Los latinos, víctimas vulnerables de la desinformación y la mentira

El flagelo de las campañas de desinformación ha hallado en los lectores hispanos un público relativamente indefenso, fácil presa de su intento de contradecir o distorsionar los hechos comúnmente verificables. 

Además, la desinformación es cada vez más difícil de identificar y contrarrestar. Contrariamente al pasado, cuando los presentadores de noticias de prestigio verificaban las afirmaciones antes de publicarlas, hoy el 80 % de los estadounidenses se informan a través de dispositivos digitales. 

Esto significa que ahora son los usuarios y no los entes que hacen pública la información quienes deben discernir la veracidad de la información por sí mismos.

Y la información en todas sus variantes se multiplica constantemente, tanto en cantidad de fuentes como en abundancia de publicaciones. 

Lamentablemente, son muchos en nuestra comunidad quienes siguen bajo el embrujo de las noticias falsas o tergiversadas. Parecería que ejercen un encanto y causan cierta satisfacción cuando el lector cree que se entera de datos que los medios profesionales supuestamente están ocultando. 

Nuestras comunidades son más vulnerables ante la epidemia de mentiras, que tienen un encanto peligroso, que está causando estragos en la conducta política de nuestra comunidad. Y es aún peor cuando la información se difunde en español, dirigida a quienes aún no dominan el inglés. 

Según un estudio de la Universidad de Nueva York y la Universidad de California en San Diego, los latinos que dependen de las redes sociales en español para obtener noticias tienen entre hasta 20% más de probabilidades de creer en narrativas políticas falsas. 

Por esa razón existe un aparato de desinformación organizado y poderoso que llega a las comunidades hispanoparlantes del país, un aparato que funciona las 24 horas del día ininterrumpidamente. 

Eso podría explicar parcialmente el porqué Trump recibió tantos votos latinos en noviembre. 

Es importante entonces comprender cómo funciona la desinformación política contra la comunidad.

Así, según la Encuesta Nacional de Seguimiento del Votante Latino de NALEO entre otras fuentes, muchos creen que los demócratas abrieron las puertas para que millones de inmigrantes entren ilegalmente para que se hagan ciudadanos y voten por ellos; que Venezuela envía adrede criminales a EE.UU., que Planned Parenthood ha cerrado sus clínicas después de que Roe v. Wade fue desestimado, que las vacunas de COVID son peligrosas para los bebés, que la imposición de aranceles es beneficiosa para los trabajadores. Tres de cada cuatro votantes latinos cree haber escuchado que el aborto es ilegal en todo el país y que quien lo intente será arrestado. Y el 63% de los hispanoparlantes lo creen. 

En las elecciones de noviembre pasado, uno de cada tres votantes latinos hispanoparlantes creía que la Gran Mentira de Trump de que ganó las elecciones de 2020 era verdad. 

Adicionalmente, los latinos estadounidenses pasan más tiempo que otros grupos en plataformas como YouTube, WhatsApp, Instagram y Telegram. Según NALEO, YouTube es la principal fuente de noticias políticas utilizada por los votantes latinos. 

 

La estructura mediática del pasado ya no es vigente. Las redes sociales rivalizan con la televisión como fuente dominante de contenido nuevo. La prensa impresa enfrenta enormes dificultades para seguir adelante. Y se enfrentan con organizaciones de amplios recursos que buscan difundir mentiras y millones de usuarios que aceptan replicarlas. 

El propósito de las principales redes sociales es monetizar la popularidad de lo que publican – sin compensar a los creadores del contenido periodístico – vendiendo avisos y cobrando por la colocación privilegiada de los “posts”. 

En el pasado, las principales plataformas, con Facebook y sus subsidiarios Instagram, WhatsApp y Messenger, y X a la cabeza, hacían cierto esfuerzo para filtrar la información falsa. Cuando la marea de mentiras se hizo imparable, retrocedieron ante el creciente coste de contratar a miles de observadores para filtrar la información falsa. 

También retrocedieron políticamente, con un marcado viraje de los dueños de estos medios en apoyo a la administración Trump, para evitar sus ataques. 

Es que para este gobierno la narrativa falsa y el ataque contra los medios responsables es una necesidad vital. 

Este cambio es aún más marcado respecto a los lectores en idiomas que no sean el inglés, especialmente en español. Por ejemplo, durante los años del COVID-19, Facebook filtró el 71% de la desinformación en inglés, pero solo el 30% en español. El 70% de las mentiras fueron publicadas tal cual. 

Facebook gastaba el 87% de su presupuesto en la lucha contra la desinformación en contenido en inglés. 

Desde entonces la situación sólo empeoró, y ese presupuesto lentamente está desapareciendo. 

Demasiado poder está en manos de los propietarios de los medios sociales, cuyas motivaciones son financieras y no tienen principios ideológicos que ayuden a preservar la libertad de prensa y en general nuestra democracia.

Y este poder es ejercido de manera desproporcionada contra los latinos que se informan en español, quienes según múltiples estudios tienen más probabilidades de recibir, consumir y compartir noticias falsas y desinformación en línea que la población general.

Se trata de un público compuesto por una alta proporción de nuevos inmigrantes, provenientes de los países de América Latina en donde la tradición de una prensa profesional y responsable es débil y abundan los casos de publicaciones al servicio de los gobiernos o de diferentes intereses creados. 

Es imprescindible pues redoblar los esfuerzos para la educación política de nuestra juventud latina, teniendo como principales protagonistas a medios de comunicación serios, responsables y profesionales como este. Y que la gente tenga la oportunidad de consumir información sobre la inmigración y los inmigrantes de diversas fuentes, especialmente las que obtienen sus datos de manera profesional y responsable, las que están comprometidas con la verdad.

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

    Ver todas las entradas

Descubre más desde HispanicLA: la vida latina desde Los Ángeles

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Mostrar más

Comenta aquí / Comment here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba