¿Diálogo en Honduras? Manuel Zelaya

En el contexto de la Asamblea General de las Naciones Unidas y de la presencia de los presidentes de los diferentes países en Nueva York, Manuel Zelaya Rosales finalmente ingresó a Honduras para tratar de concluir su periodo presidencial mediante el diálogo. Estados Unidos reconoció que el ex presidente hondureño se encontraba de huésped en la embajada de Brasil antes que nadie –mientras el gobierno hondureño se miraba las caras sorprendido-y señalaba consternado que éste se debía entregar a la justicia.

A continuación se sucedió una cadena de declaraciones de los principales líderes “democráticos” del mundo latinoamericano apoyando el regreso de Zelaya a Tegucigalpa, advirtiendo al gobierno “golpista” que debían preservar la integridad física del político olanchano.

La aventura de Zelaya

A ningún líder occidental le agarró por sorpresa la “aventura” de Zelaya; sí en cambio nos cambió el ritmo al resto de los observadores de la situación que veíamos como día a día las elecciones se acercaban y las presiones internacionales no daban su fruto, y que por lo menos en mi caso, no preveíamos un regreso inmediato de Zelaya. Por la rapidez de la respuesta de los mandatarios todo indica que Zelaya no actuó solo y que el suyo fue un plan consultado y aprobado por los líderes de la comunidad internacional.

Paradójicamente mismo un joven congresista republicano del estado de Illinois, Aarón Schock, nos destapaba a la comunidad internacional, que desde agosto del 2009 existe publicado un “Report for Congress” que lleva por título “HONDURAS: CONSTITUTIONAL LAW ISSUES”, en el que Norma C. Gutiérrez, Senior Foreign Law Specialist del Staff jurídico del Congreso de los Estados Unidos hace un detallado informe de once páginas en el que concluye que en Honduras no hubo golpe de estado, que se respetaron las leyes y los procedimientos hondureños y que en el único aspecto en el que abusaron del poder ilegalmente las actuales autoridades hondureñas, o en su caso los militares, fue el de enviar a Zelaya a Costa Rica.

Este reporte del gabinete de apoyo del Congreso de los Estados Unidos, al que normalmente los representantes tienen mucho respeto por su profesionalidad, era conocido por las autoridades del Departamento de Estado cuando cancelaron la emisión de visados para hondureños, cuando suspendieron la ayuda a Honduras, y cuando siguieron condenando con el resto de los países de la OEA al gobierno establecido en Honduras.

Poco importó el análisis de los propios juristas del congreso estadounidense. Honduras es un país pequeño que ha sido utilizado para beneficiar nuevamente la política exterior estadounidense a un costo muy reducido. Chávez y la izquierda latinoamericana difícilmente pueden acusar a la nueva administración de Obama de salirse de la multilateralidad, mientras en las Naciones Unidas el presidente de Estados Unidos puede permitirse el lujo de hablar casi una hora de los temas que realmente le interesan.

Tensión e incertidumbre

En Honduras el regreso de Zelaya despertó la tensión entre la población y generó incertidumbre. Al principio la “resistencia” se emocionó con la audacia de su líder y entonó el cántico de “patria, restitución o muerte” desde el balcón de la embajada brasileña con Zelaya.

En un segundo, tras el desalojo por la fuerza de la policía y el ejército y la instauración del toque de queda, iniciaron las actividades de saqueo de supermercados y bancos, y la población se preocupó mucho más; parecía que al gobierno pudiera escapársele la situación de las manos.

En un tercero Zelaya pareció olvidarse de lo de “patria, restitución o muerte” y señaló que en la embajada se sentía como en un prisión, y que en cualquier momento vendría un comando a ejecutarlo (es lo que le pasó al general Álvarez Martínez poco tiempo después de regresar a Honduras del exilio). En ese momento apareció la iglesia; primero Tamayo, el sacerdote salvadoreño identificado con los movimientos de izquierda, que estaba en la embajada desde el principio y ofició misa, y después el obispo de Tegucigalpa para iniciar la negociación política con Zelaya (mientras los sectores antizelayistas se manifestaban frente a las Naciones Unidas pidiendo respeto a su democracia).

El regreso de Zelaya modificó la actitud de la comunidad internacional que volvió a insistir en el diálogo, en el acuerdo de San José y en la importancia de crear condiciones para la celebración de unas elecciones en noviembre –incluso los europeos se plantearon el regreso de sus embajadores-.

Ahora Insulza y Arias compiten por llegar primero a Tegucigalpa; mientras Micheletti se permite el lujo de anunciar que los negociadores serán Arias y el vicepresidente panameño Juan Carlos Varela a petición de Jimmy Carter, que surge como un nuevo actor en el proceso; pidiéndole a Insulza que espere un poco para visitar Honduras con sus ministros.

Más ayuda de Chávez

En este contexto en Nueva York Hugo Chávez sigue “ayudando” a Zelaya al burlarse del gobierno hondureño, mientras se codea con Oliver Stone, explicando cómo planificó con Zelaya la audaz entrada del hondureño a su país.

Por su parte el gobierno hondureño se ha tranquilizado después de los primeros momentos de sorpresa, dándose cuenta de que las circunstancias no cambiaron tanto con la llegada de Zelaya, y que sin embargo se abrieron espacios para la salida negociada de la crisis y la consolidación de las elecciones en noviembre.

Éste es el momento de los candidatos que competirán por la presidencia hondureña. Hoy se reunieron con Micheletti y después fueron a la embajada de Brasil a negociar con Zelaya, que se ha situado en una posición en la que no tiene otra opción que buscar una salida pactada a su propia situación personal y que de cara a la comunidad internacional no puede seguir llamando a la rebelión de un pueblo que mayoritariamente no le apoya, ni puede utilizar la embajada brasileña, como le recordó Lula, para lanzar arengas belicosas y tratar de generar una guerra civil en Honduras.

Debemos esperar para ver qué sucede y cuáles son los compromisos a los que se acaba llegando. Sin embargo en esta ocasión parece que no hay otra opción que llegar a un pacto que deje mínimamente satisfechos a los principales actores de la trama (no estoy tan seguro que éstos satisfagan los intereses de la “resistencia” que probablemente acabará sintiéndose traicionada).

¿Una salida personal?

La entrada en acción de los principales candidatos a la presidencia puede garantizar una salida política personal a Zelaya, y un sentimiento de deber cumplido y tranquilidad de conciencia a la comunidad internacional; sin embargo esto no debería ser lo importante.

La falta de interés de la mayoría de los actores internacionales por la verdadera estabilidad política hondureña, y por la consolidación de su democracia pueden impedir si no se insiste en ello que los “pactos” incluyan una reforma profunda del sistema político. Es necesario que la comunidad política interna y externa entienda que la dinámica política hondureña no puede continuar siendo la misma, y que hay que impulsar muchos cambios que deben forzarse justo en este momento antes de que sea demasiado tarde, y se siga funcionando con las viejas prácticas autoritarias y patrimonialistas.

No será en vano

Sin embargo esta crisis no será en vano. Honduras ha cambiado mucho más de lo que todos somos capaces de entender. Los movimientos sociales serán más participativos, y probablemente los ciudadanos valoraran mucho más la defensa de su democracia; quizás esta crisis haya servido también para que los hondureños entiendan que sólo desde dentro de la comunidad es posible cambiar el país. Ese nacionalismo, y ese “orgullo” nacional deben traducirse en un aumento de la confianza en las posibilidades de construir un país mejor sin el apoyo de nadie.

La crisis no ha acabado. Veremos en los próximos días si los candidatos “ofrecen” condiciones a Zelaya que éste acepte como posibles. Sin embargo el acuerdo de San José, o de Tegucigalpa, si finalmente se materializa difícilmente pasará por el retorno de Zelaya a la presidencia. Sí Zelaya no acepta el pacto, probablemente pasará un buen tiempo como huésped de la embajada brasileña y las elecciones se llevarán a cabo como estaba previsto. Tendremos que ir viendo también cual es la posición de la comunidad internacional, en la que ha calado la idea de que lo que pasó en Honduras fue un golpe de Estado clásico que no debe dejar pasar.

De momento pocos son los medios internacionales que se hacen eco del informe emitido por la oficina jurídica del congreso estadounidense, y Pablo Ordaz, el “corresponsal” del diario español “El País”, se sigue confundiendo, esta vez, entre otras cosas, con el nombre del sacerdote salvadoreño que apoya a Zelaya, y que lo bendice con sus oraciones mientras le entrega la comunión.

Autor

  • Carlos Barrachina Lison

    Español, naturalizado mexicano, Carlos Barrachina Lison es catedrático e investigador de temas de Defensa y Seguridad. Tiene un doctorado en Ciencias Politicas, Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED "El regreso a los cuarteles. Militares y cambio político en la transición española (1976-1981). Es secretario de Posgrado de la Division de Ciencias Politicas de la Universidad de Quintana Roo en Mexico y miembro del Sistema Nacional de Investigadores mexicanos en el nivel 1. Ha trabajado 4 años en Washington, D.C., como profesor e investigador en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica en la National Defense University. Libros: Democracias en transición en Honduras y Nicaragua. Gobernabilidad, seguridad y defensa;. Carlos Barrachina (Coordinador). Plaza y Valdés /Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2009. La participación política de los militares en la transición española;. Ediciones Pomares/Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2007. Procès a la Guàrdia Civil. Causa 1/39, en colaboración con Manel Risques. Pórtic/ Enciclopedia Catalana. Collecció Monografíes. Barcelona, 2000.

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2 comentarios

  1. Leí el artículo que refleja las últimas noticias sobre Honduras. ¿Negociación? ¿Golpe de estado? ¿Hay que cambiar? Esas son cosas planteadas, así como los errores, especialmente los de Michelleti. ¿Arias no había leído la constitución Hondureñas? ¿Cómo entonces juzga de golpe lo que pudor no ser? Yo creo que el cambio es necesario y todo parece indicar que la ley de leyes hondureñas fue escrita con el interés de no cambiar las cosas e incluso criminalizar el sólo intento de modificarla. Si nos atenemos a eso, Zelaya violó la ley. Como la violaron quienes lo sacaron violentamente del país. Entonces,¿ las cosas deben dejarse como están? Yo no soy hondureño pero opino que sí. Ahora, en medio de la terrible crisis que vive el país, no es el alegado quien debe encabezar reformas, porque él fue elegido para respetarla. Pienso que si algún tipo de cambio es necesario en aquel país no debe ser con violencia ni corrupción y las fuerzas civiles del país pudieran sin destrucción cambiar las cosas para modernizar lo pétreo que no debió ser en primer lugar. Zelaya debía olvidarse de cambiar nada porque él es también y muy culpable de esa crisis. Si fuera más responsable no hablara del asunto y dejara a otros protagonistas reformar esa constitución que un mediador y muchos de los que condenaron el golpe ni siquiera conocían. Hay que cambiar pero con espíritu constructivo. Todos deben ceder un poco y luego con las aguas en paz, aquellos interesados en el progreso pudieran impulsar los cambios. Julio Ben´´itez

    1. Muchas gracias por el comentario. Estoy totalmente de acuerdo con su opinión.
      Un saludo.
      Carlos

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