Conversación con un taxista mexicano

En México los que han perdido privilegios optan por tratar de descarrilar al sistema y poco les importa el severo golpe que le den a la democracia

Algunos académicos piensan que los taxistas mexicanos son una buena fuente de información. Ttal vez suponen que al estar en contacto con mucha gente son capaces de transmitir neutralmentela información que reciben, o bien, que tienen la inteligencia para procesar la información que reciben generando análisis serios.

Ambas premisas pueden ser falsas.

Hace unos días viajamos con un chofer de “APP” que se presume es de un perfil distinto al del taxista “normal” al suponerse que su clientela es de un nivel social distinto al de taxi “normal”, aunque esto puede ser incorrecto.

Ante el tráfico de la Ciudad de México el chofer empezó a hablar mal del presidente. Queda claro que AMLO es el culpable de todos los males de México y de ninguno de los aciertos.

En señal de broma, o no, se llega a decir que él hundió el Titanic.

Eventualmente la plática llegó a PEMEX y entre muchas linduras, el chofer sostuvo que el gobierno es un empresario y que los buenos empresarios dejan quebrar las empresas y no le echan dinero bueno al malo.

Argumenté que el gobierno no es empresario, su función no es buscar ganancias y que en caso de que PEMEX quiebre, tanto el chofer como yo, tendríamos que pagar. Porque hay que reconocer que la quiebra de una empresa genera pérdidas, cosa que el chófer no había considerado y la idea de que le pasen la cuenta no le hizo gracia.

Se quejó de que el gobierno no hace nada ni tiene proyecto y entonces pasé a contarle sobre la estrategia energética. AMLO (el gobierno) está comprando media refinería en Houston que le vende gasolina a México. PEMEX ya tiene la mitad y estaría controlando esa parte del mercado. Asimismo se están rehabilitando las refinerías y se garantizará suficiente gasolina. »

¿Para qué?» dijo el chofer, «si ya no se requerirá».

Al año se producen miles de autos que usan gasolina y se requerirá combustible fósil (gasolina, diesel y turbosina) por lo menos por cincuenta años y durante ese tiempo se debe trabajar en la generación de nueva energía.
Entonces, «¿si eso pasa me beneficiará a mí?», preguntó. Pues sí, porque por lo menos bajará el precio de la gasolina, y México no dependerá de la importación de hidrocarburos con lo que se mejora la balanza de pagos y se logrará independencia geopolítica.

Cuándo encontró que la consigna que manejaba no se sostenía ante información que desconocía, guardó silencio para dar una respuesta sorpresiva aunque no inesperada: «A mí me cae mal ese señor».

Está bien que alguien te caiga mal, lo que no implica que el análisis sobre sus acciones y decisiones políticas sea correcto.

Entonces pasó a quejarse porque la empresa en la que trabajaba quebró cuando se canceló el aeropuerto submarino que se construía en Texcoco. Se quejó porque el empresario cuya empresa que al parecer vivía solamente del gobierno, aplicó su regla, dejó de echarle dinero bueno al malo, y a él lo despidieron. El chófer fue víctima de un capitalismo raquítico y de compadres.

Me quedó claro que el chofer que pasa por lo menos unas diez horas al volante, no tiene tiempo de leer y estudiar situaciones complejas y me estaba repitiendo las consignas de los comentócratas que son amanuenses de los grupos de poder que han perdido privilegios. Confirmé la fuerza de la radio y la forma como han penetrado las noticias falsas y los análisis espurios generados por una campaña de desprestigio contra el gobierno y todo lo que hace.

Aunque el embate contra la industria energética es constante, uno encuentra la magnificación del ruido ante cualquier conflicto o evento, ya sea una funcionaria despedida o la acción judicial contra aquellos que violaron la ley.

Un empresario me decía que se debían corregir los vicios legados por los gobiernos anteriores y cuando le respondí que eso es lo que está haciendo el gobierno, mejor hizo mutis.

En todos los sistemas hay conflicto, resistencia y turbulencia. En algunos sistemas los actores políticos aceptan las reglas del juego y tratan de ganar terreno influyendo en el marco de la ley o en las elecciones. En México los que han perdido privilegios optan por tratar de descarrilar al sistema y poco les importa el severo golpe que le den a la democracia.

Autor

  • SAMUEL SCHMIDT. Research Fellow en LLILAS, University of Texas, Austin. Miembro fundador del Instituto para Estudios del Futuro. Pos doctorado en Historia Latinoamericana por la Universidad de California en Los Angeles, Dr. En Ciencia política por la UNAM. Maestría en Ciencias Sociales, Universidad Hebrea de Jerusalén. Autor de 52 libros, más de 1,000 artículos. Creador de los conceptos crimen autorizado, tejido político, estado suplantado. Experto en humor político, análisis de redes políticas y crimen autorizado o la relación entre crimen y política.

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