De la guerra de los botones a la guerra de las mascarillas
Junto con permitir la reanudación de clases en persona, requerir que los alumnos lleven mascarillas es una medida mínima de protección, que permite que se pueda reanudar el ciclo de la vida Pero no compartimos el mismo sentido de la realidad.
Recuerdo la publicidad de la película La Guerra de los Botones en un diario en Buenos Aires. A toda página, una escena del filme y el provocativo «¡Necesitamos cien niños desnudos!».
La guerra de los botones
Era el año 1962.
Era hilarante, jocoso, tierno a la vez. Era al mismo tiempo doloroso, con un sentimiento de derrota. Y causaba esos sentimientos porque todos padres o alumnos teníamos conceptos parecidos sobre niñez, educación y supervivencia.
Parece que ya no.
La guerra de las mascarillas reemplazó la guerra de los botones. Una guerra insólita, también triste, incoherente y sin sentido, de ignorantes.
Los niños son víctimas de la manipulación grotesca del sentido de la realidad impuesta por el trumpismo.
La lista del absurdo
En Arkansas, una nueva ley declarará ilegal a finales del verano que las escuelas o cualquier entidad gubernamental exijan mascarillas.
En el Condado Santa Rosa, Florida, una turba de encolerizados y a veces violentos padres de familia demandaron exitosamente del distrito escolar cancelar el requerimiento de mascarillas para sus niños.
El estado de Rhode Island eliminó el mandato de mascarillas para las escuelas. Illinois en cambio lo sigue imponiendo. California también, pero como concesión a la oposición cancela el requerimiento de distanciamiento social.
En Nueva York grupos de padres se organizan , bajo el lema “Mi hijo, mi elección” diciendo que las cubiertas son crueles, innecesarias y perjudiciales para el aprendizaje.
Uno tras otro, en centenares de municipios, distritos escolares y escuelas, los responsables por nuestros hijos se rinden a quienes se oponen a protegerlos, en nombre de un enfermizo y fantasmagórico concepto de “libertad”. Hombres y mujeres que como zombies, son conducidos por la desinformación al abismo.
Un debate artificial y político
Las escuelas están a punto de abrir en muchos estados para retomar el ciclo lectivo, y en septiembre a nivel nacional.
El debate nacional actual sobre cómo enfrentar la pandemia tiene poco que ver con la ciencia o la práctica médica. No es entre pares, expertos en la materia. Es, por el contrario, una discusión artificial y totalmente política.
Y cuando emerge alguien en el bando de los No Queremos Saber Nada, alguien que tenga título, generalmente lo desperdicia y hace un uso ufano y perverso de él. Como el senador Rand Paul de Kentucky, un médico, quien se trenzó en discusiones con el Dr. Anthony Fauci en el senado tratando de avanzar alguna de las falsas teorías de conspiración con que los republicanos tienen hipnotizada a la gente.
Este es un reflejo de la guerra cultural general que divide a nuestra sociedad y que consume en el rencor a casi la mitad de los estadounidenses.
La guerra de las mascarillas
En ningún otro ámbito esta guerra cultural es tan perversa y destructiva como en el debate sobre la apertura de las escuelas y la protección de los niños.
La Academia Estadounidense de Pediatría publicó una recomendación de que todos los niños mayores de dos años lleven mascarilla cuando regresen a las aulas, independientemente de su estado de vacunación.
Es una de las medidas de precaución y prevención después de que la variante Delta del coronavirus causó un crecimiento en el número de infecciones y muertes, tras la caída desde los récords de mortandad en mayo. El 83% de los nuevos casos de COVID-19 son causados por esta variante, que es más contagiosa y más letal al mismo tiempo.
La recomendación cae en millones de oídos sordos.
Son sordos ante la evidencia de que al no vacunarse o usar mascarilla, peligran ellos, sus seres queridos y otros de su entorno.
El ciclo de la vida
Es por eso que, junto con permitir la reanudación de clases en persona, requerir que los alumnos lleven mascarillas es una medida mínima de protección, que permite que se pueda reanudar el ciclo de la vida.
La protección incluye además requisitos de ventilación, pruebas, cuarentena, limpieza y desinfección adecuados. Y que todos los que sean elegibles para hacerlo se vacunen.
Porque los datos del CDC muestran que las tasas de infección entre adolescentes de 14 a 17 años son ahora más altas que el promedio nacional y que las de los niños de 6 a 13 años se le están acercando.
Porque la vacuna actualmente está disponible solo para mayores de 12 años.
Porque el requerimiento de usar mascarilla no es para siempre. Los expertos condicionan su revocamiento a que las tasas de hospitalización caigan considerablemente y al menos dos tercios de los adultos en una comunidad hayan recibido al menos una dosis de la vacuna COVID-19.