El verano de nuestro descontento
El Hemisferio Norte del planeta ha sufrido el peor verano de su historia. China sobrevivió la peor sequía desde que la humanidad tiene registros, Europa Occidental la peor en 500 años y el Suroeste de Estados Unidos la peor en 1,200 años.
Los efectos letales de una crisis planetaria
El Lago Mead, la mayor represa de Estados Unidos, se encuentra en su nivel más bajo desde que se construyó en 1937. El embalse y el río Colorado que lo alimenta son la principal fuente de agua de millones de residentes del Suroeste, incluyendo 20 millones de latinos.
Pero este es solo un síntoma del acelerado avance de la crisis climática en el mundo, y sobre todo del mundo latino. Nuestra comunidad en particular y América Latina en general sufren desproporcionadamente los efectos de esta lacra planetaria.
El CO2 procedente de las emisiones de combustibles fósiles en la atmósfera ha llegado a su nivel más alto en 4.5 millones de años. Por entonces, el nivel del mar era 50 pies más alto del de hoy en día.
El Huracán Fiona ha dejado al menos un millón de puertorriqueños sin luz, sin agua y casi sin esperanza.
Inundaciones bíblicas han dejado a 30 millones de pakistaníes desplazados. Miles de personas han muerto por las olas de calor en Europa Occidental.
¿Por qué sigue la humanidad envenenándose a sí misma y al planeta?
Es la pregunta que debemos hacer a la industria de combustibles sucios que insiste en destruir la atmósfera y nuestra salud a cambio de ganancias estratosféricas.
Pero incluso cuando se les pregunta, nos mienten. Una comisión del Congreso tuvo acceso a comunicaciones internas de las petroleras que revelan las promesas huecas de la industria de combatir la crisis climática. En un email interno, Shell indicó a sus empleados que sus promesas de alcanzar cero emisiones “no tenían nada que ver con nuestros planes comerciales”.
Pese a todo esto, la lucha climática se apunta victoria tras victoria
El Senado acaba de ratificar la Enmienda de Kigali al Tratado de Montreal,para acabar con la fabricación de los supercontaminantes climáticos hidrofluorocarbonos. Su efecto en el calentamiento de la atmósfera es tan extremo, que su eliminación evitará dicho calentamiento en medio grado centígrado, una enormidad.
Un estudio de la Universidad de Oxford reveló que cambiar de energía sucia a limpia ahorrará al mundo $12 billones (trillions) para 2050. Más personas trabajan en la industria de energía limpia que en la de energía sucia.
El verano de nuestro descontento nos debe motivar para preguntar a nuestros políticos, ¿está usted en favor de la industria de combustibles fósiles empeñados en destruir la atmósfera del planeta o en asegurar un futuro próspero y vibrante a futuras generaciones?
Es la pregunta del siglo.