Cambio climático: demostremos que somos una especie inteligente
Si esta electrolinera fuera lo primero que viera un extraterrestre al llegar a nuestro planeta, diría, “Esta es una especie inteligente. Usa su estrella para sus necesidades energéticas”.
El extraterrestre, no obstante, pronto se daría cuenta de que el ser humano sigue adicto a los combustibles sucios que destruyen la atmósfera y matan a millones de personas en todo el mundo.
Solo tendría que leer el más reciente reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) de la ONU para confirmar que la Tierra confronta una emergencia planetaria sin precedentes.
El mensaje es claro: “El aumento de los extremos climáticos ha causado impactos irreversibles, mientras que sistemas naturales y humanos se ven presionados más allá de su capacidad de adaptación”.
Estos impactos incluyen el agravamiento de inundaciones en las costas del planeta, devastadoras sequías y olas de calor, enfermedades infecciosas, y escasez de agua y alimentos. Los que más sufrirán estas consecuencias, agrega, seguirán siendo las comunidades y países que menos han contribuido a la crisis climática, como nosotros los latinos en Estados Unidos y América Latina.
“El reporte del PICC es un atlas de sufrimiento humano y una acusación condenatoria del fracasado liderazgo climático”, concluyó António Guterres, secretario general de la ONU, advirtiendo que “el retraso significa muerte”.
¿Quién lo causa? Principalmente, la industria de energía sucia, la cual ha conocido los terribles efectos de sus productos en la biosfera durante más de 40 años
Un nuevo estudio de PLOS ONE, revela que las cuatro mayores petroleras del mundo —Chevron, ExxonMobil, BP y Shell— en medio de una avalancha de ganancias, incumplen sistemáticamente sus promesas de reducir sus emisiones e invertir en energía renovable.
Otro reporte publicado por el Washington Post concluye que algunas de las corporaciones más relevantes de Estados Unidos —como Walmart, Amazon, AT&T y Citigroup— donan millones de dólares a políticos cuya prioridad es proteger los intereses de la industria de energía sucia.
No obstante, el reporte del PICC insiste en que todavía estamos a tiempo de evitar sus peores consecuencias, porque las soluciones ya están disponibles.
La energía renovable es la más barata del mundo. En una década, el costo de proyectos solares ha descendido casi un 90%. Gracias a la energía limpia instalada solo en 2020, las economías emergentes ahorrarán casi $160.000 millones.
Aquí en Estados Unidos, el Congreso Federal tiene una oportunidad generacional para aprobar con premura una audaz serie de inversiones climáticas y sociales. Ya existe un amplio apoyo parlamentario y popular para esta crucial iniciativa que abordará el encarecimiento de la vida, reducirá amenazas a la salud pública y creará un futuro vivible basado en el crecimiento de la economía de energía limpia.
Este futuro depende de que nuestra especie merezca llamarse Homo sapiens.