trump ya recortó 2,700 millones de dólares del presupuesto de investigación del NIH.
Esto significa que habrá más muertes que podrían haberse evitado.
Y además, aunque los tratamientos estén disponibles, sus altos costos hacen que solo los más pudientes puedan obtenerlos, dejando al resto de la población indefensa.
El costo promedio del tratamiento a largo plazo es de $2,800 dólares por mes, año tras año. Un hospital cobra término medio $35,00 por una prostatectomía radical más $8,000 para el médico. Radiación y quimioterapia son especialmente caros.
La situación es especialmente penosa para quienes carecen de seguro médico, que se encarga de pagar la mayoría de los costos. Millones de ellos son latinos.
En la actualidad unos 26 millones de residentes no tienen seguro, bajando de 49 millones en 2010, cuando se implementó Obamacare (ACA). Los nuevos planes presupuestarios en el Congreso llevarán a un aumento en este número de ser aprobados.
En Francia, el Reino Unido, Portugal, Italia y España, el estado paga por estos gastos. No aquí.
En conclusión, mientras afirmamos simpatía y solidaridad con el exmandatario, reafirmamos la necesidad de que las investigaciones del cáncer continúen sin interrupción con la ayuda federal, para que en un futuro no lejano este mal deje de segar vidas, y que se amplíe y no se reduzca el caudal de familias cubiertas por el seguro de salud.